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Resumen desafíos de la democracia


Enviado por   •  2 de Junio de 2024  •  Apuntes  •  4.922 Palabras (20 Páginas)  •  86 Visitas

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RESUMEN “EL DESAFÍO PENDIENTE”

Reflexiones sobre el sistema electoral y la democracia en el Perú

INTRODUCCION

La evolución política del Perú no se dio de manera espontánea ni aislada, sino que fue parte de un proceso mundial cuyos orígenes se remontan a 1492, con el arribo de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo. El hallazgo de un nuevo continente abrió el panorama de las potencias europeas, que empezaban a emerger de la época medieval y veían en América un territorio virgen para explotar, conquistar y colonizar.

Para los pueblos indígenas de América, el arribo masivo de europeos significó un choque violento y traumático de civilizaciones que tuvo como resultado la muerte de millones de indígenas en todo el continente. Al ser el bastión tradicional del poder español en América del Sur, la élite local y la metrópoli mantenían una estrecha relación, la cual otorgó a la sociedad peruana un rasgo más conservador que la que existía en las demás colonias hispanoamericanas. A partir del siglo XVIII, la corona española llevó adelante una serie de reformas administrativas y tributarias con el fin de centralizar el poder y generar mayores ingresos, que alteraron la manera cómo se gobernaba y realizaba actividades comerciales en sus colonias americanas. Los cargos más altos dentro de la
burocracia colonial en América estaban en manos de personas nacidas en España, en perjuicio del creciente número de criollos como mestizos, que eran excluidos de cualquier oportunidad para asumir puestos importantes dentro del aparato colonial.

Si bien existía una lealtad y apego hacia España y la corona, para algunos, la política discriminatoria de la metrópoli de designar a peninsulares para administrar las colonias solo sirvió para cultivar sentimientos de recelo entre algunos miembros de la población local. De manera paralela a estos sucesos, a finales del siglo XVIII e inicios del siglo XIX, surgieron en distintas partes del continente un creciente número de movimientos que abogaban por la independencia de España, influenciados en gran medida por las ideas de la Ilustración, que tuvieron enorme repercusión entre los círculos intelectuales de América. Aquí también es importante mencionar las revoluciones en Estados Unidos y Francia, las cuales no solo sirvieron de inspiración para los movimientos similares en América Latina, sino que también tuvieron un impacto directo en los acontecimientos que venían produciéndose en la región.

Esto fue particularmente cierto de la Revolución francesa y la aparición de
 Napoleón Bonaparte, quien invadió la península ibérica para tomar control de sus puertos y colocar a su hermano José en el trono español en 1808, despojando así a la dinastía de los Borbón de sus reinos36. Dicha práctica, sin embargo, tuvo consecuencias inesperadas en Hispanoamérica, pues fomentó la conformación de varios movimientos independentistas que se consolidaron al ver que las colonias americanas podían gobernarse solas.

1815 Primeras batallas independentistas en América del Sur

Si bien el sentimiento patriota estuvo presente en mayor o menor medida en todas las colonias hispanoamericanas, este no fue tan profundo en la sociedad peruana de aquella época, debido a algunos factores particulares. En Portugal, la invasión francesa resultó en la fuga de la familia real al Brasil, donde se instauró una monarquía que perduró durante casi todo el siglo XIX. Cabe señalar que su uso en Francia durante la revolución fue, a su vez, inspirado en la República romana, que era símbolo del esclavo liberado. Por todas estas razones, el Perú estuvo mucho más atrasado que la mayoría de las otras colonias hispanoamericanas en cuanto al desarrollo de una verdadera identidad nacional y, por consiguiente, en el desarrollo de un movimiento independentista propio.

