ELOGIO DE LOS JUECES
Enviado por laurita5 • 10 de Abril de 2015 • 433 Palabras (2 Páginas) • 243 Visitas
WORDEl aforismo tan estimado por los viejos
doctores según el cual res iudicata
facit de albo nigrum et de quadrato
rotundum (*) hace hoy sonreír; sin
embargo, pensándolo bien, debería
hacer temblar. El juez tiene, efectivamente,
como el mago de la fábula, el
sobrehumano poder de producir en
el mundo del derecho las más monstruosas
metamorfosis, y de dar a las
sombras apariencias eternas de verdades;
y porque, dentro de su mundo,
sentencia y verdad deben en definitiva
coincidir, puede, si la sentencia no
se adapta a la verdad, reducir la verdad
a la medida de su sentencia.
Sócrates en la prisión explica serenamente
a los discípulos, con una
elocuencia que jamás un jurista ha
sabido igualar, cuál es la suprema razón
que impone, hasta el último sacrificio,
obedecer la sentencia aunque
sea injusta: al adquirir fuerza de cosa
juzgada la sentencia es necesario que
se separe de sus fundamentos, como
la mariposa que sale del capullo, y resulta
desde aquel momento inaccesible
para ser calificada de justa o injusta,
puesto que está destinada a constituir
desde
entonces
en adelante el
único e inmutable
término de comparación
a que los hombres deberán
referirse para saber cuál
era, en aquel caso, la palabra oficial
de la justicia.
Por ello el Estado siente como
esencial el problema de la selección
de los jueces; porque sabe que les
confía un poder mortífero que, mal
empleado, puede convertir en justa la
injusticia, obligar a la majestad de las
leyes a hacerse paladín de la sinrazón
e imprimir indeleblemente sobre la
cándida inocencia el estigma sangriento
que la confundirá para siempre
con el delito.
Cuando el abogado, hablando ante el
juez, tiene la impresión de que la opinión
de éste sea contraria a la suya,
no puede afrontarlo directamente
como podría hacer con un contradictor
situado en el mismo plano. El abogado
se encuentra en la difícil situación
de quien, para refutar a su
interlocutor, debe primeramente
ablandarle; de quien para hacerle comprender
que no tiene razón debe
comenzar por declarar que está perfectamente
de acuerdo con él.
De este inconveniente deriva, en la
clásica oratoria forense, el frecuente
recurso a la preterición, figura retórica
de la hipocresía; la cual aflora por
fin en ciertas frases de estilo, como en
aquella tan torpe y de que tanto se ha
abusado, con la que el abogado, cuando
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