Ensayo Misoginia La historia de un concepto”
Enviado por Simon91 • 8 de Marzo de 2016 • Informe • 1.544 Palabras (7 Páginas) • 734 Visitas
INTRODUCCIÓN
En el presente informe se dará respuesta, a manera de síntesis, a las preguntas propuestas en la lectura del primer capítulo “Misoginia: La historia de un concepto” del libro “Historia de la misoginia”, desarrollado por las autoras: Bosch, Esperanza, Ferrer, Victoria A. y Gili, Margarita, propuesta en el proyecto de aula “Producción e interpretación de textos” dictado por la docente Claudia Fernández Franco.
En este trabajo encontraremos de una manera muy concreta, algunos de los paradigmas y de las concepciones con las que eran vistas, tratadas y asumidas las mujeres en sociedades pasadas, especialmente podremos apreciar la manera en que en el aspecto social y religioso se concebían sus comportamientos, sus realidades y sobre todo su manera de ubicar su lugar y su espacio en dichos lugares de la esfera humana.
En este libro las autoras desarrollan la historia y tradición de la misoginia, la cual no es otra cosa más que el odio o temor que a lo largo de la historia se ha tenido hacia las mujeres; odio del cual se desprenden algunas ideas que son resaltadas por las escritoras, y que denuncian “la aversión y desprecio de los hombres hacía las mujeres” (Bosch Fiol, E., Ferrer Pérez, V. y Gili Planas, M. 1999; P.9).
En primer lugar aparecen las ideas religiosas según las cuales: “Eva, inducida por la serpiente, peca y convence a Adán de que siga su ejemplo. Descubierta la traición, Dios les hecha del paraíso y les maldice a ellos y a su descendencia” (Bosch Fiol, E., Ferrer Pérez, V. y Gili Planas, M. 1999; P.10), De esta manera en muy buena parte del ámbito religioso se concibe entonces la idea de que el pecado entró en el mundo por una mujer, convirtiendo por tanto a la mujer en general en un ser despreciable, mundano, falto de carácter, de sentido, etc. tanto así que ha sido llamada en el texto mismo como “la puerta de diablo” (Bosch Fiol, E., Ferrer Pérez, V. y Gili Planas, M. 1999; P.10), por ser esta quien indujo al hombre al error, a la tentación, por ende al pecado y ser ella quien genera la causa por la cual son expulsados del paraíso.
En segundo lugar aparecen las ideas de inferioridad, las cuales enuncian que “La mujer es inferior tanto biológicamente, como intelectual y moralmente” (Bosch Fiol, E., Ferrer Pérez, V. y Gili Planas, M. 1999; P.10), de acuerdo con esto, la mujer es definida y considerada entonces en muchos sectores del ámbito social, como un ser inferior, débil, dotada de muy pocas cualidades y habilidades, que la hacen incapaz de estar al mismo nivel que el hombre, no solo en aspectos como el físico, sino también en lo referente a lo emocional, afectivo, moral y espiritual. Muchos atribuyen esta inferioridad a causas naturales y trascendentes, pues consideran que desde tiempos remotos la mujer siempre ha sido vista con odio, desprecio e indiferencia. Podemos por ejemplo ver reflejada esta realidad en los amplios argumentos históricos, sociales, culturales, etc. de esta forma la mujer es concebida simplemente como una máquina que la única función que debe cumplir es la de satisfacer necesidades y caprichos masculinos.
En tercer lugar aparecen las ideas sexuales a través de las cuales la mujer es considerada como un objeto de placer y de reproducción nada más, la sexualidad femenina, no existía. Lo que una mujer sintiera, deseara o quisiera en materia sexual no importaba, y en muchos casos estos deseos eran concebidos como pecaminosos y por ende, ningún hombre debía permitírselos a su mujer, pues esto pondría en peligro la estabilidad propia y la del entorno familiar, entorno en el cual las mujeres deberían estar atentas a satisfacer las necesidades de sus esposos (en materia sexual) y de sus hijos (en materia de hogar), pues si no se cumplían a cabalidad estos deberes, el hombre estaba capacitado y avalado por la cultura, la política y la religión, para corregir de la manera que considerase oportuna el mal comportamiento de su mujer, de aquí se desprende que el sentir íntimo de una mujer no importaba, pues según estas concepciones la mujer no estaba hecha para gozar de su sexualidad, sino para cumplir con obligaciones, con deberes y con oficios que nunca eran mirados desde su propia perspectivas, sino desde la óptica del bienestar familiar y marital, de esta manera, para muchas mujeres el hablar de intimidad en sus matrimonios, simplemente era hablar de sumisión, dolor, obligación y no, por el contrario, de satisfacción, entrega y libertad.
En cuarto lugar aparecen las ideas de brujería las cuales fueron quizás las que más agudizaron el odio, la aversión y el desprecio de los hombres hacia las mujeres, pues al surgir la figura de las brujas, se desencadenó una fuerte persecución hacia estas y al desatarse tal persecución, cualquier mujer podría ser considerada una de ellas. Cuantas son las historias de mujeres inocentes que fueron quemadas, destrozadas, asesinadas y sometidas a burlas y torturas por el hecho de ser consideradas brujas y por ende ser vistas como un peligro para la sociedad, la familia, etc. y gracias a estas ideas la mujer quedo arrinconada en el silencio, la opresión, la sumisión y el horror de que se hiciera con ella lo que otros consideraban prudente hacer, perdiendo de esta manera su libertad, humanidad y corporeidad.
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