LA ESCLAVITUD Y LA TRATA DE PERSONAS
Enviado por JoselynLainesBr • 16 de Mayo de 2015 • 1.909 Palabras (8 Páginas) • 260 Visitas
Séneca dijo una vez que: “La esclavitud más denigrante es la de ser esclavo de uno mismo”. Martin Luther King afirmó que “Nadie se nos montará encima si no doblamos la espalda”. Pero... ¿qué es ser un esclavo?
Un esclavo es un hombre susceptible de ser comprado, vendido y utilizado a voluntad de su señor, que es su propietario.
Seguro que a todos nos suena la frase: “Prefiero morir de pie, que vivir de rodillas”. Yo estoy totalmente de acuerdo con ella; para mí la esclavitud es la degradación de la dignidad humana, y por eso, y otros muchos aspectos, estoy en contra.
Desde la antigüedad, y a lo largo de la historia, la esclavitud ha estado presente en todas las civilizaciones. Ricos, terratenientes, personas con algún poder económico, han defendido este estado social, ya que desde las guerras, los perdedores pasaban a ser mercancías de los vencedores, y así las personas se convertían en un botín de guerra. Esta situación era defendida incluso por filósofos como Aristóteles que decía: “El esclavo es un instrumento animado”.
Hoy la esclavitud toma variadas formas, por esto en este último punto, no voy a limitarme a la esclavitud africana porque hoy la esclavitud nos acecha a todos: por un lado, los países desarrollados mantienen a los países subdesarrollados bajo un régimen de servilismo y explotación, donde las cadenas y los látigos se han camuflado en los requerimientos del Fondo Monetario Internacional, el cual exige cada día más las reservas y recursos naturales como pago de intereses de una deuda externa agiotista y oportunista a la cual entregamos nuestra autonomía y nuestra propia supervivencia como pueblos; por otro lado, subsiste la venta y tráfico ilegal de personas, tráfico donde las principales -aunque no exclusivas- víctimas son los niños, los pobres, las mujeres, los desvalidos, los inmigrantes y las minorías étnicas o raciales. Sus actividades más frecuentes son: el trabajo forzoso en la agricultura y en la industria (en industrias famosas y no tan famosas), la prostitución, la pornografía, el tráfico de drogas, el robo, el trabajo doméstico, la mendicidad obligatoria, la venta callejera, etc.
Existen otras formas de esclavitud: la servidumbre por deudas; la participación obligatoria de ciudadanos en trabajos públicos en el contexto del desarrollo económico, una práctica dominante en algunos países asiáticos (entre ellos Vietnam) y africanos (República Centroafricana, Sierra Leona y Tanzania);[xiv] otra cara de la esclavitud es el trabajo forzoso impuesto por militares; el reclutamiento forzoso u obligatorio de niños para utilizarlos en conflictos armados; el uso del trabajo de los presos en países en los que el trabajo forma parte de la pena como en China, o en los que está autorizada la contratación de prisioneros por parte de organizaciones privadas, como en Estados Unidos. La cárcel -con imposición de trabajo forzoso- se convierte antes que en un lugar de "rehabilitación de los presos" en un medio de explotación de personas y fuente de grandes ganancias. Una vez tildados de "criminales" la explotación resulta de esta forma legitimada.
Otra forma de esclavitud es la que se lleva a cabo en trabajos tildados de "legales", pero donde se explota al empleado bajo diferentes formas: salarios míseros, deudas, falta de pago, extensas horas de trabajo, posturas corporales perjudiciales para la salud, grandes esfuerzos físicos y/o mentales, manipulación de productos tóxicos, ambientes insalubres, tratos inhumanos, ausencia de descansos, trabas o simple prohibición del abandono del empleo, etc.
Se presume que en sitios remotos, en algunos países la misma se lleva a cabo en forma clandestina. Esto significa que en pleno siglo XXI todavía hay personas que someten a otras a su voluntad, obligándolas a realizar trabajos que ellas no desean y, lo que es más, sin remuneración alguna. Cuando la persona no obedece es sometida a castigos severos. En muchas ocasiones los trabajos son forzados, extenuantes y hasta denigrantes.
Pero si lo vemos desde el punto de vista de la organización del sistema económico ¿No seguimos siendo esclavos? En esta ocasión se ilusiona al individuo con la falsa idea de que es libre. Sin embargo, ese individuo debe seguir trabajando para poder subsistir y, en muchas ocasiones, el salario es tan absolutamente paupérrimo que apenas le alcanza para comer. El sistema económico parecería ser, desde este punto de vista, una forma de esclavitud disimulada, disfrazada. En ella, el individuo sigue trabajando para determinada persona, o grupo de personas, para la élite, para el sistema mismo; sólo que en esta ocasión el esclavizante no le da comida, techo ni abrigo, sino que lo canjea por dinero. Lo que sigue es que el trabajador canjea ese dinero por lo mismo, por techo, comida y abrigo. Pero ¿A quién le adquiere todo esto? Sí, a las mismas personas que manejan el sistema, a los mismos dueños del mundo. ¿Y nos seguimos creyendo libres?
Los mismos países son esclavos de otros, del imperio, del monopolio, y los sistemas bancarios son utilizados muy diestramente para cohesionar la voluntad ajena. Y a eso deberíamos reducir el concepto de esclavitud; pues no solamente puede tratarse de cadenas y grilletes físicos, sino el mismo hecho de cohesionar la voluntad.
A modo de síntesis creo que, las condiciones de explotación que genera el sistema socio-económico vigente, privilegiando la ganancia por encima de todo y de todos, lo convierte en el generador de pauperización por excelencia: La escasez de controles a nivel local, nacional e internacional; la falta de educación; el desinterés y la despreocupación a nivel individual y social; la falta de leyes -o su aplicación- que garanticen la igualdad y protección jurídica de las personas; la complicidad encubierta; la ausencia de canales de información y denuncia; los conflictos civiles y la discriminación por motivos raciales
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