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¿Qué hay detrás de la guerra contra las drogas?


Enviado por   •  20 de Marzo de 2021  •  Trabajo  •  6.421 Palabras (26 Páginas)  •  124 Visitas

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¿QUÉ HAY DETRÁS DE LA GUERRA CONTRA LAS DROGAS?

Por Lisette Viviana León Salguero[1]

El uso de drogas es tan antiguo como la misma especie humana. No siempre ha tenido las mismas connotaciones socio-culturales, pero esta práctica siempre ha estado presente en nuestra historia. Lucía Rossi (2018) explica en un artículo sobre la historia de las drogas y sus usos que en primera instancia estas se usaban para rituales espirituales en todo el mundo “experiencias religiosas extraordinarias y de uso limitado a los intermediarios, sacerdotes y chamanes”; en segundo lugar,  como medicinas naturales en Mesopotamia, Grecia, Roma, Egipto y en el continente americano cuando no había sido colonizado; después de la edad media y con el descubrimiento del nuevo mundo, las drogas se popularizaron y se les dieron nuevos usos, más sociales y cotidianos “se abren nuevas necesidades y espacios sociales: según el efecto buscado, la sustancia elegida.” (pp. 9-10)[2].

Actualmente, las sustancias psicoactivas se han convertido en un problema político, económico, social y cultural. Desde los sucesos económicos y de intercambio comercial que condujeron a las Guerras del Opio en el siglo XIX, consideradas las primeras guerras de drogas, hasta el narcotráfico del siglo XXI se desataron una serie de fenómenos que nos han conducido al problema actual de la guerra contra las drogas. Una lucha que amenaza el bienestar y el desarrollo de poblaciones enteras; y que pone al descubierto el alcance de su uso político.

Con este ensayo me propongo justificar por qué pienso que las drogas deberían ser legalizadas y reguladas en Colombia. Daré evidencia de que esta decisión lograría combatir la serie de problemas de toda índole (de salud, sociales, económicos, culturales, etc.) que se han desencadenado por la guerra que se ha declarado contra estas sustancias.  Para lograr mi cometido, en primer lugar, esbozaré un contexto histórico-social; como segunda instancia, pasare argumentando sobre los aspectos fundamentales que se evalúan en este debate; y finalmente, daré cierre al texto con algunas reflexiones respecto al tema.

Qué ha pasado y en qué estamos: contexto histórico-social

Colombia ha desempeñado un rol decisivo en la política internacional de drogas y en la consecuente guerra hacia estas. No obstante, el país no fue siempre el gran exportador de sustancias ilícitas que conocemos hoy en día. “Antes de la década de 1970, Colombia no tenía antecedentes de exportación de drogas a gran escala; solo se convirtió en uno de los más importantes actores cuando llegaron contrabandistas estadounidenses al país a comienzos de esa década y comenzaron a pagar altos precios por la marihuana producida en Colombia [...] y luego [por] la cocaína” (Henderson, 2012, p. 11)[3].

El país andino parecía una fuente inagotable de marihuana y cocaína para los traficantes norteamericanos. Pronto, la sumisión y el arranque comercial que nos caracterizan desde la colonia nos convirtieron en el mayor cultivador, productor y traficador de drogas del mundo. Los ‘gringos’ crearon el mercado y se devolvieron a su país a esperar la producción, mientras el comercio nacional en torno a las drogas creció inmarcesiblemente y se infiltró en todas las instituciones colombianas. El narcotráfico le dió luz verde a todas las actividades ilegales imaginables y para 1990, los dólares lavados del narcotráfico habían permeado notoriamente la política del país. Colombia se había convertido en un ‘narcoestado’, o mejor, en una ‘narcocracia’, y era conocida como el país más violento del mundo, donde se mataba y se secuestraba indiscriminadamente. Caballero sintetiza adecuada y jocosamente:

En [el] tema del servilismo ante los Estados Unidos de la política exterior colombiana, así como en los restantes (narcotráfico, guerrillas, etc.), casi no ha habido rupturas en la sucesión de los distintos gobiernos. Por eso los narro aquí en un sólo continuum espacio temporal. Insurgencia, narcotráfico, corrupción, neoliberalismo, paramilitarismo, clientelismo, alimentándose mutuamente en un carrusel perverso bajo gobiernos igualmente impotentes, y muchas veces cómplices; y, como decía el gran humorista de la televisión Jaime Garzón (asesinado por los paramilitares), “con el gringo ahí” (Caballero, 2016, cap. 13)[4].

Como dice Henderson (2012): “Colombia siempre ha sido un integrante dócil y obediente del sistema internacional de comercio” (p. 12)[5]. En este sentido, para entender la guerra contra las drogas en Colombia, se debe entender que esta guerra es global y es promovida principalmente por Estados Unidos, el no declarado colonizador económico de latinoamérica. Esta relación es importante porque Colombia, además de ser una víctima de la demanda de sustancias ilícitas de la potencia americana, se arrodilla ante ella y le rinde cuentas de batallas perdidas.

Los Estados Unidos antes del siglo XX no habían impuesto ningún tipo de regulación ante el consumo de las sustancias que conocemos hoy como drogas ilícitas. Por supuesto, las drogas han estado presentes en este territorio desde antes de su fundación, principalmente los opiáceos. Pero no fue hasta la presidencia de Richard Nixon (1969-1974) que el abuso de consumo de  drogas y la consecuente adicción y criminalidad alcanzaron puntos nunca antes vistos en la sociedad norteamericana.

El consumo de drogas antes era visto en la sociedad estadounidense como actividad glamourosa que hacían los intelectuales, los artistas y las clases pudientes. A pesar de eso, al  propagarse el consumo (entre otras causas por el movimiento hippie) y, como generalmente pasa con cualquier producto o bien al que tiene acceso la humanidad, el abuso de las sustancias y la adicción, se generaron consecuencias que van en contra de los propósitos y expectativas que tiene cualquier nación para sus ciudadanos: las personas no eran igual de productivas, no le veían sentido a la guerra; el hedonismo, el positivismo y la inclusión se convertían en una forma de vida que controvertía directamente el estatus quo y los valores conservadores de la gran potencia.

Así fue cómo Nixon, comprendiendo el alcance social y político del consumo de drogas, pronunció en una conferencia de prensa que tuvo lugar en la Casa Blanca en junio de 1971 la famosa oración que inició la guerra contra las drogas: "La adicción a las drogas es el enemigo público número uno de los Estados Unidos". El entonces presidente, “tuvo un gran peso en la adopción de la Ley de Sustancias Controladas, efectiva [desde ese mismo año, la misma...] combinó diferentes leyes federales en un único código que dividió [y clasificó a conveniencia del estado] las diferentes drogas [...] en función de su utilidad médica y su potencial abuso” (Maroño, 2018)[6]. También, en 1973 se crea La Administración para el Control de Drogas (DEA por sus siglas en inglés) que tiene 227 oficinas nacionales y 86 departamentos en 62 países.

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