Debido al carácter claramente conservador de la sociedad peruana y a la manera en que se consiguió la emancipación, los primeros años estuvieron marcados por el debate entre monárquicos y republicanos. San Martín estaba convencido de que, al menos inicialmente, un sistema republicano era inviable en nuestro país, por lo que la mejor manera de asegurar una transición sutil era a través del establecimiento de una monarquía constitucional, que mantendría muchas de las instituciones establecidas durante el virreinato, pero que operarían de manera independiente de una metrópoli europea. Para dicho fin, envió una comisión a Europa para buscar a un candidato para la corona peruana y habló abiertamente sobre la posibilidad de establecer una monarquía constitucional41. Formalmente, la cuestión sobre el futuro político del país se dio dentro de la Sociedad Patriótica, un foro creado por.

Libertador San Martín de establecer cierta continuidad de la monarquía en el país. Convencer a los peruanos sobre las ventajas de adherirse a un sistema monárquico. Los debates librados dentro del foro no tenían carácter oficial, pero reunieron a los principales intelectuales de la época, quienes sustentaban sus posiciones, ya sea a favor de una monarquía o de una república.
La salida de San Martín dejó también un vacío en el liderazgo político que tenía que ser atendido.


Creación de Congreso Constituyente y ejercer funciones ejecutivas

En la administración de la naciente República. Pese a los esfuerzos del Congreso de querer establecer orden en el país, su labor se vio obstaculizada por el desencadenamiento de una serie de crisis que duraron décadas. Una de las primeras ocurrió a finales de 1822, cuando se produjo una severa desaceleración económica que dejó prácticamente vacías las arcas del Estado, situación que empeoró con la intensificación de la guerra contra los remanentes de las fuerzas realistas que permanecían afincados en el sur del país y que requirió la eventual participación de tropas colombianas. Basadre, Historia de la República del Perú 1822-1933 Vol.

Todo ello sin contar las guerras contra las fuerzas realistas libradas entre 1821 y 1824, la guerra contra la Gran Colombia de 1828, la separación del Alto Perú y la pérdida territorial de Guayaquil, el ingreso de tropas chilenas en 1837 y de bolivianas en 1841, las severas crisis económicas y las decenas de sublevaciones locales que estallaron en distintas regiones durante todo el periodo republicano temprano. La enorme brecha geográfica, económica, social y étnica que había entre estos dos grupos hacía que permanezcan separados, aislándose el uno del otro.  Restringidos a la participación de aquella pequeña élite que a menudo pugnaba por el poder a través de caudillos militares.

El período de anarquía llegó a su fin con el triunfo del Mariscal Ramón

Castilla en las elecciones presidenciales de 1845. La asunción de Castilla marca un hito en la historia política nacional, ya que es a partir de aquel momento que se vivió un clima de paz y estabilidad que no se conocía en el Perú desde la época del virreinato. El primer mandato constitucional de Castilla culminó en 1851, siendo apenas el segundo gobernante hasta ese momento en completar su período presidencial, un logro notable cuando uno considera la anarquía que reinaba en el país desde nuestra independencia. Gracias, precisamente, a la estabilidad alcanzada durante su primer gobierno, se formaron las primeras agrupaciones políticas, siendo una de las más importantes el Club Progresista.

Como hemos visto, las pugnas políticas durante las primeras décadas de nuestra vida republicana se daban principalmente entre grupos informales bajo el liderazgo de caudillos militares con ambiciones de poder, sin ninguna estructura partidaria ni presencia importante de líderes civiles. Progresista nominó a Domingo Elías, un comerciante y hacendado iqueño, quien había postulado por primera vez en 1845 como independiente.

Progresista no ganó ninguna elección presidencial, debido al dominio que aún ejercían los caudillos militares como Castilla, pero su fundación fue un punto de inflexión en el desarrollo político del país, el cual anunciaba el inevitable arribo de la sociedad civil en la política nacional. Castilla regresó a la escena política en 1854 como uno de los líderes de una revolución de corte liberal, que surgió luego de acusaciones de corrupción en contra del entonces presidente José Rufino Echenique. Luego de la revolución, Castilla fue designado presidente provisorio y, en 1855, convocó a elecciones para la conformación de una Asamblea Constituyente que, por primera vez, se realizó mediante votación directa. Entre los aspectos más destacados figuraron la disminución del mandato presidencial de seis a cuatro años, la vacancia del cargo presidencial por impedir la reunión del Congreso, la creación de un Consejo de Ministros, encargado de avalar las disposiciones ejecutivas, y el establecimiento del sufragio directo para la elección de autoridades, teniendo derecho a voto todos los ciudadanos letrados, jefes de taller o propietarios de tierras.

