Marco conceptual COVID-19

MARCO CONCEPTUAL 900

El 12 de diciembre de 2019, en la ciudad de Wuhan (Provincia de Hubei, República Popular de China), se reportaron 27 pacientes con una neumonía grave de origen viral ocasionado por un tipo de coronavirus en pacientes que coincidían haber estado en un mercado mayorista. Este tipo de virus era similar a los causantes de neumonías graves como el MERS y el SARS. Se lo denominó COVI-19 SARS Cov 2 y el mundo se enfrentaba a una nueva pandemia como fue oficialmente declarada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), al comprobarse su capacidad de contagio y su presencia en varios países. (Sánchez-Duque, Arce-Villalobos et al. 2020)

La mayoría de los países implementaron medidas de contención como la cuarentena, medidas de restricciones en movilidad, interacción social e incluso actividades laborales. El sistema de salud público debió soportar la demanda generada de consultas en todos los niveles de atención, especialmente en servicios de urgencias debido al miedo y el desconocimiento de la situación. (Dunlop, Howe et al. 2020)

El espectro clínico y la gravedad de la enfermedad pueden variar desde casos asintomáticos, con enfermedad leve con síntomas que incluyen: fiebre, fatiga, cefalea, diarrea, odinofagia, debilidad y vómito, entre otros; hasta una enfermedad respiratoria grave, que puede evolucionar a falla respiratoria, sepsis, choque y por último disfunción orgánica múltiple y muerte. En niños, el espectro clínico varía, siendo más frecuente un cuadro clínico con síntomas leves, como fiebre y tos, y una gran proporción de pacientes asintomáticos. El periodo de incubación es de cinco a seis días en promedio, extendiéndose hasta 14 días.

Los hallazgos radiográficos en aquellos pacientes quienes presentaron compromiso grave presentaron una alta similitud con la sintomatología causada por los coronavirus respiratorios del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS-CoV) y del Coronavirus del Síndrome Respiratorio del Medio Oriente (MERS-CoV) 5-7. Entre dichos hallazgos se ha descrito en tomografías de pulmón opacidades en vidrio esmerilado, (Rodríguez-Morales, Sánchez-Duque et al. 2020). Después de haber analizado múltiples opciones terapéuticas, no existe un tratamiento específico; sin embargo, se siguen realizando investigaciones mediante ensayos clínicos a gran escala para evaluar los diferentes tratamientos propuestos para COVID-19.

La principal estrategia de nuestros países para evitar el contagio ha sido trabajar en la contención y mitigación. Apuntar al fortalecimiento de los sistemas de salud, la vigilancia de enfermedades y la debida evaluación de casos sospechosos de COVID-19, realizando una detección y diagnóstico temprano, capacitación y equipamiento del personal de atención y servicios con aislamiento adecuados, para evitar y controlar la propagación del virus. (Rodríguez-Morales, Sánchez-Duque et al. 2020).

Los mecanismos identificados de transmisión y el elevado potencial de contagio a partir de pacientes pediátricos y adultos asintomáticos o poco sintomáticos justificarían las medidas de higiene extrema, cuarentena, aislamiento y distanciamiento social que constituyen parte de la campaña emprendida a nivel mundial para frenar el avance de la pandemia. (Alvarez and Harris 2020). Pero una de las principales preocupaciones son las transmisiones inducidas por el “verdadero portador asintomático”, que se refiere a la persona infectada que se mantiene asintomática durante todo el curso de la enfermedad (Zhang 2020)

El lavado de manos frecuente fue unas de las principales medidas recomendadas por la Organización Mundial de la Salud, para prevenir el contagio por el SARS Cov-2. Esta práctica de prevención es algo que los médicos rutinariamente han recomendado a sus pacientes, para la prevención de enfermedades principalmente gastrointestinales. Ciertamente no reduce la probabilidad de infección por aerosoles, pero si logra un efecto de alto impacto en la transmisión del virus, por medio de contacto con superficies contaminadas. Su fundamento radica en la probabilidad de que cualquier objeto o sujeto con el que la persona entre en contacto. Está contaminado por el virus y la persona pueda por medio de sus manos arrastrar estas partículas a su nariz o boca.  

Las mascarillas ayudan a prevenir la transmisión del virus si las llevan quienes están enfermos, es verdad, pero en el futuro, cuando veas a una persona con mascarilla en el metro, el museo, el parque, etc., por favor no tengas miedo, ni la discrimines: es una persona totalmente sana, que lo que hace es protegerse a sí mismo, (Zhao 2020). El uso de mascarillas se asoció con una reducción del comportamiento de tocarse la cara, especialmente los ojos, la nariz y la boca, lo que podría prevenir la transmisión por contacto de esta enfermedad entre la población general en áreas públicas (Carrara 2020).

El distanciamiento social es una medida esencial para prevenir la diseminación viral, cuya transmisión se genera por vía respiratoria. Varios modelos han mostrado el impacto positivo del distanciamiento social, cuando se aplica en grandes poblaciones y durante un periodo adecuado de tiempo. El fundamento de esta medida es mantener la lejanía física de otras personas, eludiendo de esta manera el potencial contacto con el virus. Por medio del distanciamiento social se reduce el encuentro de personas susceptibles y personas con potencial infeccioso. Se ha evidenciado el gran impacto que la aplicación de estas medidas de salud pública puede producir. Ciertamente el distanciamiento social no es fácil de promover. Representa una ruptura en aquellas conductas que como humanos practicamos en el día a día. Lograr cambiar este comportamiento representa un reto para las autoridades sanitarias y civiles. (Guerrero 2021)

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