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Relación Entre Culturas


Enviado por   •  17 de Marzo de 2014  •  2.374 Palabras (10 Páginas)  •  304 Visitas

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A lo largo de la historia de la humanidad, las culturas y expresiones culturales han estado sujetas a las relaciones de poder político, económico y militar. Como “sistema de sentido”, las culturas muchas veces han sido instrumentos de conquista, subyugación y exterminio en las manos de emperadores, conquistadores, ejércitos e invasores. Por lo tanto, se han producido”jerarquías” de culturas, debido al contexto histórico concreto.

Un ejemplo completo de tal jerarquía cultural en tiempos antiguos es la superposición de la “cultura romana” en relación con los pueblos llamados “bárbaros de Europa del Norte (germanos, normandos, celtas, galos, etc.). En Abya Yala, antes de la llegada de los conquistadores, se produjo la predominación de la “cultura incaica “por sobre las culturas conquistadas (tiwanakota, wari, puquina, uru, etc.). Y, para tomar ejemplo contemporáneo no-occidental, en la China actual, se manifiesta la supremacía de la cultura han sobre las culturas subalternas (ugura, mongola, tibetana y otras).

Las relaciones entre diferentes culturas en realidad casi nunca se dan en forma simétrica u horizontal, sino casi siempre con una tendencia a la asimetría y verticalidad, debido a los juegos de poder que tienen que ver con factores económicos, militares y religiosos. Son estas relaciones asimétricas que dificultan mucho un verdadero diálogo intercultural.

Vamos a diferenciar a continuación distintas formas de dominio cultural y las ideologías que lo sostienen.

Multi- o pluriculturalidad

El concepto de “multiculturalidad” (o pluriculturalidad”) afirma, en un primer momento, simplemente la existencia de “muchas” (multus: latín para “mucho) o “varías” (pluris: latín para “vario”) diferentes culturas en un cierto ámbito geográfico o político (por ejemplo en un país). Siempre han existido muchas culturas sobre la faz de la Tierra, pero lo novedoso es la toma de conciencia de la pluralidad de culturas en un mismo espacio geográfico. En América Latina, hasta los años ochenta del siglo pasado regía la idea de una cierta homogeneidad cultural (y religiosa), defendiendo la identidad cultural del continente como “mestiza” o “Latina”.

La emergencia de los pueblos originarios de Aya Yala y los pueblos afrodescendientes viene a cuestionar esta homogeneidad cultural o “monoculturalidad”.

El reconocimiento de la Multi-o pluriculturalidad- tal como fue integrada a la Constitución Política del Estado boliviano en su modificación de 1994- ha sido un paso importante hacia la interculturalidad plena, pero como tal no va más allá de la simple constatación de la existencia paralela de distintas culturas en el territorio nacional. La posmodernidad asume justamente el discurso “monoculturales” de la modernidad occidental. Pero tampoco plantea la cuestión de las relaciones entre culturas, ni las múltiples intersecciones, hibridaciones y choques. En una “sociedad multicultural”, sin que haya un encuentro, intercambio o diálogo. Hasta la sociedad racista del apartheid sudafricano era “multicultural”.

Monoculturalidad

El concepto de “monoculturalidad” se basa en una identidad cultural nacional única, a la que tiene que someterse todas las demás identidades culturales ( si las hay o si son visibles). La “monoculturalidad” se puede se puede dar en diferentes niveles: Regional, nacional y mundial. Los estados nacionales trataron, a la hora de constituirse, de definirse en base a una ideología nacional que se precisa por una serie de normas (griego para “uno solo”): Una lengua, un sistema económico, un sistema jurídico, un régimen central y una sola cultura. En los países latinoamericanos surgidos de la colonia, se seguía después de la independencia política con una supuesta identidad “mestiza”, “criolla” o “latina”, en desmedro de muchas culturas invisivilizadas o marginadas. Además, se implementó una identidad nacional (en el sentido del estado nacional) artificial, tal como la bolivianidad, peruanidad, chilenidad, secundada por la educación y el uso de los símbolos patrios.

A nivel mundial, la “monoculturalidad” sólo puede sostenerse mediante un proyecto económico, político y militar globalizante.

En nuestra era de la globalización económica y mediática, una “cultura del mercado” difusa intenta imponerse a todas las culturas existentes, muchas veces mercantilizando a las culturas subalternas dentro de su lógica neoliberal y consumista.

Supra-o metaculturalidad

El concepto de “supraculturalidad” (del latín supra: “encima”) o “metaculturalidad (del griego meta: “encima”; “más allá”) pretende establecer la universidad de ciertos valores, normas, significados y verdades, recurriendo a un “mundo” más allá de cualquier determinación cultural, es decir: Por encima (supra o meta) de toda cultura particular. Así se presenta a los Derechos Humanos, en su Declaración Universal de 1948, como valores que tiene vigencia y rigidez más allá de cualquier tradición cultural y civilización. Se trata de “verdades” meta-física y esenciales (tal como la idea platónica o el dogma cristiano) que no pueden ser transformadas ni modificadas por una cierta cultura.

Si bien es cierto que siempre fueron sostenidas verdades “supraculturales”, éstas normalmente han sido declaradas y definidas como tales por una cierta cultura, normalmente la dominante. La idea del ser humano, tal como ha sido definida por la filosofía grecorromana y perpetuada por la tradición cristiana, refleja, sin embargo, un sesgo cultural determinado: se trata del “ideal” masculino, adulto, sano, heterosexual y libre. Los Derechos Humanos en su Declaración Universal de 1948, reflejan un espíritu liberal e individualista, espejo de una tradición filosófica particular.

La supra o metaculturalidad “resuelve” el problema de la universalidad o universalización de ciertos valores, verdades y significados por el recurso a un a priori humano y lógico (la llamada “filosofía perenne2), sin tomar nota de la “culturalidad” misma de este supuesto a priori, consecuencia: Se llega a universalizar o hipostasiar (elevando a una esencia más allá de tiempo y espacio) una cierta cultura particular, en desmedro de un sinnúmero de respuestas alternativas a la misma cuestión. Respecto a la filosofía, la tradición occidental se ha concebido ( y lo sigue haciendo) no sólo como la dominante o mejor, sino como la única y universalmente válida. Su afán supra- o metacultural se expresa en el rechazo de asumir su propia contextualidad cultural, considerando expresiones como “teología occidental” como

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