MEDICALIZACIÓN Y PATOLOGIZACIÓN DE LAS INFANCIAS Y ADOLESCENCIAS
Enviado por loremico • 6 de Junio de 2022 • Trabajo • 868 Palabras (4 Páginas) • 92 Visitas
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SUJETOS DE LA
EDUCACIÓN Y
CONVIVENCIA
ESCOLAR
2°B
PROFESORA: SILVINA TESTAGROSSA
ALUMNA: ANDREA LORENA MICOLINI
MEDICALIZACIÓN Y PATOLOGIZACIÓN DE LAS INFANCIAS Y ADOLESCENCIAS
- ¿Desde qué lugares se definen los parámetros de “normalidad”?
- ¿Qué aspectos-situaciones-condicionantes abonan el creciente número de derivaciones por parte de la escuela a profesionales externos a ella?
- ¿Cómo pensar la convivencia escolar dirimida entre las construcciones de “normalidad”, “integración” “inclusión”, diversidad”?
- ¿Qué implicancias tiene la dialéctica entender-atender a la hora de implicarse educativamente en las situaciones escolares?
A continuación, construir un texto con una extensión de aproximadamente dos carillas que explicite algunas posibles respuestas a los interrogantes que se presentan. (Aspectos formales: Fuente Times New Roman 12 - Interlineado 1.5 - Márgenes Normal - Texto justificado)
¿Qué es normalidad o ser normal? ¿Lo comúnmente aceptado, y establecido socialmente como lo adecuado y, por lo tanto, es respetado?? ¿Qué tiene un desarrollo acorde a determinada edad, que sus logros y conductas corresponden a ello? ¿Ser “normal” es ser bueno, tranquilo, educado, hábil, capaz, sociable, inteligente, autónomo?
La normalidad no existe, es una construcción social que etiqueta, clasifica, aparta, margina y discrimina. Un niño o un adolescente son sujetos en construcción con una historia, una familia, una forma de vida particular a los que se debe entender y atender en sus subjetividades y dentro de sus contextos.
En educación, los niños o adolescentes, distraídos, tímidos, “lentos” en su aprendizaje, agresivos, hiperactivos, pocos sociables, oposicionistas son considerados “anormales”, las instituciones escolares y docentes consideran que estos problemas de aprendizaje y comportamiento son de origen psicológico o patológico, y derivan a los padres que en muchos casos quieren soluciones rápidas, con sus niños o adolescentes a centros médicos generalmente con algún informe que muestra o sugiere algún diagnóstico. Cuando estas características individuales y singulares de niños y adolescentes son consideradas como cuadros patológicos y por consiguiente pretenden resolverse mediante medicación es cuando se produce la patologización, llevar a un lugar de enfermedad situaciones que son parte del comportamiento y medicalización de infancias y adolescencias, pensando que ésta es la mejor y más rápida solución, sin considerar, ni pensar porque no puede aprender, qué le pasa a esos niños o adolescentes, cuál es su sufrimiento, su problema, malestar; no se los escucha, no se reconocen las diferencias; y fundamentalmente se pone foco en el sujeto y no en el trabajo docente o características de la institución que pueden ser inapropiadas para esta época , solo se piensa en como eliminar esas subjetividades, sin darse cuenta que esta medicalización sólo va anular y tapar los síntomas pero no va eliminar el problema, la causa que provoca un comportamiento diferente a lo aceptado socialmente. Cabe aclarar que muchas veces las patologización y medicalización son muy importantes en la detección de enfermedades o trastornos.
Cuando estos sujetos son derivados a médicos, psicólogos, psicopedagogos terminan siendo evaluados y medicados por medio de test que clasifican y estandarizan mediante indicadores el comportamiento según el manual de diagnóstico DSM, que también son impulsados por grandes negociados de laboratorios y obras sociales que transforman en clientes a estos niños y adolescentes.
Estos diagnósticos son nocivos, pueden generar que queden encerrados, identificados en ellos y crean que todo lo que les pasa es por esto o que a causa de… no podrán, generan una marca que puede determinar su futuro, su porvenir; por esto la autora Gisela Untoiglich titula su libro: En la infancia los diagnósticos se escriben con lápiz, no debemos encasillar, ni rotular bajo un diagnóstico ya que pueden ser etapas o características de un determinado momento, y el rotularlo se pueden tapar transformaciones o evoluciones. Ningún profesional médico puede determinar la vida de un niño o adolescente, ni decirle que puede o no hacer.
El rol del docente en este gran problema es fundamental, es quien tiene la posibilidad de entender- atender estas singularidades y diferencias, cada uno tiene su historia, su recorrido, ninguno es igual a otro y por lo tanto todos necesitan algo diferente.
Lo primero es sacar los estereotipos de normalidad que están arraigados, ya que actualmente queremos sujetos que sean cuestionadores, que tengan pensamiento crítico, que pregunten, cuestionen; deben ayudarlos a internalizar las normas, a calmar la rebeldía, deben leer las situaciones, escucharlos, acercarse y preguntarles que les está pasando. Preguntarse si como docente está provocando esa situación, que puede hacer, mejorar para ayudarlas/os, darles tiempo, trabajar con ellos/as, diseñar y proponer aprendizajes creativos que atiendan la diversidad y tiendan a la inclusión. Entender que es necesario trabajar integralmente, institución, familia, lograr condiciones escolares que se adapten a las necesidades de todos los niños y adolescentes y no al revés.
La derivación a médicos, psicólogos no debe ser la primera opción de solución de los docentes, y la medicación tampoco ser el primer y único recurso ya que de esta manera se pueden anular los síntomas, taparlos o encontrar una solución pasajera al síntoma, pero no a lo que lo provoca, que inevitablemente va volver manifestándose de otra manera.
Es importante decir que la formación docente debe generar espacios donde se pueda repensar el formato actual del sistema educativo que conserva características del siglo XIX, con sujetos del siglo XXI.
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