Soñar con el venezolano del bien común

Soñar con el venezolano del bien común.

Pensar si quiera en un país donde al compañero no le importe el vecino, donde cada quien vele por lo que a si mismo le conviene aunque sus acciones perjudiquen a otra persona, parece un tanto utópico y hasta anarquista, pero al salir a la calle vemos como impera el desorden y se vive bajo la costumbre vuelta ley donde se anda sin tener quien vele por su cumplimiento e imponga orden, este es el escenario de un estado frágil  y como venezolanos vemos y vivimos día a día un escenario que parece sacado de una película de acción y suspenso. Nos queda pensar en el país soñado, ese donde sus ciudadanos por muy diferentes que sean, tienen un objetivo común por el cual (sabiéndolo o no) todos trabajan. Para bien nuestro, la realidad es más amplia que simples palabras, mucho podemos hablar de la amistad que surge entre personas que comparten ideas y gustos pero ¿y las que no?

“Según Aristóteles, la amistad es lo más necesario para la vida puesto que sin amigos nadie querría vivir aunque poseyera todos los demás bienes.”

Cortina A, 2008, Amistad Cívica, Diario El País

Existe entonces la amistad cívica que mantiene unida a nuestra polis hoy entendida como ciudad y a nuestro estado. Parece descabellado que en una sociedad tan polarizada como la nuestra se pueda creer que existan personas de bien que estén dispuestas a escuchar y entender al otro para levantar un proyecto en común pese a las diferencia, ¿Es que acaso se nos tienen que ir amigos en común para unirnos? Esa es una buena pregunta puesto que suelen ser las tragedias las que nos unen, ¿Es que acaso la moribunda democracia no es una causa para unirnos por el país? Venezuela es ese territorio, esa nación, ese país que nos une en lo cívico y en parte en lo jurídico, por eso es de aplaudir cada vez que una persona por voluntad propia decide hacer bien por el otro y motivarle al logro que como sociedad nos tenemos que plantear.

“Las sociedades para prosperar, según Aristóteles, necesitan leyes e instituciones justas, gobernantes prudentes y jueces honestos, pero también un ingrediente sin el que la vida pública no funciona con bien: la amistad cívica.”

Cortina A, 2008, Amistad Cívica, Diario El País

Tenemos una gran tarea, una tarea que pasa por la mente de cada uno de nosotros pero que incontables veces posponemos porque nos apura lo urgente, es esa la actividad que aquí nos mantiene, cultivar la amistad cívica es lo importante. Quien hoy en día forma parte de las pocas instituciones que quedan en el país, o si prende la llama del liderazgo para levantar una institución del rubro que sea, debe entender que los cambios verdaderos, esos que tanto en las calles de nuestra Venezuela se claman, esos cambios solo son posibles si dentro de las instituciones aún existentes (haciendo referencia a los partidos, gremios, movimientos, ONG´s, sindicatos, y demás) se siembra la semilla de la amistad cívica porque ella posibilita la concordia (homonoia), en efecto; pero además, y precisamente por ello, evita la discordia o lucha entre las personas que constituyen un cuerpo, y es del riego de esa semilla a través de las relaciones interinstitucionales y consolidación de alianzas que se verá un mejor horizonte.

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