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Presunto Culpable


Enviado por   •  9 de Marzo de 2015  •  657 Palabras (3 Páginas)  •  167 Visitas

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2 de diciembre de 2005. Las calles de la delegación Iztapalapa, al oriente de la ciudad de México, amanecieron semidesiertas. Algunos de sus habitantes estaban cantándole "Las mañanitas" a la Virgen de Guadalupe en la Basílica. Toño Zúñiga no. Toño había criticado la tarde anterior a quienes hacían esto. Los consideraba hipócritas, entre otros motivos, por ir al santuario católico a echar desmadre o tomar cervezas. Opinaba que así no se trataba a Dios.

Esa mañana, Toño despertó, salió de su casa y se encontró con una amiga. Le propuso desayunar, ella aceptó y se fueron a una fondita. Cuando terminaron, creyó que era momento de ir a cobrar la compostura que hizo de una computadora. Sólo tenía que atravesar la calle y abordar un microbús. "No te vayas, mejor acompáñame", le dijo ella mientras caminaban hacia la siguiente cuadra. "Ya me tengo que ir, en serio", respondió.

Al llegar a la esquina, un automóvil se detuvo, bajaron varios hombres, le dijeron que se subiera y en pocos movimientos lo dominaron. Opuso resistencia en la puerta y gritó: "¿Pero por q…?". Antes de terminar la pregunta recibió, entre jalones, un "¡Que te subas, cabrón!". Lo colocaron en el asiento trasero, con las manos esposadas en la espalda y la frente pegada a las rodillas. Sintió una fuerte presión en la nuca, que lo inmovilizó. Lo único que alcanzaba a ver era a un muchacho a su lado, con pantalones de mezclilla y calzado deportivo rotos y mugrosos. Estaba seguro de que lo habían secuestrado. ¿Qué debía hacer en una situación como ésta? Tal como aprendió en las películas gringas, memorizó las vueltas a la izquierda y a la derecha y el tiempo que permanecía el auto en cada calle. De esa forma por lo menos calcularía dónde lo iban a encerrar.

Sonó su teléfono móvil, y uno de los secuestradores lo sacó de su pantalón. "Pinche celular feo", dijo al verlo. "Oiga, me vienen lastimando las esposas", suplicó Toño. El secuestrador le pidió que lo esperara, empezó a fingir que se buscaba las llaves y luego le acomodó un codazo en la nuca: "¡Cállese, güey!". Entonces Toño escuchó las conversaciones de un radio comunicador: comandantes, claves, direcciones. Sintió alivio: eran sólo policías que lo estaban confundiendo. Un malentendido que pronto se arreglaría.

En la agencia del Ministerio Público, un policía se le acercó: "Oye, ¿tienes dinero pa' la fianza?", a lo que Toño respondió: "Primero dime qué hice, me resulta absurdo que me agarres, no hice nada, ¿y además te tengo que pagar una fianza?". El policía se fue y minutos después regresó, con la misma pregunta. Luego lo enviaron con un médico que lo desnudó y observó meticulosamente. En un papel asentó que tenía moretones en las costillas. Era falso. "No tengo nada, por

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