FOUCHE.

EL 31 de mayo de 1759 nace José Fouché en el puerto de Nantes. Sus padres eran Marineros y mercaderes lo más natural es que él continuase la tradición familiar; pero desde pequeño tenia una a apariencia débil y en Francia 1770 no hay todavía lugar adecuado para una burguesía ya despierta y en empuje impaciente y ante tal acontecimiento no queda más que la Iglesia.

A los veinte años como Fouché se destaca estudiando en el colegio de los oratorianos, le ceden la cátedra de Matemáticas y Física para que desempeñe en ella los cargos de inspector y profesor es un cargo pobre, sin mucha esperanza de ascenso; pero siempre una escuela en la que él mismo aprende a la vez que enseña.

un rasgo característico de su personalidad: la antipatía a ligarse completamente, de manera irrevocable, a alguien o a algo, no toma las órdenes mayores, no hace voto; como en todas las situaciones de su vida, dejase abierta la retirada, la posibilidad de variación y cambio.

Durante su vida sacerdotal aprende lo que debe de hacer más tarde, infinitamente útil al diplomático: el arte de callar, la ciencia magistral de ocultarse a sí mismo, la maestría para observar y conocer el corazón humano; con la misma voz apagada sabe pronunciar lo cotidiano y lo terrible, y si puede cruzar con el mismo paso sigiloso los aposentos del Emperador y la frenética Asamblea popular, ello se debe a la disciplina incomparable de dominio sobre sí mismo.

Los religiosos buscan contacto con los círculos intelectuales, y este contacto lo facilita en Arras un círculo extraño llamado de los «Rosatis» en la que los intelectuales de la ciudad se reúnen en animadas veladas; Pequeños burgueses, gente insignificante, recitan poesías o pronuncian discursos literarios; los militares se mezclan con los paisanos. Robespierre, en vez de sentencias de muerte, graciosos versos; el médico suizo Marat, en vez de crueles manifiestos comunistas, escribe una novela dulzona y sentimental.

Robespierre, hace amistad el tonsurado profesor de seminario, y sus relaciones están en el mejor camino de trocarse en parentesco, pues Carlota Robespierre, la hermana de Maximiliano, quiere curar al profesor de los oratorianos de sus achaques místicos, y se murmura de este noviazgo en todas las mesas. Cuando mandan a Maximiliano de Robespierre como delegado a los Estados Generales, a Versalles, para trabajar en la nueva Constitución de Francia, es el tonsurado José Fouché quien presta al anémico abogado las monedas de oro necesarias para que se pague el viaje y se pueda mandar hacer un traje nuevo.

De un golpe Fouché tira la sotana, hace desaparecer la tonsura y en vez de pronunciar sus discursos políticos ante los niños lo hace ante los buenos burgueses de Nantes, fundándose un club -siempre empieza la carrera de los políticos en un escenario, prueba de la la capacidad de José en un par de semanas después ya es presidente de los Amis de la Constitución de Nantes.

Los ciudadanos de Nantes no gustan del radicalismo, temen por su crédito; quieren, sobre todo, hacer buenos negocios. José Fouché, certero observador, redacta un documento contra la abolición de la trata de esclavos, que aunque le proporciona una severa represión por parte de Brissot, no mengua su reputación en el estrecho círculo de los burgueses.

Se casa muy pronto con la hija de un rico mercader, una muchacha fea, pero de buena posición, pues quiere convertirse rápidamente en un perfecto burgués; Apenas se convocan elecciones para la Convención, se presenta el antiguo profesor de seminario como

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