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Modernidad


Enviado por   •  10 de Julio de 2013  •  3.715 Palabras (15 Páginas)  •  331 Visitas

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¿De qué hablamos cuando hablamos de MODERNIDAD?

Moderno, edad moderna, modernización, modernidad, son palabras que se utilizan habitualmente en nuestro discurso cotidiano y muchas veces como si fueran sinónimos. En esta cátedra intentaremos reflexionar sobre el significado que tiene cada palabra cuando la empleamos en un análisis de la realidad social y en este texto nos enfocaremos precisamente en el concepto de la palabra MODERNIDAD.

El documento que aquí les presentamos contiene extractos de varios autores que se han referido a este tema organizados en función de los objetivos de la cátedra, pero que de ninguna manera pretende agotar la temática, sino por el contrario, ofrece un punto de partida introductorio que ustedes sabrán ampliar.

Comenzamos entonces con la presentación acerca de ¿Qué es la Modernidad?:

“La división clásica de la historia del mundo occidental: Antigua, Media, Moderna y Contemporánea, es puramente cronológica. No hace sino designar etapas temporales con un fundamento real: los cambios más intensos que se han verificado, en determinadas épocas, en las situaciones humanas. (…) En ese tortuoso desarrollo hay momentos y situaciones que significan una variante notable o más vigorosa que da fundamento a los historiadores para establecer una división de la historia o para advertir que algo distinto y nuevo se inicia.

En este libro queremos estudiar eso que generalmente se llama Modernidad. Soy consciente de que no se puede identificar el término Modernidad con el de Edad Moderna. Este último es más amplio que el primero. Abarca todo cuanto ha sucedido desde el final de la Edad Media hasta la Revolución francesa en las múltiples dimensiones de la vida humana: social, bélica, económica, política, cultural, artística, religiosa, etc. En cambio, el vocablo Modernidad tiene una connotación específicamente ideológica y filosófica: significa una actitud mental que en la Edad Moderna llegó a ser dominante y que se ha prolongado hasta nuestro siglo XX, en el cual aún dura y perdura por más que se hable ya del fin de la Modernidad y de la era de la Posmodernidad. Esa actitud mental, la Modernidad, ha conformado casi todo cuanto ha sucedido en el desarrollo de los pueblos que llamamos occidentales a lo largo de los últimos siglos.

Los historiadores señalan diversas fechas, todas ellas convencionales y cualquiera de ellas válida, para considerar el comienzo de la Edad Moderna. Para unos sería el año 1450 en que Gutenberg, un artesano de Maguncia, abre un taller en el que se imprimen libros con caracteres metálicos: la imprenta. Para otros sería la conquista de Constantinopla por los turcos en 1453. Algunos dan como fecha clave del nuevo rumbo de la historia el año 1492 en que las naves de Castilla, capitaneadas por Cristóbal Colón, arriban a las playas de América. No faltan quienes lo retrasan más y piensan que el año decisivo habría sido 1517 en el que un turbulento monje alemán, Martín Lutero, se declara en rebeldía y en reto frente a Roma. Cualquiera de ellas es válida. Efectivamente, la invención de la imprenta cambió el rumbo de las sociedades europeas porque hizo posible la multicopia de los libros y con eso llegaron a muchas manos y las ideas, a muchas mentes. La caída de Constantinopla en manos de los turcos fue el final del Imperio bizantino, y les dio la cabeza de puente que necesitaban para lanzarse sobre Europa y Europa vivió en adelante en vigilia tensa y atemorizada por el fantasma turco. El descubrimiento de América proporcionó a los europeos infinitas posibilidades económicas, comerciales, militares, aventureras, evangelizadoras, hasta entonces insospechadas. La airada protesta de Lutero rasgó la unidad religiosa de Europa e influyó decisivamente en la evolución cultural del pensamiento occidental. Es, pues, legítimo escoger cualquiera de estas fechas para designarla como línea fronteriza convencional entre la época medieval y la moderna.

Sin embargo, cuando se quiere hablar no de la histórica Edad Moderna, sino de la Modernidad, es preciso retrotraer ese umbral a tiempos bastante anteriores. Porque generalmente se entiende por Modernidad -al menos así lo vamos a entender nosotros en este libro- el proceso de secularización o laicización, es decir, la ruptura y el progresivo distanciamiento entre lo divino y lo humano, entre la revelación y la razón, o, si se prefiere, la lenta y sucesiva sustitución de los principios y valores cristianos, que habían dado unidad y sentido a los pueblos europeos durante al menos diez siglos, por los valores pretendidos de la razón pura.” (Valverde, Carlos)

“En términos generales la modernidad ha sido el resultado de un vasto transcurso histórico, que presentó tanto elementos de continuidad como de ruptura; esto quiere decir que su formación y consolidación se realizaron a través de un complejo proceso que duró siglos e implicó tanto acumulación de conocimientos, técnicas, riquezas, medios de acción, como la irrupción de elementos nuevos: surgimiento de clases, de ideologías e instituciones que se gestaron, desarrollaron y fueron fortaleciéndose en medio de luchas y confrontaciones en el seno de la sociedad feudal.” (Revueltas, Andrea)

“Ahora bien, este proceso y la pugna consiguiente se inician ya en el siglo XIV. La Modernidad se caracterizará por ser una larga marcha hacia la total autonomía de lo secular. El proceso es una inmensa epopeya que duró seis siglos. Puede darse por concluido, en algún sentido, en el año 1841, cuando Feuerbach cierra su libro La esencia del Cristianismo con la sentencia Homo homini deus, el hombre no tiene más dios que el hombre. Era la expresión más completa del espíritu secular y del inmanentismo. Dios se ha hecho innecesario. Los hombres no le necesitan ya. Ellos solos pueden construir su ciudad. Para ello les basta la razón. La razón puede colocarse en el sitio de Dios. Por su parte, Nietzsche después pronunciará la definitiva sentencia mortuoria: «Dios ha muerto. Nosotros le hemos matado».” (Valverde, Carlos)

“Se trata de un proceso de carácter global -de una realidad distinta a las precedentes etapas históricas- en la que lo económico, lo social, lo político y lo cultural se interrelacionan, se interpenetran, avanzan a ritmos desiguales hasta terminar por configurar la moderna sociedad burguesa, el capitalismo y una nueva forma de organización política, el Estado-nación.

La modernidad surge en los ahora llamados "países centrales" (Europa occidental y, más tarde, Estados Unidos); luego, con el tiempo, se expande hasta volverse mundial y establecer con los países llamados "periféricos" una relación de dominación, de explotación y (el intercambio desigual, donde el centro desempeña el papel activo, impone el modo de producción

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