EL RUIDO Y LA REPETICIÓN

EL RUIDO Y LA REPETICIÓN

Ellen Sofía Herrera Girón 20181104003

Cátedra de arte y contexto.

Para Attali, el estudio del ruido representa una paradoja puesto que la investigación del concepto está destinada a encontrar uniformidad en una música multiforme, es decir, a convertir el conjunto de singularidades en una generalidad distante, no solo desde la perspectiva, sino también desde la frialdad que supone encontrar el silencio dentro del estruendoso ruido. Es entonces el ruido, la representación del capitalismo y el consumismo, puesto que, en una industria puesta en marcha, donde se produce en serie para abastecer necesidades de adquisición, no existe el tiempo suficiente para la calidez del individuo; no hay tiempo para vivir dentro del sistema, puesto que el sistema es programado, despersonalizado, distante, anónimo y silencioso. En el silencio se establece la paradoja de la que habla Attali; el silencio del ser individual ante el ruido colectivo. Sin embargo, también en el consumo reina el mismo silencio, cuando se introduce el lenguaje del dinero en sustitución del trueque, que obligaba al individuo a negociar de acuerdo a sus necesidades reales y no a la necesidad de simple consumo. El dinero es una forma de distanciamiento en la comunicación personalizada puesto que reduce al hombre a un sistema de: trabajar – recibir dinero – gastar el dinero, en donde, si se quisiera, la comunicación en el proceso puede ser nula porque el sistema automatiza la adquisición del medio necesario para el consumo. El ruido constituye entonces, la anti tesis de la representación, ya que esta es creadora de diferencias mientras que en palabras del autor el ruido es un conjunto de “oleadas sucesivas de indiferenciación colectiva”.

En este punto la tesis de Attali se puede relacionar con el concepto de polución del que habla Barthes Roland, en la medida en la que esta invade las sociedades modernas a tal punto que define una contaminación auditiva ininteligible y confusa para un arquetipo de individuo no sistematizado. Sin embargo esta sustentación de la que habla Barthes, también resulta ser una crisis para el ruido controlado y el poder del que habla Attali, ya que el individuo por naturaleza necesita reconocerse a sí mismo dentro del espacio y por lo tanto abre una ventana en su realidad programada y automatizada para darse el tiempo de escapar, por lo menos mentalmente de la producción y el consumo en serie.

Attali argumenta que el capitalismo no responde a las necesidades particulares de consumo, sino que implanta una necesidad de consumo en serie como respuesta a la impotencia del aislamiento. Un aislamiento producido también por el capitalismo y el concepto de dinero. El hombre tiene necesidad de hacer parte de un grupo, de una sociedad y de relacionarse con el otro, así esto no signifique de manera literal crear una comunicación real con otros individuos, más bien el capitalismo le roba al hombre la comunicación al sistematizar sus conductas y darle la libertad del dinero para que limite su raciocinio de adquisición; lo introduce en un sistema de consumo en serie donde el individuo llenará su necesidad de pertenecer a un colectivo, adquiriendo productos en serie que están de moda dentro del colectivo al que desea pertenecer; así se dopa su aislamiento, se traga una cortina de humo y se convence a si mismo de su propia libertad.

La violencia, por ejemplo, no responde a una pugna de voluntades, sino al ejercicio mimético de rivalidades en serie. El ser es polarizado por una serie de conceptos que no conoce con exactitud, pero es capaz de repetir de forma superflua y de creer que los conoce a profundidad para entonces adoptarlos y convertirse en el soldado de un ejercito conflictuado con otro de tesis igual de planas. Sin embargo, cabe resaltar, que no son superficiales los conceptos iniciales de la representación, pero cumplen el objetivo de agrupar a las masas cuando se pisa una y otra vez el discurso hasta convertirlo en parte del ruido del sistema. Cuando el revolucionario nacido en la representación es asesinado y su discurso anti capitalista es empacado en serie y vendido dentro de un sistema capitalista a individuos que ansían pertenecer a un colectivo en contra del capitalismo, sin quitarse la oportunidad o causarse el problema innecesario de salirse del sistema.

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