LA CRISIS DEL MUNDO CLÁSICO
Enviado por NatalieAbascal • 10 de Diciembre de 2017 • Documentos de Investigación • 3.541 Palabras (15 Páginas) • 273 Visitas
LA CRISIS DEL MUNDO CLÁSICO.
La etapa clásica abarca desde el 27 D.c. (momento en el que Augusto sube al poder) hasta el 284 D.c. (momento en el que Diocleciano sube al poder), etapa que coincide con El Principado, y por consiguiente, el momento de más importancia e influencia de Roma.
Esta etapa se caracteriza por la concentración de la mayor parte de los poderes en torno al emperador o princeps. Militarmente, Roma se expande por todo el Mediterráneo, Asia Menor, África, etc.
Este periodo se conoce como un momento de expansionismo, poder y auge de Roma, sin embargo, a partir del año 235 D.c., comienzan una serie de problemas que darán paso a una gran crisis que conocemos como la Crisis del Siglo III.
Los problemas empezaron en el año 235, cuando el emperador Alejandro Severo es asesinado por sus soldados después de que el ejército romano fuera vencido en la guerra contra la Persia sasánida. Tras su muerte, varios generales peleaban por el control del imperio, las fronteras fueron desatendidas y sufrieron varios ataques por parte de godos, vándalos, alamanes y sasánidas.
Finalmente, en el año 258, el conflicto pasó a ser interno, pues el imperio se dividió en tres estados separados que competían entre sí. Las provincias romanas de Galia, Britania e Hispania formaron el llamado Imperio Galo, y más tarde, las provincias orientales de Siria, Palestina y Egipto forman el Imperio de Palmira. Los territorios restantes formarán el propio Imperio Romano, y estos serán: Italia, los Balcanes, Asia Menor y las provincias leales del norte de África.
Aureliano estuvo en frente del poder del imperio durante el peor periodo de la crisis, ocurrido durante su reinado (270-275) derrotando, sucesivamente, a vándalos, visigodos, palmirenos y persas y después a lo que quedaba del Imperio Galo. Al final del año 274 el Imperio romano se reunificó, y las tropas fronterizas volvieron a sus puestos. Los godos fueron derrotados en la batalla de Naissus en 268. Esta victoria un punto de inflexión en la presente crisis, cuando una serie de emperadores-soldados tomaron el poder. Las victorias del emperador Claudio II el Gótico durante los dos años siguientes hicieron retroceder a los alamanes y se recuperó Hispania del Imperio Gálico. Cuando Claudio falleció en el año 270, el famoso general Aureliano, que había comandado la caballería en Naissus, sucedió a este como emperador y continuó la restauración del Imperio.
Sin embargo, las ciudades que antes eran ricas y prósperas (especialmente en el oeste del imperio) estaban arruinadas tras estas guerras, sus poblaciones habían sido dispersadas y trasladadas y debido al colapso de la economía (debido a la situación de inflación, la devaluación de la moneda y la pobreza derivadas de estos años de inestabilidad política) la mayoría no pudieron no fueron reconstruidas. Las otras principales ciudades (incluyendo Roma) se encontraron rodeadas de murallas defensivas que no habían necesitado durante gran parte de su historia.
Finalmente, aunque Aureliano había jugado un rol importante en la restauración de las fronteras del imperio y su protección contra amenazas externas, la crisis continuaba asolando el imperio. En particular, el problema derecho de sucesión (que nunca había sido definido y establecido totalmente, con los casos en los que los emperadores adoptaban a gente adulta para proponerlos como sucesores), lo que condujo a continuas guerras y luchas civiles al proponer distintas facciones sus candidatos favoritos a emperador. Otro problema era gran tamaño del imperio, que dificultaba el que un solo gobernante autocrático pudiera administrar política y militarmente todos sus territorios. Todos estos problemas fueron atajados gracias a la subida al poder de Diocleciano, en el 284 D.c., terminando con el imperio absoluto y que dará paso a una etapa que conocemos como El Dominado, que no será una etapa de tanto auge como la anterior, pero con las reformas de Diocleciano se podrá atajar la crisis más efectivamente. Esta etapa del Dominado durará hasta el 476 con la caída del imperio romano de Occidente.
EL DOMINADO.
La figura de Diocleciano ocupa una posición central, pues con su ascenso al poder en el 284 iniciamos una nueva etapa. Las medidas que toma este durante su ejercicio del poder son un preludio del largo proceso reformista bajoimperial.
La situación de anarquía militar fue eventualmente controlada, aunque todavía el ejército mantuvo su actividad en las fronteras. El Senado romano quedó definitivamente relegado en su función tradicional de nombramiento del nuevo emperador. Los viri militares controlaron ya prácticamente todos los puestos de la administración. El régimen político del principado se sustituyó por un sistema de poder colegiado: la tetrarquía, simbolizada por la aparente armonía entre dos augustos y dos césares. El restablecimiento del orden dio un nuevo impulso a las actividades productivas, se recuperó el comercio y la industria vio incrementada su producción habitual, destinada ahora a su principal consumidor: el ejército.
Clasificamos las reformas de Diocleciano de la siguiente manera:
Reformas políticas. El sistema de la Tetrarquía (quattuor principes mundi.) Diocleciano puso fin a la dinámica política que durante casi un siglo se había caracterizado por las luchas por el control del poder y la rápida alternancia de emperadores. Diocleciano instituyó la tetrarquía[1] como medio para impedir levantamientos militares y proporcionar estabilidad en la sucesión, dividiendo de facto (hecho) al Imperio en dos partes o secciones. El Imperio quedaba a cargo de dos Augustos y dos Césares. Se conocieron como augustos a los dos emperadores o gobernantes en ejercicio, incluido él mismo, y como césares a los dos reemplazantes. La dirección del imperio se dividía entre los cuatro, es decir, entre el propio Diocleciano y Maximiano, ambos con el título de augusto, de oriente y occidente respectivamente, por un lado, y Galerio (oriente) y Constancio Cloro (occidente) como césares[2]. La tetrarquía no supuso en ningún caso la repartición del poder imperial sino solamente una distribución más racional de las funciones gubernativas, civiles y militares. El nuevo modelo político se basaba en la colegialidad del poder, no en su fragmentación.
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