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Mi Sí por Colombia


Enviado por   •  16 de Noviembre de 2016  •  Trabajo  •  1.257 Palabras (6 Páginas)  •  204 Visitas

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MI SI POR COLOMBIA

A lo largo de aproximadamente 60 años, el país ha tenido que vivir sus peores épocas de violencia, donde notoriamente las zonas más afectadas se han visto por el sector rural, donde campesinos, y habitantes de caseríos y pueblos, han sufrido directamente los más grandes rasgos de dicha confrontación entre  guerrillas y militares, sin contar los atentados por los que han tenido que pasar grandes ciudades como Bogotá. Por estas y muchas otras razones, diversos gobiernos han hecho esfuerzos por sacar adelante negociaciones por la paz con los grupos paramilitares, más específicamente con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), pero sin contar con suerte, hasta hoy en día, en donde Colombia y el Gobierno del presidente Santos han sido reconocidos actualmente por sus grandes esfuerzos y logros por avanzar con el tema de las negociaciones, hasta llegar por fin por primera vez a un acuerdo, donde hasta hace unos pocos días gran parte de los colombianos votantes decidieron decirle No al plebiscito, ya sea por manipulación de creencias tanto religiosas como políticas e incluso de prensa amarillista, que solo busca crear una alta desinformación sobre los habitantes del país.

No obstante decidí ser parte de esa proporción de la población que decidió tener un poco de esperanza y dar un voto de confianza al Gobierno, ya que para mí el acuerdo es necesario y pronto para salir al paso de una catástrofe, un holocausto que desde décadas afecta a Colombia y a la región latinoamericana.

Y no sólo eso; sino que millones de víctimas, millones de muertes y millones de desplazados no dan tregua como para detenerse a pensar si las palabras del presidente Santos son las acertadas en un foro que ofrece una universidad o si se trata de un capricho suyo por alcanzar el premio Nobel, que por cierto logró obtener; o para dar pie a lo que algunos medios de comunicación colombianos se desgastan pensando: si ocurrirá o no la "revolución castro chavista". La sociedad colombiana, entonces, como cualquier país latinoamericano o de este planeta, se ha visto enfrentada a duros episodios violentos, pero también a momentos gratos y felices.

Muchos de aquellos actores que decidieron decirle NO al plebiscito sugerían que todos y cada uno de los guerrilleros que cometieron hechos desastrosos y desgarradores paguen sus penas en la cárcel ya que de lo contrario Colombia pasará una vez paz por un periodo de impunidad. Pero la impunidad no puede ser, entonces, un asunto simplemente de purga en una cárcel. Para estos casos tendría que ser un acto más complejo. En estos días estaba leyendo un artículo que hablaba de la violencia que ha sacudido a Chile, donde por ejemplo, “muchos dirigentes creen que frente a las violaciones sistemáticas de derechos humanos como homicidios, secuestros y desaparición forzada de presos políticos realizadas por la dictadura encabezada por Augusto Pinochet, se tuvo mejor suerte, pues los grandes jefes responsables de esos crímenes están tras las rejas” (Valencia Fernando, 2016). Pero eso no es del todo cierto, ya que el silencio de estos altos militares, amparados por décadas en leyes que protegen esa postura, ha impedido que las víctimas de la barbarie tanto hijos, nietos como  bisnietos aún no sepan el paradero de sus hijos, hijas, hermanos, esposos, esposas  abuelos, abuelas, etc.  La ley ha impedido que estos militares denuncien, al menos, quiénes fueron sus agentes, su red de operación y, lo más importante es que no saldado aún, cómo reparar tales atrocidades. Este es un claro ejemplo de que derrotar la impunidad, no se trata de meter a todo aquel a cárceles y ya está; se necesita de la disposición y acuerdos de tales actores, para lograr contestar cientos de preguntas de familias que han tenido que pasar por perdida de familiares y tierras.

En Colombia esa es la gran tarea: salir de la catástrofe con un acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que permita que desde sus más altas cúpulas hasta sus milicianos más rasos digan qué fue lo que pasó, dónde están los muertos, quiénes son los directos responsables de las mutilaciones, las desapariciones, las bombas; con cuántas redes nacionales e internacionales han contado; con cuánta corrupción nacional e internacional que ha comprometido al propio Estado colombiano. Ya no bajo un ámbito belicista, sino en un contexto que le permita al Estado colombiano disponer de todas las instituciones (y de paso fortalecerlas) y de todos los mecanismos de seguridad social, hasta de salud mental si es el caso,  para comprender la aberración que durante décadas nos ha dejado el conflicto armado.

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