Maestro Investigador
Enviado por zoiresoab • 17 de Abril de 2015 • 6.622 Palabras (27 Páginas) • 285 Visitas
EL MAESTRO COMO INVESTIGADOR DE SU PRÁCTICA PEDAGÓGICA COMO ESTRATEGIA DE MEJORAMIENTO
No es cierto que la calidad de la educación dependa de la planeación extensiva ni el exceso de activismo de los docentes dentro del aula, por el contrario se truncan proyectos en los cuales la participación de los estudiantes es la clave para generar procesos de aprendizaje, el simple seguimiento paso a paso de las actividades cotidianas en un aula puede convertirse en la herramienta más efectiva para generar procesos de investigación
El fenómeno del enclaustramiento de los docentes en un aula de clase, es la venda que no permite que vea el entorno, un espacio rico en problemáticas que generen procesos de investigación; un maestro investigador no es un ser de otro mundo, simplemente es aquel que se atreve a abrir las ventanas del aula en la cual se encuentra y por tanto descubre un maravilloso mundo oculto que siempre ha estado ahí a los ojos de todos pero que nadie ve.
A menudo estamos esperando situaciones extraordinarias, fenómenos irrepetibles o personajes fantásticos que hagan algo fuera de lo común para empezar a investigar y entonces nos quedamos ahí sentados mientras el mundo gira, pero no nos damos cuenta que en lo cotidiano está ese material invaluable sobre el cual se puede y debe generar investigación, la situación socio cultural de mi colegio, la pelota de papel con que juegan los niños al recreo, el entorno familiar de Juanito y miles de situaciones pueden ser los mejores objetivos del lente inquieto de un maestro investigador.
No existe mejor evidencia del trabajo investigativo de un docente que su propio diario de campo, en él no se admiten mentiras, sobre él se plasma una realidad en todos los sentidos desde los complejos procesos pedagógicos hasta las simples actitudes casi imperceptibles de un niño, aquellos difíciles problemas matemáticos y las inocentes preguntas de un preescolar
La bitácora o diario de campo debe ser quizá el tesoro más preciado de un buen maestro con visión investigativa, pues allí debe quedar consignado hasta el más pequeño detalle de lo sucedido dentro y fuera del salón de clase, si el maestro es inquieto encontrará en este instrumento todos los elementos que lo lleven a un exitoso proceso investigativo con las evidencias que requiere.
Es asombroso observar el mundo evolucionista en el que vivimos sumergidos día tras día. En cada momento surgen nuevas transformaciones, cambios, desarrollos que hacen del mundo una total complejidad. Hace poco mas de 50 años la pedagogía tradicional sobresalía en el sistema educativo, ahora se considera que la pedagogía activa es la más adecuada tanto como para enseñar por parte del maestro, como para aprender por parte del estudiante.
Todo cambia, se transforma y evoluciona, no solo en el campo educativo y pedagógico que es lo que nos compete, sino también en campos distintos como la misma tecnología, la medicina, las ciencias sociales y humanas, las ciencias exactas entre otras.
Hoy algo puede estar establecido totalmente como paradigma, mañana habrá otro que lo derroque y haga cambiarlo, como paso con la teoría geocéntrica formulada por Aristóteles, donde se manifestaba el hecho de que el sol giraba alrededor de la tierra, derrocado por la teoría heliocéntrica negando la tierra como centro del universo.
El maestro forma con su vida, con su biografía, con lo que es como ser en sociedad, con su origen y sus luchas, sus derrotas y sus conquistas, con las oportunidades -pocas o muchas- que ha tenido y con la manera como las ha aprovechado; educa con su manera de integrarse de forma plena o de manera precaria en la modernidad, en los espacios de la sociedad o, dicho de manera más precisa, con las oportunidades reales que la sociedad le ofrece para transformase en un ser moderno o con las que le niega o aparenta brindarle.
Es por ello que en el proceso de cambio, es neurálgico el rol investigador, innovador y reflexivo del maestro. Así como afirma Assael (1996: 46-52) que: “El cambio de la función del profesor y de la organización del trabajo docente exige, que el proceso de innovación requiere ser asumido a partir de una reflexión crítica sobre las prácticas pedagógicas institucionalizadas”. Es decir, que los profesores investiguen los problemas pedagógicos que enfrentan en su práctica cotidiana, y con el aporte de teorías pedagógicas, intenten comprenderlos en su complejidad para elaborar nuevos conocimientos que les permitan abordar dichos problemas con estrategias diversas.
Por su parte Briones (2000: 144-145) afirmaba que: “El profesor de aula debe comprometerse directamente con la investigación que se refiera a su labor como educador. Al respecto, pienso que ese compromiso y acción debería tomar las siguientes formas: a) el profesor reflexivo, la investigación-acción; b) el profesor como usuario de los resultados de la investigación educativa; c) el profesor como investigador individual, es decir, el profesor-investigador, y d) el profesor como participante en equipos de investigación” .
Mientras que, Braslavsky (1999: 114) considera que: “Reinventar la profesión docente exige tener cierta claridad respecto al destino, y propone cinco competencias, entre las que se encuentra la productiva, que permiten comprender e intervenir como sujetos en el mundo”.
He aquí reconocemos a los maestros o profesores que realizan innovación o investigación; pero sin dejar de ejercer su oficio diariamente en las aulas y en las instituciones escolares de educación inicial, básica o media, han asumido un papel reflexivo sobre su propia práctica y sobre la de su institución, y se han comprometido a realizar cambios significativos para ellos y para sus estudiantes, o a adelantar procesos sistemáticos de estudio y análisis de las prácticas o de los mismos cambios, con miras a producir un conocimiento que, rebasando las fronteras de su propio trabajo, sirva para comprender diversos significados de la educación o para alentar cambios en otros contextos. En este sentido, han asumido un liderazgo intelectual que transforma la práctica y sirve para alimentar la teoría de una disciplina que justamente tiene como criterios de validez del conocimiento la contrastación con la vida y no solamente la explicación de los fenómenos.
Este reto es el que tiene que afrontar el maestro contemporáneo y con las armas de pedagogo investigador e innovador hacer de la educación una tarea práctica, útil, transformadora y protagónica. Y parafraseando a (Manuel Oyague Vargas,2002: 55) en cuanto al nuevo maestro, éste postula que: “La práctica pedagógica del maestro debe relacionar el ser con el conocer”. Por cuanto, construir ese nuevo maestro, implica tomar como punto de partida y de llegada, el desarrollo de actitudes
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