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Problemas Clasicos De La Crisis Del Trabajo


Enviado por   •  23 de Septiembre de 2013  •  9.803 Palabras (40 Páginas)  •  430 Visitas

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Problemas clásicos de la crisis del trabajo

Las diversas connotaciones de la crisis del trabajo nos remite al antiguo problema

del concepto de trabajo (Thompson, 1983). La sociedad capitalista y en

particular la economía neoclásica nos acostumbró a entender por trabajo el asalariado.

El uso restringido del concepto trabajo como asalariado conduce a consideraciones

como su pérdida de importancia en la población económicamente activa

(PEA), o bien a la constatación de la disminución del empleo en el sector industrial.

En la antigüedad y en la edad media hubo socialmente un desprecio por el trabajo,

adjudicado a clases bajas o visto como castigo y penitencia. La reivindicación

del trabajo como valor social empezó con los luteranos y claramente con los

calvinistas, en los inicios del capitalismo, pero recién en el siglo XIX se difundió

plenamente en Europa Occidental y los Estados Unidos la moral laboral, más entre

la clase media que en la aristocracia y los obreros (Handy, 1984). Esto se refleja

en la teoría económica clásica, que considera al trabajo como fuente de todo

valor, complementada con la visión de la sociedad y del hombre como un gran

mercado. Sin embargo, a mediados del siglo XIX esta concepción añade una precisión

y un cambio cuando se da la gran escisión en las ciencias sociales entre la

visión marginalista y posteriormente neoclásica de la economía, y las otras ciencias

sociales. Para la primera el hombre es visto en su individualidad y como actor

racional, la sociedad es reducida al mercado y, a la vez el trabajo deja de ser el

único creador de valor, lo central en el proceso económico es el mercado. Las

otras ciencias sociales de la época no son individualistas metodológicamente, ni

adoptan la perspectiva del actor racional. Durkheim destaca los aspectos morales

de la división del trabajo; Weber se lamenta de la burocratización, pero lo racional

legal es solo una forma de acción; la primera sociología industrial de Elton

Mayo destaca el campo del sentimiento en la producción.

Hay una contradicción importante dentro del campo dominante, se pide a la

clase obrera una ética del trabajo y, sin embargo, se reduce a los trabajadores a actores

racionales interesados. Las ciencias sociales, a diferencia de los neoclásicos,

se preocupan por la pérdida de solidaridad frente al avance del capitalismo.

La primera crisis de la economía neoclásica refuerza las visiones que reivindican

los aspectos regulatorios y funcionales de las relaciones laborales, como el

keynesianismo, las relaciones industriales como disciplina, la sociología industrial,

el funcionalismo en sociología.

La crisis del estado social de los setenta contribuye al nuevo ascenso de los

neoclásicos, pero de los decepcionados de la clase obrera como sujeto revolucionario

surgen las primeras versiones de la crisis del trabajo como la de Gorz (Gorz,

1982), posteriormente Offe (Offe, 1985)y los posmodernos, hasta llegar a las versiones

más pragmáticas y pesimistas, como las de Rifkin (1996) y Forester, o de

los organismos internacionales.

El futuro del trabajo - El trabajo del futuro

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Ya que el concepto de trabajo ha cambiado históricamente, conviene recapitular

acerca de su significado (Erikson, 1990). En su aspecto más básico, el trabajo

puede entenderse como la transformación de un objeto de trabajo como resultado

de la actividad humana. Esta actividad no es aislada, sino que implica cierta interacción

con otros hombres; como resultado de ella el hombre mismo se transforma.

Además, el trabajo implica cierto nivel de conciencia, de las metas, en cuanto

a los resultados y la manera de lograrlos. Esta definición tan general tiene que

ser contextualizada históricamente:

1. primero, en cuanto al objeto de trabajo. Antes de que adquiriera importancia la

producción inmaterial, el objeto de trabajo provenía de la naturaleza de manera

inmediata o mediata como resultado de trabajos anteriores. Sin embargo, si

algo caracteriza y modifica los anteriores conceptos de trabajo y de procesos de

trabajo a fines del siglo XX, es la extensión de la producción inmaterial y de la

transformación de objetos simbólicos. La producción inmaterial es aquella que

no existe separada de la propia actividad de producir y que de manera ideal

comprime las fases económicas tradicionales de producción, circulación y consumo

en un solo acto. Esta compresión del proceso económico pone en relación

directa en el acto mismo de la producción, al productor con el consumidorcliente,

complejizando las relaciones sociales de producción al hacer intervenir

a un tercer sujeto de manera inmediata en el proceso de producción junto al trabajador

y su patrón. Son los casos de los servicios de salud, los educativos, los

de esparcimiento, los viajes, etc. En una parte de estos el objeto material sigue

siendo importante, por ejemplo el film, en el cine como espectáculo; sin embargo,

el proceso completo implica la participación directa del consumidor en al

menos una parte de la producción del espectáculo.

Por otra parte, cada vez más objetos no provienen de la naturaleza sino que son

productos puramente simbólicos del propio hombre y aunque se plasmen en

forma material, este sustrato es poco relevante frente al aspecto simbólico: por

ejemplo la creación de conocimiento que puede encarnar en programas de computadora

o fórmulas en un papel, pero su valor e importancia estriba en el campo

simbólico, hasta cierto punto independiente del soporte material que sirve

para la transmisión. Estos objetos no dejan de ser útiles para satisfacer determinadas

necesidades humanas, pero la naturaleza es menos importante para su generación;

2. en cuanto a la actividad de trabajar. Esta implica el desgaste de energía de trabajo,

sin embargo la gran transformación viene por la mayor importancia del

aspecto intelectual del trabajo con respecto al físico, sin suponer que el trabajo

físico pueda realizarse sin intervención del intelectual. Sin embargo, el concepto

de trabajo intelectual resulta extremadamente abstracto frente a las complejidades

del aspecto subjetivo del trabajo. De tal forma que cabría hablar mejor

de trabajo en sus fases objetiva y subjetiva con un producto

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