Foucault relaciona a Marx, Freud y Nietzsche en tanto éste los inscribe en una hermenéutica que caracteriza como crítica.

2. Foucault relaciona a Marx, Freud y Nietzsche en tanto éste los inscribe en una hermenéutica que caracteriza como crítica. Pero para entender en profundidad a qué se refiere esta propiedad crítica que Foucault destaca, es necesario realizar un contraste entre ésta y la técnica hermenéutica que se desarrollaba en el siglo XVI: en aquella época las técnicas de interpretación reposaban sobre una definición perfectamente clara de todos los tipos posibles de semejanza (conveniencia, simpatía, emulatio, signatura y analogía) que, a su vez, fundamentaban dos tipos de conocimiento: la cognitio, que significaba el paso de una semejanza a la otra; y la divinatio que significaba que, yendo de una semejanza más superficial a una semejanza más profunda, se obtenía un conocimiento en profundidad. Ahora bien, en contraste con esta tradición moderna, Marx, Nietzsche y Freud “nos ponen en presencia de una nueva posibilidad de interpretación, han fundamentado de nuevo la posibilidad de una hermenéutica”, y ésta consiste en que se realiza una operación transformadora de la naturaleza del signo, puesto que a partir del siglo XIX, los signos y la interpretación de éstos se mueven en dimensión que podríamos llamar de la profundidad, y con esto no debe entenderse por ello interioridad, sino al contrario como  exterioridad, pues Nietzsche realiza una inversión de las categorías superficial – profundidad para negar el supuesto según el cual lo exterior es producto de lo interior:  establece que en realidad, lo exterior es lo más profundo, y dado que en la tradición moderna la hermenéutica se desarrollaba bajo el supuesto de que detrás de las palabras hay un sentido último, una profundidad, una verdad última, y en tanto tal la hermenéutica es capaz de conducirnos a éste por medio de los signos, Foucault mostrará la novedad de Nietzsche contra este supuesto, pues no hay para él un significado o un sentido último detrás de  los signos, sino que éstos son ya interpretaciones. Aquí se hace visible por qué Foucault adscribe la obra de Niezsche en la hermenéutica crítica, puesto que la obra de Nieztsche apunta a des-totalizar los regímenes de verdad institucionalizados por una cultura  o una época y los re-totaliza oponiéndolos a otras estrategias interpretativas, redefiniendo el proceso de producción simbólica y modificando la manera en la que el signo en general podía ser interpretado. Su obra versa sobre el desenmascaramiento del desciframiento simbólico que se propone restaurar un sentido oculto, disimulado o último. Se trata siempre de interpretaciones que hacen ver aquellos discursos que examina, como interpretaciones productoras de sentidos comunes, no meros objetos a descifrar, ingenuos, con un sentido dado desde siempre que se trataría de re-descubrir. No podemos afirmar que haya una realidad a la espera de ser descubierta por nosotros, dado que toda realidad es sólo en la medida en que se encuentra en relación con otras realidades, es decir, con nosotros mismos. Es por esto que en Nietzsche, la interpretación se presenta siempre como inacabada o inagotable y nos coloca a nosotros, en tanto sujetos interpretadores  como responsables de interpretar y re-significar los signos.

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