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OBRA


Enviado por   •  9 de Septiembre de 2015  •  Apuntes  •  1.803 Palabras (8 Páginas)  •  243 Visitas

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EL PESEBRE DEL CORAZÓN

PERSONAJES:

José

María

San Miguel

Ángeles

Satanás

El dinero

El poder

La pereza

Yolotlduro

Martha

Macrina

Inocencia

Benito

Nepomuceno

Soldado romano

PRIMER ACTO

( Entra  un soldado romano en medio de la plaza y lee un rollo en el que se anuncia esta noticia, mientras las personas se van acercando hacia él.)

Soldado: Por órdenes de los grandísimos señores César Augusto y Herodes se les comunica que a más tardar, antes de terminar este año, todos deberán empadronarse en la ciudad o el poblado en el que hayan nacido sus abuelos y quien desobedezca será castigado severamente  con una pena de 50 nalgadas  con mano mojada, además se les quitará el derecho al procampo, a la liconsa y a los desayunos calientes, más aún ya no se les va a pavimentar su carretera..

Martha: ¡ Ya oyó comadre! Nos van a dar 50 nalgadas como castigo si no vamos a empadronarnos.

Macrina: ¡Ay comadre! Como si estuviéramos chiquitas para dejarnos pegar. Ya estos pelados no saben ni qué inventar para estar molestando.

Martha: Pues con tal de no pasar esas vergüenzas, yo voy corriendo, pero quien sabe qué digan nuestros maridos, porque como tienen sus borregos y sus chivitos, no creo que los quieran dejar.

Macrina: Sí, pues, ya ve que a veces les importan más sus animales que nosotras.

Inocencia: (entra corriendo y se acerca a preguntarle al soldado) oiga, y si alguien no pudiera ir a apuntarse, por ejemplo ¿ que estuviera a punto de dar a luz?

Soldado: ¡ Aquí no hay pero que valga! O se apuntan o les cumplo la sentencia.

Inocencia:¡ Ay Dios! No… (sale corriendo hacia donde estará la casa de José y María)

Inocencia: ¡ María! ¡ María! Corre por tu vida.

José: (sale de la casa con un martillo y unos clavos) ¿Qué estás diciendo Inocencia? ¿Qué peligro corre mi esposa?

Inocencia: ¡Ay José! si todos los hombres fueran como tú. Perdona mis gritos, pero es que en la plaza un soldado ordenó que todos nos vayamos a apuntar al lugar de donde viene nuestro apellido y como tú eres de Belén y eso queda tan lejos.

María: (grita desde adentro) ¿ Qué pasa José? ( y sale con dificultad de su casa)

José: Nada María (abrazándola) sólo que han dado una orden los reyes y creo que en tu situación será imposible que la cumplamos, ¿ Cómo voy a exponerte  a ti y al bebé que está por nacer a que sufran un accidente o alguna desgracia?

Joaquín: (saliendo de la misma casa junto con Ana) ¿Por qué te preocupas? No ves que de esta forma se cumplirá la profecía?

José:  La profecía?

Ana: Sí, “Tú, Belén, no eres el poblado menos importante de Israel, porque en ti nacerá el Salvador prometido”.

María: Vamos José, no hay que temer, Dios está con nosotros y si así quiere que se cumpla su palabra, que así se haga.

Cambio de escena

Benito: (apareciendo del otro lado del escenario) No y no, Macrina, no vamos a ir a empadronarnos a Chiconcuac, tenemos que cuidar a los borregos que nos quedan.

Macrina: pero es que si no vamos nos van a quitar todo y nos vamos a quedar en los puros chones.

Benito: Pues no me importa.

Nepomuceno: ¿Cómo ve a éstas, compadre? Le tienen miedo a unos cuantos golpecitos, pero no voy, no voy y no voy.

Macrina y Martha: ¡Si todos los hombres fueran como José! (y comienzan a chillar)

Nepomuceno: Eso sí que no, a nosotros no nos van a comparar con ese pobretón carpintero, pero bueno para que ya no berreen nos vamos a ir a empadronar.

Macrina y Martha: Gracias, Diosito, porque no nos van a cuerear enfrente de todos.

SEGUNDO ACTO

Yolotlduro: (entra cantando y bailando)  ¡Qué rico soy, qué solito estoy, cómo me quiero.

Los diablos: (le hacen rueda): haa, haa

Yolotlduro: sin mí me muero.

Los diablos: haa, haa

Yolotlduro: jamás, jamás, jamás me voy a olvidar.

Los diablos: ¡he!

Yolotlduro: ¡Qué a gusto estoy aquí! Nadie se mete conmigo y nadie me viene a molestar. Así quiero vivir para siempre.

El poder: Felicidades, hemos logrado nuestro cometido, hemos endurecido el corazón de este hombre, haciéndolo insensible  y orgulloso. ¡Vayamos a presentarnos a nuestro jefecito!

El placer y la pereza: ¡Sí vamos!

Los diablos: (llegan corriendo) Jefecito, ya estamos aquí.

Satanás: Ya los vi inútiles, ¿ Por qué me molestan?

El placer: porque hemos terminado nuestro trabajo, hemos hecho un nuevo servidor para ti, como tú nos lo pediste: Yolotlduro.

La pereza: Pobrecito, lo hubiera visto. Fue tan fácil, con el simple hecho de comprarse un  reposet, un dvd y una tele, se dio por satisfecho.

El placer: Y como mi amigo el poder le dio todo lo que necesitaba, dobló muy rápido las manitas.

Satanás: Me parece perfecto, pero les tengo un último trabajito.

Los diablos: ¿Cuál?

Satanás: Impedir que Dios entre en el corazón de este hombre, pues su hijo, que está por nacer, viene en camino hacia Belén y como él es el único hotelero del lugar, deben de lograr que no les dé posada a sus padres y así, este Dios Niño, por el frío de la noche, agarre una pulmonía y muera sin remedio.

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