MI BELLO PUERTO DEL MAR

MI BELLO PUERTO DEL MAR

Nacida en el puerto de Buenaventura y de tez blanca, por mis venas corre la sangre del mar pacifico, criada en un barrio muy humilde de esta ciudad donde las casas de madera eran ubicadas encima de las orillas del mar y uno de los transportes de un barrio a otro se hacía en los rieles del tren en las llamadas brujas; la escasez y calidad del agua se hacía notar, pero la felicidad llegaba cuando los fuertes aguaceros bañaban la ciudad. Los niños, jóvenes y adultos sin importar que fuese de día o de noche salían a jugar bajo la cálida lluvia.

La mayor fuente de ingreso se desempeña principalmente de la pesca, la madera, el terminal portuario y el trabajo informal o más llamado “rebusque”, algunos jóvenes para generar ingresos se iban de polizones en los barcos a conquistar el sueño americano, aunque ciertos lograban llegar, otros morían en el intento, era como una ruleta de la suerte.

En la plaza de mercado se encontraba mi abuela, más conocida como la mona, tenía un pequeño restaurante y su comida era muy apetecida ya que ella preparaba un delicioso almuerzo desde dos mil pesos, su sazón era increíble los clientes anhelaban que de ñapa les agregara un poco de concolón o la pega del arroz y su gran especialidad un delicioso sancocho de pescado a base de leche de coco, cabezas de pescado, albahaca y el ingrediente más importante un rico pescado ñato o bocachico, aunque la mona ya no está con nosotros, le dejo el toque secreto a mi madre, ya que no es muy constante la preparación de este delicioso plato en casa, cuando mi madre lo prepara nos trae los más lindos recuerdos de la abuela. Hoy en día en la plaza de mercado las cocineras siguen haciendo este típico plato de la costa pacífica en especial doña Chencha.

El narcotráfico y la violencia se evidencia en la ciudad, es común verse pelear entre pandillas por marcar territorios, también los rituales de brujería, hechicería o mal de ojo, cuentan que cuando una persona es asesinada por otra, en el velorio tienden a amarrarle los dedos de los pies con una cuerda al difunto y le hacen rezos, con el fin de que la persona que hizo el delito aparezca en el velorio y confiese su hecho, debido a esto es que en los últimos años se presentaron los crímenes en las casas de pique para que los occisos no pudieran hacerle un velorio común, ni el ritual de amarrarle los pies.

En el despido de este mundo terrenal o en el velorio, tiene una particularidad al realizarse, es común verse a los visitantes en toldos a las afueras de las casas, jugando parqués o dominó y a la madrugada en vez de ofrecer una tisana o un café, se le brinda un delicioso consomé, si el fallecido es un niño menor de 10 años se le hace un ritual con cantos, chirimías y danzas simbolizando que ese ser ha muerto sano sin maldad.

Es mucho el tiempo en el que ya no vivo en esta hermosa ciudad, en la cual extraño contemplar la brisa y el mar de color oscuro, en el famoso parque llamado la “playa basura”, donde se pueden encontrar los más deliciosos platos y frutos típicos como el chontaduro, el agua de pipa, la cocada o chancaca y el gran afrodisiaco vitamínico arrechon y terminar la tarde viendo el horizonte donde el mar se junta con el amarillento atardecer y los barcos entrando al terminal portuario.

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