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Los sanitarios públicos y el desarrollo nacional


Enviado por   •  8 de Junio de 2024  •  Ensayo  •  1.375 Palabras (6 Páginas)  •  18 Visitas

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LOS SANITARIOS PÚBLICOS Y EL DESARROLLO NACIONAL

SERGIO CRISTIAN MARIN MAQUERA

Sociología General

CARRERAS DE ANTROPOLOGIA Y ARQUEOLOGIA

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES - UMSA

Introducción

Todos, sin excepción, hemos necesitado de un baño -excusado, retrete, letrina, WC, o como se le quiera llamar- y en muchas ocasiones con urgencia, hasta con desesperación. En circunstancias especiales, encontrarlo o sufrir el infortunio de no hallarlo puede ser una experiencia difícil de olvidar. Es más, puede ser motivo de reproches o anecdóticas conversaciones. Respecto al desarrollo nacional podemos decir algo parecido, pero a lo mejor se trate de una urgencia menos azarosa y correteada.

Este brevísimo ensayo aborda la importancia de los baños públicos y otros adminículos en la planificación para el desarrollo nacional. Si, así de claro: debe estar presente en la planificación del ansiado desarrollo de nuestro país. Empero, nada tiene que ver con un sesudo y exhaustivo análisis de su importancia para la higiene y la salud de la humanidad entera, ni mucho menos. Está limitado al análisis de la falencia o deplorable presencia de estas instalaciones en el contexto de los recorridos que uno tiene que realizar a través del territorio nacional. Sea por trabajo o por diversión. Solo o en compañía de propios o extraños.

A está alturas del texto ya se percibe que me referiré a estas instalaciones sanitarias en el contexto de una de las actividades más prometedoras para el desarrollo de Bolivia: el turismo. Hay mucho más que turismo, por supuesto, pero esto es algo que está en nuestras manos en gran medida.

No voy a abundar en fuentes de información, ni en referencias bibliográficas que respalden lo que afirmo, pues es un tema por todos conocido e igualmente experimentado de primera mano.

La industrialización como fuente de desilusiones y frustraciones

Un deseo, sincero sin duda, común a las dirigencias de la izquierda, del nacionalismo y de la derecha -democrática, populista o golpista- ha sido y es la industrialización del país. Planteada con distintos enfoques, con mayor o menor imaginación, pero siempre convencidos hasta la médula que ese es el camino que se debe seguir. Bolivia no tiene la exclusividad de esta visión, en mayor o menor medida ha sido y sigue siendo común en la región.

En el siglo XIX, recién nacidos a la vida republicana, conservadores artesanos y liberales comerciantes ya se planteaban el tema. A mediados del siglo XX la sustitución de importaciones, impulsada por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), pintaba de esperanza industrial a nuestros países. El objetivo principal era reducir la dependencia de las importaciones y fomentar la producción local (Raúl Prebisch et al). Sorprenderse con cualquier propuesta parecida hoy en día sería una ingenuidad. Es común en el mundo de la política encontrar algún texto amarillento comprado en los 70’s y leerlo 50 años después. Así pues, esta visión sigue siendo hoy una novedad en nuestro ideario de desarrollo.

No hay programa de gobierno que no esté impregnado de “impulso al desarrollo industrial”. Generalmente asociados a temáticas como la importancia de incrementar el valor agregado; el mayor aprovechamiento de nuestros recursos naturales; o a algo más pesado aún, el desarrollo de la industria básica: LA SIDERURGIA. Independientemente de cómo se plantee el tema -como iniciativa privada o desde el estado- ha sido y es imprescindible su presencia en todas y cada una de las ofertas electorales y en los textos de todas las estrategias de desarrollo. En casi todos los casos la industrialización, así planteada, no ha podido superar el ámbito de las promesas.

A un año de cumplir el bicentenario de la independencia de nuestro país, la realidad, terca como suele ser, nos muestra que la esperanza de industrialización está circunscrita fundamentalmente a las empresas de alimentos y otros productos básicos. En otras palabras, hemos logrado sustituir las importaciones de alimentos, vestimenta y alguna que otro rubro, pero con fuertes limitaciones y poca competitividad. Los grandes planes: el litio y su industrialización; el Mutún y la siderurgia; Carachipampa y la fundición de plomo y plata; la volatilización del estaño; y un largo etcétera, son los ejemplos de un largo camino plagado de frustraciones, malgasto y corrupción.  

Por qué insistir en ese rumbo si la evidencia nos muestra que la brecha entre el desarrollo tecnológico en el mundo y nuestra realidad es cada vez más grande. Tal parece que es imprescindible un cambio de dirección, una nueva ruta, otro paradigma. Veamos.

El turismo, una beta casi inagotable

Conocer nuestro territorio; percatarse de sus características y disfrutar de sus vastos espacios; sorprenderse con los cambios de clima en pequeñas distancias; conocer el proceso de adaptación en tan variados ecosistemas; conocer nuestras diferencias históricas y culturales, y disfrutar de sus expresiones culinarias, de la música y danza en cada región, todo eso y más, es una oferta muy atractiva y altamente competitiva.

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