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Semiotica


Enviado por   •  3 de Julio de 2014  •  1.823 Palabras (8 Páginas)  •  185 Visitas

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UMBERTO ECO

Acercamientos Reflexivos sobre el Tratado de Semiótica General

¿Qué es la Semiología?

Fue Ferdinand de Saussure quien concibió la Semiología como “la ciencia que estudia la vida de los signos”, dando por hecho que la lengua es el sistema de signos más importante en la expresión de las ideas. No obstante, reconoce que la lingüística no es más que una parte de aquella ciencia general a la cual él mismo ha dado nombre. De la misma manera, el término semiótica —adjudicado al norteamericano Ch. S. Peirce— evoca la misma cualidad de teoría general de los signos. Aunque a decir de Pierre Guiraud: “Saussure destaca la función social del signo, Peirce su función lógica. Pero los dos aspectos están estrechamente vinculados y los términos semiología y semiótica denominan en la actualidad una misma disciplina. (Pierre Guiraud 2008: 7, 8)

El mismo Guiraud dice de la Semiología:

En realidad, no hay coincidencias en lo que respecta al dominio de nuestra ciencia. Algunos, los más prudentes, sólo la consideran como un estudio de los sistemas de comunicaciones por medio de señales no lingüísticas. Otros, con Saussure, extienden la noción de signo y de código a formas de comunicaciones sociales tales como los ritos, ceremonias, formas de cortesía, etc. Finalmente hay quienes consideran que las artes y las literaturas son modos de comunicación basados en el empleo de sistemas de signos, derivados también de una teoría general del signo…

Pero evidentemente es posible argumentar, con toda razón, que hay muchos otros tipos de comunicación, y que son parte también de una semiología (o de una semiótica)… (Pierre Guiraud 2008: 9, 10)

Como hemos visto, este francés utiliza indistintamente semiología y semiótica como dos formas análogas para referirse a esa ciencia general de los signos. Veamos ahora qué es lo que Umberto Eco dice al respecto.

¿Qué es la Semiótica?

Como el mismo Eco apunta en el Prefacio de su obra, el Tratado de Semiótica General no es un libro que deba leerse con los ojos cerrados ni con la urgencia cándida que requiere una novela de amor. Definitivamente, no. Pues este es “un estudio riguroso” que demanda toda la atención del mundo.

Para empezar, en palabras del mismo eco, “La Semiótica se ocupa de cualquier cosa que pueda CONSIDERARSE como signo”. Donde el signo se define como “cualquier cosa que pueda considerarse como subtítulo significante de cualquier otra cosa. Esa otra cualquier otra cosa no debe necesariamente existir ni debe subsistir de hecho en el momento en que el signo la represente. En ese sentido, la semiótica es, en principio, la disciplina que estudia todo lo que pueda usarse para mentir”. (Umberto Eco) Hagamos una pausa y nos detengamos en el término “mentir”. Así encontramos que este vocablo —del lat. mentiri— está asociado con las siguientes acepciones: Decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa; Inducir a error; Falsificar o falsear una cosa; Desdecir una cosa de otra, no ser conforme con ella; Fingir, cambiar o disfrazar una cosa, haciendo que por las señas exteriores parezca otra. Observemos esto mismo de la semiótica como un querer decir diciendo lo que no es, pero ahora desde una perspectiva poética:

¡Si uno pudiera encontrar lo que hay que decir, cuando todas las ventanas se han levantado del campo como palomas asustadas! ¡Si uno pudiera decir algo, con sólo lo que encuentra, una piedra, un cigarro, una varita seca, un zapato! ¡Y si este decir algo fuera una confirmación de lo que sucede; por ejemplo: agarro una silla: estoy dando un durazno! ¡Si con solo decir “madera”, entendieras tú que te florezco; sin con decir calle, o con tocar la pata de la cama, supieras que me muero!

[…]

Lo más profundo y completo que puede expresar el hombre no hace con palabras sino con un acto: el suicidio.

Hay un decir sin decir nada. Todo acto humano es reflejo de una significación fortuita y mutable.

Mentir siempre para no decir lo que es,

para quedarse quieto bajo las piedras

respirando como la piel de un muerto

y probar el musgo verde de los campos que florecen.

Esta vez miento,

digo lo que no quiero,

lo que mi boca contrita y verdadera

descompone en millares de mundos adiestrados.

Culpable soy de las mentiras que aquí se digan,

del maltrato que sufran los filósofos.

Yo los perdono

—a todos—

como perdono al hombre que creó a Dios.

Así, pues, aunque parezca irónico, extraño, irrisorio o paradójico, de esto se deduce que lo que entendemos como realidad es una falsa copia de la realidad misma. Octavio Paz, en su ensayo “Poesía de soledad y poesía de comunión”, afirma: “… no es la realidad lo que realmente conocemos sino esa parte de la realidad que podemos reducir a lenguaje y conceptos”.

No obstante, desde la visión antropológica, se infiere que la semiótica, como ciencia que estudia los fenómenos culturales en tanto resultado de los actos comunicativos, conmina a entender el signo a partir de una convención social. Considérese que toda acción determinada conlleva una carga simbólica en relación con el “otro” que legitima y reconoce la objetivación de un hecho: el pensamiento mismo es un dialogar con el “otro”. En efecto, la cultura no existe sino en el momento mismo en que ese “otro pensante” —que soy yo mismo cuando trato de asimilar el contenido de una cosa u “otro” en su forma física— vislumbra la propiedad-atributo del ente en cuestión, dándola por cierto.

Leamos ahora una entrevista a un pintor en dos versiones:

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