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Ideas Politicas


Enviado por   •  6 de Julio de 2013  •  12.585 Palabras (51 Páginas)  •  268 Visitas

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La Historia de las Ideas Políticas goza de una concreción del objeto mucho más precisa; pues aunque, ciertamente, éste no deje de suscitar discusión, por ejemplo, en cuanto a su verdadera naturaleza o al alcance de sus manifestaciones, lo político representa algo más nítido y determinado en sus contenidos.

No se tratará aquí de esbozar una definición de lo 'político' por lo bien sabido de las complejidades propias de tal intento, que no parece estrictamente necesario abordar para el objeto de estas consideraciones. Bastará con la indicación de que con política o con lo político se hace referencia a la noción de cuño aristotélico (y en cierto modo parnasiano) referida al conjunto de mecanismos y comportamientos regulares que actúan en el control y conciliación de los diversos intereses existentes en el seno de una comunidad mediante la intervención de una fuerza coactiva legitimada; el espacio que se intercala entre el concierto y la avenencia armónica y espontánea y la imposición por la nuda fuerza.

El terreno de la transacción y la persuasión; de la resolución o neutralización de conflictos y de la pugna de intereses, abierta o latente. Desde luego, ver la cuestión de este modo no

supone, no tiene que suponer al menos, interpretar la práctica política en términos irenistas; casi es ocioso decir que si

hay que buscar la conciliación es porque ha existido previo desacuerdo y por lo tanto "la política versa sobre el

desacuerdo y el conflicto"1

. Esta concepción que atiende de modo preferente al equilibrio y la conciliación no es,

evidentemente, la única posible, y experiencias históricas tan políticas como el estalinismo en sus distintas formas o la

Gleichshaltung podrían llevar a sostener interpretaciones muy distintas. Pero aun en esos casos la eliminación

sistemática y violenta de intereses opuestos o discrepantes puede ser, en la práctica, una exigencia no sólo de

convicción o ideológica sino de la necesidad de equilibrar internamente y políticamente los intereses encontrados de

los grupos que disponen de la capacidad de excluir a sus rivales. De igual modo, la política es también, y

fundamentalmente, una relación de obligación, de mando y obediencia. "La esencia de lo político" se centra ante todo

para algunos tratadistas, junto a la existencia de enemigo ante el que actuar, en la cuestión del poder o el mando:

"cualquier política implica necesariamente el hecho de mandar y el de obedecer", "mando y

obediencia hacen que exista la política"

2

. Abundar en la cuestión no parece necesario ahora, y hacerlo obligaría

necesariamente a enredarse en esas complejidades suyas que se trataban de evitar. En última instancia, y sin olvidar la

necesidad de un concepto categorial de lo político3

en el estudio de las ideas o del pensamiento político para lo que no

son suficientes las definiciones simplificadoras y tautológicas, podría ser bastante la explicación aquí apuntada.

Partiendo de ello se puede adelantar una definición de Historia de las Ideas Políticas que no busca tampoco

más que proporcionar una noción general y aproximada como punto de partida para una indagación más meticulosa.

Así, podría decirse que se trata de la parcela de los estudios históricos que se ocupa de la evolución en el tiempo de

los contenidos adoptados por la reflexión sobre la actividad política bien categorial o filosófica, bien científica, así

como por el discurso político y las representaciones ideológicas. Surgida en gran parte de la Filosofía Política y de la

Historia Política, la Historia de las Ideas Políticas es, sin embargo, algo más y distinto de la ordenación cronológica y

la determinación de las conexiones en el tiempo de esa forma de indagación. Es decir, la Historia de las Ideas Políticas

cuenta con su método y su objeto propios, confirmándose así como una rama científica diferenciada. En segundo

término, en este desbroce inicial, se incluyen dentro del ámbito propio de la Historia de las Ideas Políticas no sólo las

exposiciones formales y sistemáticas, sino también el discurso político global y las representaciones ideológicas. No

se trata de dos elementos independientes, de dos unidades de una misma serie pero diferenciadas, sino de dos

manifestaciones de la ideación política conectadas e íntimamente unidas. Las ideas políticas sistemáticamente

elaboradas en moldes filosóficos pueden, simplificadas y distorsionadas a veces en forma extrema, sustentar las4

concepciones políticas de sectores amplios de una sociedad. Herman Heller4

se valió de una imagen que ilustra bien

esta vertiente de la cuestión, al presentar las ideas políticas en una estructura piramidal: nítidas, bien construidas y

lógicamente coherentes, por lo general, en la cúspide de los pensadores o las pequeñas minorías intelectuales; con

merma de precisión y desplazamiento del rigor por la emocionalidad en la base de su apoyo social. Una cuestión, en

suma, que ha sido objeto de preocupación para todos los historiadores de las ideas que hayan sido verdaderamente

historiadores. Se trata ahora de reconocer que el pensamiento político no queda reducido y encerrado en los textos y

en las obras de los autores más o menos canónicos, sino que trasluce en la totalidad del discurso, o mejor, en todo

discurso cualquiera que sea su forma, con toda su carga de imágenes y símbolos históricamente determinados y que

son de uso común en una sociedad dada. Pero, además, una historia de las ideas políticas abstractizante, de puras

unidades mentales sería sencillamente ilusoria. Aun en la acepción de la disciplina más próxima a este enfoque, la de la

Historia de las Ideas Políticas como Historia de la Filosofía Política, sus cultivadores propenden a destacar sus

vínculos con la realidad social en la que surgen y circulan esas ideas: "Toda la filosofía política depende de la realidad

política de su época y, al propio tiempo, influye sobre la misma, configurándola; está hecha por la historia y, a su

vez, hace la filosofía política a la historia y actúa sobre ella (...). No es posible un conocimiento de la filosofía política

sin tener en cuenta el trasfondo político del que surge"

5

. No mucho después de que se escribieran las anteriores líneas,

en las celebradas conferencias de Harvard en 1958, Oakeshott, otro bien acreditado filósofo político,

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