Educación Para Mujeres Rurales En México

Papel actual de la mujer rural en la educación en México y sus consecuencias.

Este trabajo pretende hacer una reflexión acerca de cómo ha ido evolucionando actualmente el tema de la educación para niñas en zonas rurales mexicanas, así mismo las consecuencias de las mal llamadas (a mi parecer) “prácticas tradicionales” con respecto a la vida académica, vida social y vida adulta de las niñas. Mi intención no es hacer una defensoría feminista de la educación para las mujeres, más bien me autodefino como practicante y generador de la igualdad de géneros y el respeto para todos anteponiendo la calidad humana de las personas y sus derechos por el simple hecho de serlo.

Para empezar hay que tomar como antecedente principal un concepto que va a ser clave para este trabajo, el machismo.

El machismo es una condición social presente en todo el mundo, cuya característica principal y además general es la supremacía del sexo masculino por encima de la opresión del sexo femenino. Según datos arrojados en 2013 por parte del G20, México es el quinto país con mayor distancia igualitaria entre géneros de esta lista.

Para comprender más a detalle esta condición social se debe tomar en cuenta también la historia y la cultura de la sociedad en la que se desarrolla, en este caso la mexicana y para efectos de este ensayo vamos a enfocarnos en el sector rural.

Según datos del censo de población y vivienda del 2010, en México de 112 millones de habitantes, 23% vive en áreas rurales, o sea 26 millones de personas viven en localidades menores a 2,500 habitantes, de las cuales 12.9 millones son hombres y 13.1 millones son mujeres. La presencia de la población rural está ligada a la pobreza y más aún las condiciones sociales de las mujeres en estos sectores.

Se retoman los dos datos anteriores de machismo y población rural para dar paso de lleno al tema de la educación para mujeres en sectores rurales.

La educación constituye el medio fundamental para obtener conocimientos y generar habilidades en hombres y mujeres, necesarios para adquirir, transmitir y reproducir la cultura, formar individuos y hacerlos funcionales e integradores en la sociedad.

A lo largo de la historia el papel de las mujeres en zonas rurales no ha sido otro que el de la crianza de los hijos y el desarrollo del hogar, insultando su capacidad de pensamiento y análisis, además de infravalorar su capacidad motriz para desempeñar actividades casi (por factores bilógicos meramente) iguales a las de su género contrario. Sin embargo en tiempos recientes, la mujer ha visto de manera creciente su participación en la educación, lo cual ha generado disminución de analfabetismo femenino. La mujer ha sido parte del avance y logro que en materia educativa muestra la población en general en nuestro país. No obstante, la realidad muestra que los cambios culturales son siempre más lentos que aquéllos de tipo estructural, pues persisten prácticas sociales que se observan en las instituciones, en la población y entre hombres y mujeres, las cuales reproducen esquemas tradicionales que mantienen formas de discriminación y desigualdad, así como la condición de subordinación de la mujer. El sistema educativo no ha sido ajeno a tales prácticas. Aunque se observa equidad en términos de cobertura, no siempre es suficiente para asegurar condiciones equiparables para niños y niñas tales como: oportunidades de liderazgo en el aula y la escuela, igual acceso a los recursos, incluyendo el tiempo y la atención del maestro y la existencia de actividades afirmativas de los padres y maestros hacia los aspectos personales y educativos de las niñas.

Y hablando de los padres, donde se inician las condiciones de desigualdad para estudiar desafortunadamente es desde casa, siendo “tradicional” el que las mujeres no estudien por su condición de género; alegando que cuando estas sean mayores ellas serán objeto de manutención por parte de sus maridos.

¿Entonces qué pasa con las niñas que no llegan a la escuela por “prácticas culturales”?

Es importante mencionar en principio que esto es machismo sin lugar a dudas (Un cientista social no debe dar juicios de valor, se debe enfocar en el hecho social; pero no me importa, igual lo diré, es machismo). El presente de las niñas que no llegan a la vida académica se ubica dentro de labores del hogar. Las niñas aprenden desde muy pequeñas

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