EL NACIMIENTO DE LA INDUSTRIA MODERNA
Enviado por Yenisei Rosario • 20 de Octubre de 2018 • Resumen • 16.834 Palabras (68 Páginas) • 472 Visitas
7. EL NACIMIENTO DE LA INDUSTRIA MODERNA
Se puede considerar que a comienzos del siglo XVIII en varias regiones de Europa, se habían acumulado ya concentraciones considerables de industria rural, y a este proceso de expansión y ocasional transformación se le llamo protoindustrialización. Dentro de las características esenciales de una economía protoindustrial estaban los trabajadores dispersos, generalmente rurales, organizados por empresarios urbanos, los cuales les proporcionan las materias primas y venden su producción en mercados lejanos.
1. Características de la industria moderna:
Dentro de las diferencias más relevantes entre las sociedades preindustrial y moderna es el papel relativo de la agricultura, el enorme aumento de producción de la agricultura moderna, le permite alimentar a un gran número de población no agrícola. La elevada proporción de mano de obra moderna ocupada en el sector terciario o de servicios. Durante el período de industrialización, la principal característica de la transformación estructural de la economía fue el alza del sector secundario (minería, fabricación y construcción) que se puede observar en la proporción tanto de mano de obra especializada como de producción. Esta transformación se hizo patente por primera vez en Inglaterra, y luego en Escocia, por lo que se ha definido a la Gran Bretaña como la primera nación industrial.
En el curso de esta transformación, denominada para muchos como el nacimiento de la industria moderna, surgieron de forma gradual algunas características que distinguen con claridad la industria «moderna» de la «premoderna», y dentro de ellas encontramos las siguiente:
1) El uso extensivo de maquinaria mecánica;
2) La introducción de nuevas fuentes de energía inanimadas, especialmente combustibles fósiles; y,
3) El uso generalizado de materias que no se suelen encuentrar en la naturaleza.
Las mejoras más importantes en la tecnología se relacionan con el uso de maquinaria y energía mecánica para realizar tareas que hasta entonces se habían hecho con energía humana o animal. En siglo XVIII el crecimiento del uso de energía hidráulica en industrias como los molinos de grano, los procesos textiles y la metalurgia. Pero podemos considerar que los avances más importantes en la aplicación de energía en los fueron las sustituciones de la madera y el carbón vegetal por el carbón de piedra como combustible, y la introducción de la máquina de vapor en la minería, la fabricación y el transporte.
2. La «revolución industrial»: un término incorrecto:
Un término dentro del léxico de la historia económica que haya gozado de más aceptación que el de revolución industrial, y es porque el término en sí mismo no tiene categoría científica y transmite una impresión sumamente engañosa de la naturaleza del cambio económico. No obstante, durante más de un siglo se ha usado para describir el período de la historia británica que fue testigo de la aplicación de la maquinaria mecánica en las industrias textiles, de la introducción de la máquina de vapor de James Watt y del «triunfo» del sistema de producción fabril. Las primeras interpretaciones también recalcaron lo que se suponía eran las consecuencias negativas de la nueva modalidad de producción.
Se considera que sólo en las décadas centrales del siglo XIX, mucho después de las fechas convencionales atribuidas a la «revolución», comenzó la industria británica a adquirir características «modernas». A pesar de estas tentativas tanto de dilatar como de reducir el lapso ocupado por la «revolución», las fechas convencionales recibieron el imprimatur de nada menos que una autoridad como T. S. Ashton, el más célebre historiador de la economía inglesa del siglo XVIII.
El mismo Ashton escribió: «Los cambios no fueron sólo “industriales”, sino también sociales e intelectuales. Por lo que la palabra “revolución” implica una brusquedad en el cambio que no es, de hecho, característica de los procesos económicos.
3. Requisitos y concomitantes de la revolución industrial:
Ashton establecio que los cambios no fueron sólo industriales, sino sociales e intelectuales; de hecho, también comerciales, financieros, agrícolas e incluso políticos. En este «tejido sin costuras» que es el cambio histórico, es difícil asignar prioridades o pesos específicos y más cuando los métodos y las unidades de medida no son de fiar o no existen, pero sí hay razones para creer que fueron los cambios intelectuales los más fundamentales, en el sentido de que posibilitaron o fomentaron los demás. Para la Edad Media algunos individuos habían empezado a considerar las posibilidades prácticas del aprovechamiento de las fuerzas de la naturaleza y los logros científicos posteriores asociados a Copérnico, Galileo, Descartes y Newton, entre otros, reforzaron tales ideas.
En Inglaterra, la influencia de Francis Bacon, uno de cuyos aforismos era «saber es poder», llevó a la fundación, en 1660, de la Royal Society «para el avance del conocimiento de la naturaleza». Para algunos estudiosos la aplicación de la ciencia a la industria como la característica que distingue a la industria moderna. Pero, a pesar de su atractivo, esta visión tiene sus inconvenientes. Aunque a principios del siglo XVIII, el cuerpo del saber científico era demasiado pequeño y débil para ser aplicado directamente al proceso industrial. Pero tampoco estas tentativas se limitaron a hombres de formación científica.
De hecho, una de las características más destacables del avance técnico en el siglo XVIII y principios del XIX fue la gran proporción de innovaciones importantes hechas por ingeniosos hojalateros, e ingenieros y mecánicos autodidactas.
En muchos casos, el término método experimental puede ser demasiado formal y exacto para describir el proceso; ensayo-error podría ser más apropiado. Pero la voluntad de experimentar y de innovar penetró en todos los estratos de la sociedad, incluso entre la población agraria, tradicionalmente, la más conservadora y recelosa de las innovaciones. Al igual que fue la primera nación en industrializarse a gran escala, Inglaterra fue también una de las primeras en incrementar su producción agrícola.
Ya en el siglo XVI Londres había comenzado a funcionar como un «polo de crecimiento» para la economía inglesa. Sus ventajas eran tanto geográficas como políticas. El crecimiento demográfico fue extremadamente rápido en los siglos XVI y XVII, y en 1700 Londres había alcanzado si no sobrepasado a París, hasta entonces la ciudad más grande de Europa. La comercialización y el desarrollo de la organización financiera de la nación se influyeron entre sí. Los orígenes del sistema bancario inglés son oscuros, pero en los años que siguieron a la Restauración de 1660 varios orfebres importantes de Londres empezaron a funcionar como banqueros. Emitían recibos de depósito que circulaban como billetes de banco, y concedían préstamos a empresarios solventes. La fundación del Banco de Inglaterra en 1694, con su monopolio legal de capital social bancario, forzó a los banqueros privados a abandonar sus emisiones de billetes de banco, pero continuaron funcionando como bancos de depósito, aceptando y descontando letras de cambio.
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