Hacia un envejecimiento exitoso
Enviado por scherezada24 • 5 de Julio de 2018 • Ensayo • 3.196 Palabras (13 Páginas) • 191 Visitas
Hacia un envejecimiento exitoso: aspectos filosóficos, históricos y sociales.
Autor: María del Carmen Hernández Jasso.
Para entonces.
Quiero morir cuando decline el día,
en alta mar y con la cara al cielo,
donde parezca sueño la agonía
y el alma un ave que remonta el vuelo.
No escuchar en los últimos instantes,
ya con el cielo y con el mar a solas,
más voces ni plegarias sollozantes
que el majestuoso tumbo de las olas.
Morir cuando la luz triste retira
sus áureas redes de la onda verde,
y ser como ese sol que lento expira;
algo muy luminoso que se pierde.
Morir, y joven; antes que destruya
el tiempo aleve la gentil corona,
cuando la vida dice aún: «Soy tuya»,
aunque sepamos bien que nos traiciona.
Manuel Gutiérrez Nájera.
Este ensayo versa sobre los aspectos históricos y sociales del envejecimiento, así como la definición y objetivos del envejecimiento exitoso. ¿A qué aspiramos al hacernos viejos?
Es algo en lo que pocos pensamos a mi edad, pues en éste momento vemos la vida como logros, vitalidad, energía, trabajo, satisfacción. Ni siquiera nos pasa por la mente que con el paso del tiempo envejeceremos, y seremos como nuestros padres y abuelos. Ellos suelen decirnos: “como te ves, me vi; y como me ves, te verás”. Por supuesto “los tiramos a Lucas”, como diría mi abuela, pero, lo que dicen es cierto. En algún momento, correrán arrugas por nuestra piel, encaneceremos, nuestros ojos se nublarán, ya no seremos ágiles e intrépidos, nuestro andar se volverá lento y cansino. Preferimos no pensar en ello, como si negándolo pudiéramos evitar el inexorable paso del tiempo.
Me parece interesante abordar las antiguas concepciones sobre el anciano y la vejez, pues en ellas se basa nuestra visión actual.
En la literatura bíblica del Antiguo Testamento la vejez es considerada de una forma positiva y sublimatoria. Se destaca constantemente la dignidad y la sabiduría de las personas mayores junto a las especiales cualidades de la vejez para cargos elevados. De esta manera, las personas mayores se convierten en ejemplo o modelo, así como en guía y enseñanza.
La cultura griega ofrece multitud de actitudes y cambios sobre los roles, atributos y expectativas acerca de las personas mayores a través de los diferentes modelos culturales que jerarquizan las edades del individuo y las capacidades propias de cada edad. Fundamentalmente, destaca la concepción platónica y la concepción aristotélica que se diferencian en el sentido que otorgan a las personas mayores.
Platón en la República adopta una postura de máximo respeto por las vivencias de las personas mayores. Elogia a la vejez como etapa de la vida en la que las personas alcanzan la máxima prudencia, discreción, sagacidad y juicio, y las ofrece en la comunidad funciones de gran divinidad y responsabilidad, directivas, administrativas y jurisdiccionales y superiores en estima social. Hace resaltar, sobre todo, los agentes individuales del envejecimiento, considera que las vivencias del final de la vida están muy determinadas por la forma en la que se vive durante la juventud y en la adultez, y explica cómo habría que prepararse para la vejez. Así pues, Platón es un antecedente de la visión positiva de la vejez, así como de la importancia de la prevención y profilaxis.
Por el contrario, Aristóteles presenta una imagen más negativa de la persona mayor. En su Retórica, destaca el afán de disputa en la edad avanzada e interpreta la compasión como una debilidad. La “senectud”, que es la cuarta y última etapa en la vida del hombre, equivale a deterioro y ruina. Es una etapa de debilidades, digna de compasión social e inútil socialmente. Además, las personas mayores son caracterizadas como desconfiadas, inconstantes, egoístas y cínicas. En su escrito De generatione animalium, asocia la vejez con la enfermedad.
Estas visiones antagónicas sobre la vejez de Platón y Aristóteles serán continuadas y matizadas por diversos autores a lo largo de la historia del pensamiento humano. Son, además, las responsables de muchos de los estereotipos tanto positivos como negativos presentes en la sociedad actual.
¿Qué perspectivas tenemos al ser mexicanos y envejecer en México? Para responder esta pregunta, es necesario conocer el comportamiento demográfico de nuestro país durante el siglo XX, lo que nos ayudará a comprender la situación en que nos encontramos.
La población mexicana atraviesa por una fase de plena y acelerada transición demográfica y no podrá sustraerse en el futuro a la dinámica del envejecimiento demográfico. Dicha transición se inició en la década de los años treinta, con el descenso paulatino de la mortalidad, y se acentuó posteriormente a mediados de los años sesenta, con la declinación de la fecundidad.
El franco descenso de la mortalidad —resultado de la profusa expansión y cobertura de los servicios de salud, así como de la importación a bajo costo de medicamentos eficaces descubiertos en las naciones desarrolladas— y la política pronatalista que intentó satisfacer la demanda de mano de obra para la industria creciente y para habitar el territorio nacional, propició un alto crecimiento demográfico en México a lo largo del siglo XX, sobre todo desde 1954 a 1974, cuando las tasas superiores a tres por ciento anual se encuentran entre las más altas observadas en la historia de la humanidad.
Las consecuencias de ese pasado demográfico todavía son evidentes en la actualidad, pero lo serán aún más en los próximos años, cuando el proceso de envejecimiento se agudice.
México vive un prematuro y acelerado envejecimiento, pues mientras en 2010 las personas con 65 años de edad y más representaba el 6% de la población total, para 2016 este segmento significará el 15%, estimó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
En la presentación del Estudio Nacional de Salud y Envejecimiento en México (ENASEM), el organismo señaló que mientras México tardará 26 años en llegar a una tasa de envejecimiento de 15% de la población, en otros países este ritmo ha sido más lento.
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