Casi de inmediato, estalló una revuelta conservadora que no solo desconocía la nueva constitución sino también el gobierno provisorio de Castilla. Aunque más conservadora, la constitución 1856 muy similar a lo estipulado en la constitución liberal de 1856 y mucho más expansivo que lo señalado en la carta magna de 1839.

Luego de la salida de Castilla, el Perú entró en un ciclo marcado por breves períodos de estabilidad y orden constitucional, interrumpidos por conflictos internos y golpes de Estado. Los hombres que integraban esta nueva clase eran una combinación de miembros de la aristocracia tradicional y nuevas familias empresariales que hicieron sus fortunas durante la primera mitad del siglo XIX . Con el tiempo, su poder e influencia económica fueron aumentando y, con ello, su deseo de tener una participación directa en los asuntos de Estado. En abril de 1871, un grupo de empresarios se reunió en Lima para formar la Sociedad Independencia Electoral en apoyo a la candidatura presidencial de Manuel Pardo, exalcalde de Lima y hombre vinculado con el sector empresarial limeño.

Partido Civil, que llegó a dominar la escena política nacional entre 1872 y 1919. Ellos consideraban que el país necesitaba un gobierno ilustrado, guiado por los hombres más capaces y que representaran a los distintos sectores de la sociedad a fin de traer el progreso y el desarrollo que no pudieron producir en la época militar. Asimismo, abogaron por la construcción de proyectos de infraestructura, particularmente de ferrocarriles, que pudieran conectar las zonas más alejadas con los mercados y puertos del país.

Si bien el Perú alcanzó un grado de modernización durante esta época, gran parte del país se mantuvo pobre y atrasado, con enormes brechas sociales, económicas y culturales, donde poblaciones enteras de algunas regiones vivían completamente ignoradas por el Estado.

La guerra del Pacífico, en donde el Perú fue derrotado y ocupado por las fuerzas chilenas, que llegaron hasta nuestra capital.

Asimismo, se estableció el voto directo, aunque restringiendo el derecho al sufragio a los ciudadanos mayores de 21 años de edad que podían leer y escribir, sin excepción alguna por ser dueños de propiedades o negocios. Esta reforma excluía a la población analfabeta, la que en su mayoría era indígena y que hasta ese momento gozaba de dicho derecho acorde con lo establecido en la constitución de 1860. Las reformas impulsadas por el gobierno de Piérola atendían a un verdadero problema que venía afectando la estabilidad política del país, logrando a su vez sentar las bases para uno de los periodos más largos de gobiernos civiles de nuestra historia. 

Electoral Nacional, lo que les otorgó una enorme ventaja en los procesos electorales.Gracias a su labor, se convirtió en el candidato presidencial de su partido para las elecciones de 1908, que ganó con relativa facilidad, aunque tuvo que lidiar con brotes de violencia por parte de miembros del Partido Liberal, quienes se oponían a la realización de la contienda electoral. El gobierno de Leguía no fue muy diferente al de sus predecesores en cuanto a ideología o modelo de desarrollo. Y es que, desde un inicio, Leguía tenía ambiciones de ser el líder indiscutible del Partido Civil y convertir a dicha agrupación en un instrumento para sus propios fines políticos. Leguía hizo caso omiso a dichos reclamos y procedió con la organización de las elecciones, lo cual llevó a la oposición a organizar un paro general el mismo día de los comicios a fin de impedir su realización.

Billinghurst como presidente constitucional y a Roberto Leguía

Pese a ser declarado presidente por el propio Congreso de la República, la relación entre Billinghurst y dicha asamblea fue conflictiva debido a la presencia mayoritaria de civilistas que se oponían a muchos de sus proyectos. Aquí es importante recordar que, hasta ese momento, el Congreso se renovaba parcialmente cada dos años, de tal manera que su composición no cambiaba totalmente de una elección a otra. Más aún, las elecciones de 1912 fueron solamente presidenciales, por lo que se mantuvo intacta la composición del Congreso ese año.

