Diana Cornejo

Nació en Lima, el 26 de agosto de 1961. Estudié Lingüística y Literatura en la Universidad Católica, y luego se dedicó a la docencia. Enseñé redacción, gramática y ortografía durante varios años en distintos centros de la capital, como el Instituto Peruano de Publicidad y el Institut o de Fotografía Antonio Gaudi y posteriormente empezó a trabajar en el cuidado de ediciones, principalmente para la Editorial Santillana y el diario El Comercio.

Tiene dos hijas: Manuela, de 24 años, y Almendra, de 22. Ambas estudiaron en la Universidad Católica: la primera se acaba de recibir como periodista y la segunda se gradúa este año en la facultad de Psicología.

Hay espacio para todos es el primer libro de ficción que publicó, pero ha escrito algunos textos escolares de Razonamiento Verbal y Ortografía.

Sus poemas, cuentos y artículos han salido publicados en diversas oportunidades. En el año 2006 se publicaron dos libros que escribió para niños de Inicial, llamados "Taller de Teatro". Además, ha publicado artículos y he dado algunas entrevistas para prensa y televisión.

El día de la muerte de su madre, Manuel sintió que el mundo se le venía encima. En poco tiempo su vida había cambiado, como hermano mayor, tenía que encargarse de la casa y de sus hermanas. Por ratos pensaba que no podía ser tan difícil, y por ratos que las cosas se habían puesto negras como el carbón. Manuel tenía dos hermanitas: Rosita y Emilia; le gustaban los días domingos porque pensaba que era su día de suerte, porque un domingo se encontró un monedero con 100 soles y su mamá pensó que lo había robado.

Un día mientras Manuel estaba sentado en un murito llego su amigo Pablo, quien también era huérfano y comprendía la situación difícil que atravesaba Manuel. Pablo le advierte de cuidarse que los lleven al orfanato, también le anuncio que le iba a contar un gran secreto.

Pablo le habla a Manuel sobre José, quien la estaba pasando mal, por culpa de su padrastro. José tenía un perro llamado Chivillo. José se encontró de casualidad con una casa que creyó estaba abandonada, entro con cuidado y estaba limpia; en ese momento llego una muchacha joven llamada María quien comprendió la situación y permitió que José se quedara a dormir ese día. Pasado varios días María desapareció y no volvió a su casa. Pablo le estaba proponiendo a Manuel para que se vallen a vivir todos a la casa de María.

Pablo, Manuel y sus hermanas decidieron iniciar el viaje, se fueron bordeando la playa luego se encontraron con Martin el pescador, conversaron y ese día durmieron todos en su casa. Al siguiente día les dio de comer pescado y les enseño a pescar. Los chicos se fueron felices porque habían encontrado dos amigos nuevos: Martin y el mar.

Lo siguiente era ir a la casa de José, tocaron la puerta y salió su padrastro, José no estaba y tenían que esperarlo. Cuando José

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