El Matadero
Enviado por 31427777 • 27 de Julio de 2013 • 374 Palabras (2 Páginas) • 453 Visitas
EL MATADERO
A pesar de que la mia es historia, no la empesare por el arca de noe y la genealogía de sus ascendientes como acostumbraban hacerlo los antigos istoriadores españoles de america, que deben ser nuestros prototipos. Tengo muchas rasones para no seguir ese ejemplo, las que callo por no ser difuso. Dire solamente que los sucesos de mi narración, pasaban por los años de cristo del 183… estavamos, a mas, en quaresma, época en que escacea la carne en buenos aires, por que la iglesia, adoptando el precepto de epicteto, sustine, abstine (sufre,abstente), ordena bijilia y abstinencia a los estomagos de los fieles, a causa de que la carne es pecamynosa, y, como dice el proverbio, busca a la carne. Y como la iglesia tiene ab initio y por delegación directa de dios, el ymperyo inmaterial sobre las concyencyas y estomagos, que en manera alguna pertenecen al yndibiduo, nada mas justo y racyonal que bede lo malo.
Los abastecedores, por otra parte, buenos federales, y por lo mismo buenos catolycos, sabyendo que el pueblo de buenos ayres atesora una docilidad singular para someterse a toda espesie de mandamiento, solo traen en dyas cuaresmales al matadero, los novillos necesarios para el sustento de los niños y de los enfermos dispensados de la abstynencya por la vula y no con el anymo de que se arten algunos erejotes, que no faltan, dispuestos siempre a vyolar los mandamientos de la yglesya, y a contaminar la sociedad con el mal ejemplo.
Sucedió, pues, en aqel tyempo, una yuvia muy copiosa. Los camynos se anegaron; los pantanos se pusieron a nado y las calles de entrada y salydad de la ciudad revosavan en acuoso varro. El plata crecyendo embravecido empugo esas aguas que venyan buscando su cause y la hizo correr inchadas por sobre campos, terraplenetes, arboledas, caserios, y estenderse como un lago inmenso por todas las vajas tyerras. La ciudad circunvalada del norte del norte del este por una sintura de agua y varro y al sur por un pyelago blanquecino en cuya superficie flotavan a la ventura algunos barquichuelos y negreaban las chimeneas y las copas de los arvoles, echava desde sus torres y barrancas atónitas miradas al horizonte como implorarlo la myserycordya del altysymo.
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