Seminario de problemas regionales, el libro denominado “El otro México”

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INTRODUCCIÓN

Principalmente el libro denominado “El otro México” trata de la historia de Baja California: tanto del territorio Norte como del territorio Sur, abarca desde temas como quiénes fueron sus primeros pobladores hasta su flora, fauna y extensión territorial.

        Lo que el autor nos quiere decir a través de esta obra literaria, no es nada más ni nada menos que el fruto de algo al que él llama casualidad, pero el mismo nos afirma como es que se llevó una gran sorpresa, al llegar aquí y recorrer miles de kilómetros a través de los desiertos y las cordilleras de Baja California Sur, quedó impresionado y no pudo resistir la idea de poder plasmar toda esta belleza en unas cuantas hojas de papel.

        Así, aquel viajero llamado Fernando Jordán retrató la realidad de este lugar para que la reencontremos de nuevo en el azul salobre de las mareas puntuales, en el sonido de los recuerdos marinos encerrados en el laberinto de los caracoles, en la petrificación de todo este suelo adolescente y casi infantil de la California mexicana.

        El otro México es la oportunidad de reflexión para comparar, historia y crónica para también preguntarnos por los nombres de cada una de las personas que con el paso del tiempo formaron parte de la historia de Baja California y enterarnos por sus esfuerzos por mejorar este territorio, además de poder conocer desde los orígenes de todo el Estado. Esta bella obra mantendrá entretenido al espectador desde principio a fin.

“EL OTRO MÉXICO”

Esta obra literaria comienza por relatarnos cómo es que se descubrió esta parte territorial del país, claro nos referimos a Baja California; Todo se remonta desde la época de Cristóbal Colón, que al descubrir el continente americano no estuvo del todo satisfecho, no es que no le diera importancia a su descubrimiento, pero se dijo así mismo que eso no era sino el principio, así que soñó con algo mejor, su ambición iba más allá de sólo conformarse con el descubrimiento de América, y se dice que por eso inventó California.

Muchos dicen que él estaba inventado haber encontrado una tierra tan maravillosa como la que estaba describiendo en aquel entonces, unos creyeron y otros no, se murmuraba que sólo era un producto de su imaginación. Pero más adelante se darían cuenta de la verdad del relato que les contaba Cristóbal.

 Pasaron un sinfín de personajes antes de que se dieran cuenta del lugar prodigioso que estaban pisando y no se daban cuenta realmente de donde estaban; Así nació California, engendrada en un sueño de Colón, creció en la leyenda de Esplandián obra del escritor Ordóñez de Montalvo, dicho escritor le dio el nombre de una tierra enemiga de Rolando, supieron de ella Cortés y Nuño de Guzmán, la descubrió Fortún Jiménez pero no supo identificarla; Por lo que terminó bautizándola Alarcón un enemigo de Cortés, con el nombre de la legendaria California con el fin de ridiculizar a Cortés.

Cortés llegó a California y exploró algunas parte de las tierras que conformaban California, después salió de aquí y más tarde volvió a México en 1537, dejó a Francisco de Ulloa a cargo de seguir con la exploración de su viaje, que podría llamarse de reconocimiento; Ulloa obtuvo datos que le sirvieron posteriormente para afirmar por primera vez, que California no era isla sino península. Después de adentrarse en este viaje no volvió a saberse nada de Ulloa y no fue reconocido en la historia californiana, o al menos muchas personas no tienen ni la menor idea de su existencia o de su contribución.

Avancemos un poco más en la historia, después de la muerte de Cortés; Se dieron por primera vez en la historia expediciones a California en donde tomaban participación algunos religiosos del país, eran frailes franciscanos, cuya misión sería la posibilidad de convertir a los desconocidos pobladores esa tierra a creer en el cristianismo.

Vizcaíno fue un extranjero que subyugado por la magia de California, no defraudó ninguna esperanza, y aunque fuera de los últimos grandes navegantes que afirmara la insularidad de la península, sus observaciones geográficas fueron las primeras en dar forma a California sobre el mapa de la expansión hispana.

El pueblo aborigen de California era un pueblo de éstos: un pueblo sin Dios. Hubo distintos tipos de pobladores en el país y precisamente el grupo o los grupos que llegara a poblar California eran de diversas características raciales, lo cual diversificó a la población, obteniendo distintas características físicas en cada habitante.

El hecho de que en la actualidad no existan aborígenes en la península no significa, en modo alguno, que su actual población haya escapado a los efectos del mestizaje, tan característico de la población mexicana; En ciertos grupos donde las características físicas denuncian claramente una directa mezcla europea, el medio cultural ha realizado lo que no hizo el mestizaje y tan mexicanos unos como los otros, los blancos y los morenos.  

Llegando un poco más lejos en la historia ahora sé que California (aún no la llamaremos Baja California ni Baja California Sur) fue conquistada dos veces; Una en el siglo XVIII, por los misioneros jesuitas, y la segunda en el siglo XX, por los pioneros mexicanos. La primera empezó en el sur y la segunda comenzó por la parte norte.

Los hombres que dirigieron la conquista espiritual de California fueron cincuenta y dos, nacidos en nueve diferentes naciones. Primero fueron los jesuitas, después continuaron los franciscanos y le siguieron con la misión de evangelizar los dominicanos, aunque estos últimos no fueron de mucha ayuda. Los más sobresalientes fueron los jesuitas. Las primeras Misiones fueron edificadas durante la ruta que hizo Salvatierra y Piccolo (jesuitas que hicieron gran esfuerzo por conseguir que se les fuera permitido evangelizar en estas tierras) fueron la de San Juan Londó, Loreto, Malibat, San Javier, Mulegé, Comondú y Santa María de la Purísima Concepción (todas durante los primeros 10 años). Cada una de las Misiones ocupa sitio en parajes donde existen manantiales o corren arroyos permanentes, pero entre uno y otro de estos oasis, todo es desolación.

        Para la construcción de dichas Misiones podría decirse que los jesuitas contaron con la ayuda de los aborígenes, pero imagino que esa ayuda debe de haber resultado a menudo más peligrosa, más que nada por la manera o la forma de vida que llevaban a cabo, y como los jesuitas andaban a caballo de un lado a otro, los indios no tenían miedo de estos animales pero en ocasiones optaban por comérselos, y ese pudo haber sido un gran problema para ambos grupos.

        En los 69 años que transcurrieron entre su llegada y expulsión, los jesuitas organizaron 18 Misiones repartidas en una superficie aproximada de cien mil metros cuadrados; sembraron las primeras datileras, llevaron ganado, conformado de la siguiente manera: vacuno, mular y caballar, introdujeron el cultivo de trigo, de maíz; Plantaron los primeros frutales y para que no faltara en la tierra el toque de belleza, llevaron a ella los primeros rosales que florecieron bajo el cielo de California. Las 18 Misiones son: de Loreto, de Londó, de San Juan Bautista, de San Francisco Javier, de Lihui o Malibat, de Santa Rosalía de Mulegé, de San José de Comondú, de la Purísima Concepción, de San Ignacio de Kadakaamang, de Nuestra Señora de la Paz, de Nuestra Señora de Guadalupe, de Nuestra Señora de los Dolores, de Santiago Apóstol, del Señor San José, de Todos Santos, de San Luis Gonzaga, de Santa Gertrudis, de San Francisco de Borja, y por último la Misión de Calamajué.

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