Genero como campo del conocimiento
Enviado por KAROL2797 • 15 de Septiembre de 2017 • Trabajo • 2.103 Palabras (9 Páginas) • 317 Visitas
El género como campo de conocimiento
La distinción entre sexo y género [pic 1]
El campo de la investigación feminista, desarrollada a partir de los años 70, defiende que las características humanas consideradas como “femeninas” no derivan de una supuesta naturaleza biológica, sino que son adquiridas mediante un complejo proceso individual y social. El concepto género empezó a utilizarse por las académicas feministas para referirse a la construcción sociocultural de los comportamientos, actitudes y sentimientos de hombres y mujeres.
Sin embargo para para clarificar el campo que se pretende delimitar, se tiene la siguiente definición propuesta por Lourdes Benería:
El concepto de género puede definirse como el conjunto de creencias, rasgos personales, actitudes, sentimientos, valores, conductas y actividades que diferencian a hombres y mujeres a través de un proceso de construcción social que tiene varias características. Es un proceso histórico que se desarrolla a diferentes niveles tales como el estado, el mercado de trabajo, las escuelas, los medios de comunicación, la ley, la familia y las relaciones interpersonales. En segundo lugar, este proceso supone la jerarquización de estos rasgos y actividades de tal modo que a los que se definen como masculinos se les atribuye mayor valor.
Esta definición nos sirve como imagen descriptiva del proceso complejo de construcción de la diferencia entre hombres y mujeres y que convierte la diferencia en desigualdad.
Con el concepto de género se pretendía acabar con las teorías deterministas biológicas que interpretaban el lugar social de hombres y mujeres como consecuencia de características biológicas. También se cuestionaban las teorías funcionalistas de “roles sexuales” que constituían una continuidad de las ideas de la diferenciación “natural” de los papeles sociales desempeñados por hombres y mujeres.
Se hizo necesario desde la teorización feminista, distinguir entre género y sexo, intentando rescatar a las mujeres del ámbito de la naturaleza a la cual se las adscribía y bajo cuyos parámetros se las conceptualizaba. De esta manera, se podía afrontar mejor el determinismo biológico y se ampliaba la base argumentativa en favor de la igualdad de las mujeres.
El uso de esta categoría llevó al reconocimiento de una variedad de formas de interpretación, simbolización y organización de las diferencias sexuales como diferencia de las relaciones sociales, y por ellos perfiló una crítica a la existencia de una esencia femenina; y por extensión, a todo tipo de esencialismo entendido como la atribución de características inherentes e históricas referidas a personas y grupos sociales. Por tanto el concepto de género se transformó en un instrumento fundamental de la teoría y práctica feministas.
La teorización femenina se esforzó en distinguir entre sexo y género, entendiendo por sexo las características anatómicas de los cuerpos, incluida la genitalidad, así como las características morfológicas del aparato reproductor y aspectos hormonales y cromosómicos. El termino genero se reservó para designar la elaboración cultural lo femenino y lo masculino. Se hizo patente la necesidad de comprender y desentrañar la construcción de género en su contexto social y cultural como una de las tareas más importantes de las ciencias sociales.
Gayle Rubin en su artículo de 1975 “The traffic in women: Notes on the Political Economy of Sex” plantea que el macho y la hembra de la especie humana son biológicamente similares en su necesidad de dormir, comer y defecar; en su vulnerabilidad durante la primer etapa de la vida y la ancianidad; en su susceptibilidad a las enfermedades, y en general, en su expectativa de vida, por lo que acuña la siguiente frase:
Desde el punto de vista de la naturaleza, hombres y mujeres están mas cerca unos de otras que cualquiera de ellos/as respecto a otras cosas (…) La idea de que hombres y mujeres son dos categorías mutuamente excluyentes debe surgir de algo diferente a una oposición “natural” inexistente.
Señala que las normas y prácticas sociales de las cuales se construyen las relaciones de género constituyen una interpretación selectiva de los datos de la naturaleza y por tanto del cuerpo humano. La institucionalización de las diferencias de género privilegia aquellos que son necesarios para un sistema de reproducción humana específico y con base sexual. A su juicio “la identidad de género, lejos de ser una expresión de diferencias naturales, supone una supresión de las semejanzas naturales”.
Las investigaciones desafían los dualismos exacerbados entre los sexos, así como la dicotomía naturaleza/cultura sobre la cual también se ha construido también la distinción sexo/genero, y revela que ambos polos de la dicotomía, no son mutuamente excluyentes.
Rubin además acuñó el concepto sistema sexo/genero para referirse a un aspecto específico de la vida social que permita estudiar los modos en que la materia bruta del sexo es convertida por las relaciones sociales de desigualdad en un sistema de prohibiciones, obligaciones y derechos diferenciales para hombres y mujeres. Propone el concepto para referir al conjunto de disposiciones, por las cuales la materia biológica del sexo y la procreación humana son conformadas por la intervención social y satisfechas de una forma convencional. Este sistema construye, a juicio de la autora, normas, representaciones y prácticas sociales, incluida la división del trabajo e identidades subjetivas.
En otro artículo, critico su denominación de sexo/genero por considerar que se puede desprender la idea de que el sexo es una realidad siempre constante y universal y por tanto una realidad “natural’’ ajena a la historia; se dirigía a desarrollar una teoría sobre la sexualidad que diera cuenta de la situación de las minorías sexuales.
Rubin entendía la importancia del estudio del género como una divisoria impuesta socialmente a partir de relaciones de poder. Divisoria que asigna espacios, tareas, deseos, derechos, obligaciones y prestigio. Asignaciones y mandatos que permiten o prohíben, definen y constriñen las posibilidades de acción de los sujetos y su acceso a los recursos.
De tal modo el concepto de género empezó a caracterizar a la investigación feminista. Para la socióloga Janet Chafetz, una teorización implica tres cuestiones interrelacionadas:
Primero, el género se presenta como un foco central de la investigación. Se trata de entender el carácter generizado de todas las relaciones, instituciones y procesos sociales. Segundo, las relaciones de género son vistas como un problema. Esto quiere decir que la teoría feminista pretende entender como el género se relaciona con otras desigualdades sociales, tensiones y contradicciones (…) Finalmente, las relaciones de género no son vistas como naturales o inmutables, sino que son el productos de fuerzas socioculturales e históricas que han sido creadas, y son constantemente recreadas por las estructuras y por los seres humanos y así potencialmente pueden ser cambiados por la acción humana.
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