Luego de un breve periodo de gobierno militar, la democracia retornó en El cual señala que son atribuciones del Congreso «proclamar la elección del presidente y de los vicepresidentes de la República y hacerla cuando no resulten elegidos según la ley». La elección de Roberto a la vicepresidencia tuvo la clara intención de obtener el respaldo de Augusto y sus seguidores en el Congreso. En 1919, casi al terminar su mandato, Pardo convocó a elecciones para llevarse a cabo ese mismo año. Aspíllaga fue nominado como candidato oficialista y, con ello, retornaron los conflictos y divisiones al interior del Partido Civil.

El otro candidato fue el expresidente Leguía, quien se presentó como líder de su propia agrupación política, el Partido Democrático Reformista70. Como hemos visto, Leguía no fue el primer político en crear su propio partido en el Perú, pero sí fue uno de los primeros de la época moderna en conseguir éxito a través de la creación de un movimiento personalista. Por un lado, Leguía se benefició de una coyuntura favorable a sus intereses ya que, en aquellos años, el Partido Civil se encontraba seriamente desgastado y cuestionado por diversos sectores. Al igual que en 1912, las elecciones de 1919 estuvieron marcadas por acusaciones de fraude y manipulación de votos.

Carlos Contreras y Marcos Cueto, Historia del Perú contemporáneo. Era un caudillo disfrazado de civil que aprovechó el momento oportuno para tomar el poder a la fuerza. Con ello, la República Aristocrática oficialmente llegó a su fin, dando inicio al Oncenio de Leguía, que duró hasta 1930.

Tras aquella derrota, el Partido Civil desapareció de la escena política, víctima de las aspiraciones de grandeza de un hombre que en algún momento formó parte de sus filas y que se convirtió en el primer caudillo civil de nuestra historia. Luego del golpe de 1919, Leguía convocó una asamblea constituyente encargada de crear una nueva carta magna y proclamarlo como presidente constitucional. Entre las reformas más importantes estuvieron la ampliación del mandato presidencial a cinco años73 junto con el Congreso, que ahora se renovaba totalmente y en simultáneo con el Ejecutivo cada quinquenio74, reemplazando el sistema anterior que contemplaba un mandato presidencial de cuatro años y la renovación parcial del Congreso cada dos. Al renovar la composición del Congreso al mismo tiempo que las elecciones presidenciales, Leguía se aseguraba un respaldo importante en el Legislativo, lo que le facilitaba la labor de gobernar al no tener que lidiar con un bloque opositor mayoritario.

Este legado se ha mantenido hasta nuestros días y, como veremos más adelante, se ha convertido en un elemento dañino para el fortalecimiento de la democracia en nuestro país. Contreras y Cueto, Historia del Perú contemporáneo, 237. Europa, el Perú experimentó el surgimiento de una clase obrera y la primera gran ola de migración interna del campo a la ciudad, que trajeron consigo mayores exigencias en materia de derechos laborales, participación política y justicia social, entre otros aspectos77.

Perú. Si bien estos partidos empezaron a tomar impulso en las primeras décadas del siglo XX, algunas de estas ideas ya habían sido expuestas en el Perú a finales del siglo XIX por Manuel González Prada, uno de los intelectuales nacionales más importantes de aquella época y quien, desde muy temprano, fue atraído por el anarquismo, corriente que aboga por la abolición del Estado y la propiedad individual, así como por la defensa de la libertad ilimitada del individuo y la igualdad de todos. En uno de sus más famosos discursos, González Prada señaló que la gran tragedia del Perú durante el siglo XIX fue la incapacidad de la clase gobernante de forjar una verdadera nación, pues prefirió utilizar su posición para beneficio propio y en perjuicio de los intereses del país.

