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El Mal Del Siglo


Enviado por   •  28 de Enero de 2015  •  1.420 Palabras (6 Páginas)  •  208 Visitas

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La presidenta de Texcoco y “El mal del siglo”

Por Aquiles Córdova Morán • 22 Enero 2015

Secretario General del Movimiento Antorchista Nacional

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Como seguramente mucha gente ya sabe, la presidenta municipal de Texcoco, profesora Delfina Gómez Álvarez, secundada por la mayoría de su ayuntamiento y por “destacados izquierdistas” como Horacio Duarte e Higinio Martínez, sus “asesores”, ha desatado una cacería radical contra los antorchistas de “su” municipio, que se mueve en tres frentes distintos y complementarios: 1) el frente mediático, que da “información” sobre las “fechorías y delitos y de ese grupo criminal de extracción priista”, dirigida tanto a la gente en general como a las autoridades a las cuales, además de acusarlas de “proteger al grupo delictivo”, se les exige que actúen “con toda energía para frenar sus ilegales acciones”; 2) el frente “jurídico”, con denuncias formales contra un supuesto guardaespaldas de la presidenta de Ixtapaluca, la antorchista Maricela Serrano Hernández, y contra la dirigente del antorchismo texcocano, Rosa María Morales, con el muy noble propósito de refundirlos en la cárcel; y 3) el frente policiaco y de empleo directo de la fuerza pública, invocando insistentemente la “ayuda” de los gobiernos estatal y federal para reforzar la capacidad represiva de la policía municipal de Texcoco y, de ese modo, “enfrentar a ese grupo violento” para desalojarlo de sus domicilios y colonias, expulsarlo de Texcoco y restablecer así la “armonía y tranquilidad” de la sociedad.

Ante tan radicales amagos, me parece inevitable preguntar, y también que la propia gente se pregunte: ¿cuáles son, pues, los nefandos crímenes de los antorchistas; en qué consisten y de qué magnitud y gravedad son; qué daños tan profundos e irreversibles causan a la sociedad como para que se les considere tan corrosivos para la paz y la tranquilidad sociales? ¿Qué clase de perversiones, abusos y monstruosidades están cometiendo para alarmar de ese modo a la profesora Gómez y a sus seguidores? Intentemos algunas posibilidades de respuesta. ¿Será que alguien ha sorprendido y filmado a un importante líder Antorchista embolsándose los billetes (y hasta las ligas) sonsacados de mala manera a un aventurero rico como Carlos Ahumada? ¿Será que la profesora Gómez y su ayuntamiento ya recibieron la solicitud formal de este aventurero defraudado para confiscar los subsidios oficiales del antorchismo (subsidios que, por supuesto, no existen en nuestro caso) y así poder recuperar el dinero que le birlaron? ¿O será que descubrieron al tesorero de Maricela, o al del presidente municipal de Chimalhuacán, también Antorchista, jugándose en un casino de Las Vegas los millones de pesos del erario bajo su administración?

Suma y sigue. ¿Habrán sorprendido a los diputados antorchistas metiendo de contrabando, escondido en la cajuela de un coche, a un “narcodiputado” para que pudiera protestar el cargo y evadir la acción de la justicia? ¿O habrán descubierto que Enoc Díaz Pérez, presidente municipal de Solistahuacán, Chiapas, quien secuestró y torturó a un grupo de empresarios, no es perredista como dice la prensa, sino Antorchista? ¿O quizá se habrán ofendido porque un importante funcionario de algún ayuntamiento Antorchista, en estado de ebriedad y en compañía de una respetable dama cuya reputación puso así en peligro, estampó su carro contra un poste del alumbrado público? O peor aún, ¿habrán obtenido fotografías donde el diputado Jesús Tolentino Román Bojórquez aparece abrazando y levantando el brazo en señal de victoria a un candidato que, ya como funcionario, ha resultado ser miembro del cártel de los “guerreros unidos”? O bien finalmente, y sólo para no ser prolijos y ahorrar espacio, ¿será que la profesora Gómez y su gente ya encontraron pruebas fehacientes y suficientes de que quienes secuestraron y muy probablemente sacrificaron brutalmente a los 43 jóvenes normalistas de Ayotzinapa, no son José Luis Abarca, alcalde de Iguala, y su esposa María de los Ángeles Pineda (ambos perredistas), en connivencia con policías bajo su mando y con los jefes de “guerreros unidos”,

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