Derrota humillante que nos despojó de parte de nuestro territorio y que fue consecuencia directa del desorden político del siglo XIX. pero siguen vigentes más de un siglo después. Como respuesta a estos cambios sociales y el surgimiento de estas nuevas corrientes ideológicas, Leguía, prometió crear una «Patria Nueva», la cual tenía como objetivo acabar con el poder político de la élite tradicional e incorporar a las clases medias y trabajadoras dentro de un nuevo aparato estatal. Bajo el pretexto de combatir conspiraciones en su contra, Leguía ordenó la clausura de algunos medios de comunicación, la aprehensión de varios oponentes políticos y la supresión del poder judicial.

Más allá del discurso, la «Patria Nueva» fue principalmente una herramienta utilizada por Leguía para consolidar su poder. En 1924 y 1929, Leguía fue reelecto como candidato único en elecciones controladas81 que sirvieron solamente para dar la apariencia de democracia en el país.

Sánchez Cerro, quien lideró una sublevación desde Arequipa y asumió el cargo

Aunque inicialmente iba a ser desterrado a Panamá, Leguía fue detenido y acusado de enriquecimiento ilícito, pasando sus últimos años de vida encarcelado hasta su fallecimiento en 1932.Aunque con un final nada glorioso, no se puede desconocer el impacto de Leguía que, para bien o para mal, sigue teniendo en la política nacional contemporánea. Esto no pasó desapercibido por las futuras generaciones de políticos ambiciosos, quienes utilizaron su ejemplo como una hoja de ruta para hacer realidad sus propias aspiraciones presidenciales, que ahora eran posibles gracias a los cambios instaurados por el propio Leguía en la constitución de 1919, como el de elegir al presidente y a la totalidad del Congreso en un mismo año. A diferencia del sistema anterior, donde los escaños se renovaban parcialmente cada dos años y se requería de partidos institucionalizados con permanencia en el tiempo que pudieran hacer frente a elecciones frecuentes, el nuevo sistema le permitió formar su propia agrupación y obtener una mayoría en el Congreso inmediatamente en un solo proceso electoral. Dicho cambio ha permanecido en las constituciones promulgadas con posterioridad e inevitablemente ha tenido consecuencias negativas para el fortalecimiento de los partidos, ya que, desde ese momento, era posible tener éxito político sin ellos.

El Oncenio de Leguía también nos deja una lección sobre la corrupción y lo que puede suceder cuando llega al poder un gobierno personalista sin instituciones o partidos fuertes. Si bien Leguía llevó adelante algunas reformas que modernizaron el Estado, en otros aspectos, marcó un retroceso para el país, particularmente en cuanto a los niveles de corrupción, que fueron mucho mayores que durante los gobiernos civilistas y que contribuyeron al enorme endeudamiento del país. Las grandes obras dotaron al país con infraestructura importante, pero también fueron una fuente de enriquecimiento que fue aprovechada por Leguía, su familia y altos funcionarios dentro de su gobierno. Si al Partido Civil se le acusaba de ser un grupo de elitistas que gobernaba en favor de sus intereses, al gobierno de Leguía se le acusaba abiertamente de querer enriquecerse con dinero del Estado.

Tras la salida de Leguía, el Perú entró en una nueva etapa de inestabilidad política que duró aproximadamente 50 años, marcada por pugnas entre la oligarquía conservadora y los nuevos movimientos de izquierda. 1980, se llevaron a cabo varias elecciones, pero estas no siempre eran transparentes, ni tampoco abiertas a todos los grupos políticos. Por ejemplo, durante el gobierno de Luis Sánchez Cerro, se estipuló que el Estado no reconocía la existencia legal de los «partidos políticos de organización internacional» y prohibía su participación en la política nacional, una medida que estaba claramente dirigida a los partidos de izquierda como el APRA, el Partido Comunista y demás movimientos de izquierda. Asimismo, en 1936, el Congreso anuló el resultado de las elecciones y extendió el mandato del general Óscar Benavides cuando se supo que el vencedor de la contienda era Luis Antonio Eguiguren del Partido Socialdemócrata 84, pese a que no tenían la facultad para hacer esto.

Luego de un breve período democrático, nuestro país sufrió otro golpe militar en 1948, que fue seguido por una verdadera farsa electoral en 1950 cuando se presentó un solo candidato, el general Manuel Odría Amoretti, quien «ganó» con el 100 % de los votos válidos87. Armadas anularon los resultados de las elecciones y, en 1968, se produjo un nuevo golpe militar y un nuevo período autoritario que duró 12 años. El año 1980 trajo consigo el retorno de la democracia y una nueva constitución, promulgada en 1979 por una Asamblea Constituyente convocada por el saliente gobierno militar.

Tampoco había voto preferencial, lo que significaba que el elector votaba por una lista y no por un candidato específico dentro de una lista, dejando el orden de candidatos en manos de cada agrupación. De no alcanzar ninguno de los candidatos esa valla, se procedería a una segunda vuelta, disputada entre los dos candidatos con mayor porcentaje de votos en la primera vuelta. Quiroz, Historia de la corrupción en el Perú. Constitución para la República del Perú de 1979, Cuarta disposición transitoria.

Constitución para la República del Perú de 1979, Quinta disposición transitoria. Finalmente, se estableció que los candidatos a la presidencia y vicepresidencia podían también integrar las listas para senadores o diputados. La década de los 80 empezó con mucho optimismo, pero terminó siendo una de las más desastrosas para nuestro país, debido a las crisis causadas por el terrorismo y la deuda externa. El pobre desempeño de ambos mandatarios generó un serio desgaste de los partidos políticos tradicionales ante el electorado, que los responsabilizaba enteramente por los problemas del país, aun cuando las causas de estos venían de mucho antes o fueron el resultado de factores externos.

Para las elecciones presidenciales de 1990, el electorado quería un outsider, por lo que finalmente optó por Alberto Fujimori O diputados. Esta provisión, sin embargo, impulsó también la proliferación de candidatos presidenciales de todos los cortes ideológicos, toda vez que aprovechaban la publicidad gratuita de la que gozaban candidatos al Ejecutivo para impulsar sus aspiraciones de llegar al Congreso. Fujimori, como muchos de estos políticos, aplicó esta misma estrategia al presentar su candidatura presidencial, pensando más en sus posibilidades de llegar al Senado. Contrario a los pronósticos de muchos analistas, Fujimori tuvo éxito en ambos frentes, empleando una táctica agresiva para recomponer la economía y derrotar al a los terroristas, devolviendo al país un grado de estabilidad y orden del que no se gozaba desde la década de 60.leguía, gobernante con el cual guarda muchos elementos en común.

Fujimori gobernó por aproximadamente 11 años, al igual que Augusto

Leguía en su momento, Fujimori optó por construir su poder sobre una base personalista que erosionó las instituciones democráticas del país y debilitó los partidos políticos a largo plazo, sentando las bases para la proliferación de los movimientos cuasi temporales que hoy en día dominan el escenario político. Inevitablemente, como suele suceder cuando no existe un contrapeso adecuado, la corrupción empezó a brotar en los distintos entes estatales a niveles escandalosos, inclusive para nuestro país. Uno de los principales legados de Fujimori fue la constitución de 1993, que se produjo luego de un autogolpe, la disolución del Congreso y la expulsión de casi toda la oposición del Legislativo. Haciendo un análisis del texto original de esta constitución, observamos algunas similitudes con la carta magna de 1979.

Un cambio notable fue la abolición de la Cámara de Diputados y del Senado por un Congreso unicameral compuesto de 120 escaños, cuyos integrantes serían elegidos utilizando el sistema de representación proporcional dentro de un distrito único, con una renovación total cada cinco años, de una manera similar al sistema introducido por Leguía en 1920. Como veremos más adelante, todos estos elementos contribuyeron a la erosión de los partidos políticos y la proliferación de agrupaciones personalistas.

Pero el cambio más importante, al menos en cuanto se refiere a las consecuencias políticas a largo plazo, fue la inclusión de la reelección presidencial inmediata por un periodo de cinco años, figura que no existía en el país desde que Leguía alteró su propia constitución para postular por segunda vez en 1924.

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