Teorias de conflicto. Tarea 4: Teorías / Perspectivas
Enviado por Gabriela Feliciano • 19 de Abril de 2020 • Ensayo • 2.191 Palabras (9 Páginas) • 211 Visitas
Tarea 4: Teorías / Perspectivas
Gabriela Feliciano Casiano
Departamento de Trabajo Social, Universidad Interamericana de Puerto Rico,Recinto Metropolitano,San Juan; PR
SOWO6029: Diversidad & Opression
Dr. Jose Castro Borrero
19 de abril del de 2020
- Modelo de Competencia Cultural
Cultura es el conjunto de todas las formas y expresiones de una sociedad dada y esto incluye costumbres, normas y reglas de ser, vestimenta, ritos, religiones y creencias. Por lo que podríamos decir que la cultura es toda la información que posee el ser humano. Si aceptamos esto como cierto, debemos dar como cierto también que la conducta, o sea la forma de uno comportarse o reaccionar ante una situación, depende en gran medida de nuestro acervo cultural (Santiago, & Rosa, 2007). Dicho esto, en palabras de Manuel Francisco Martínez y Visitación Calzado:” la conducta humana es aprendida y desplegada en un contexto cultural”. (2006, La competencia cultural como referente de la diversidad humana en la prestación de servicios y la intervención social, pp.1). Por tanto, si queremos lograr modificaciones en cierta conducta o en la forma en que alguien enfrenta y soluciona un problema, tenemos que acercarnos y conocer su cultura. Este acercamiento debe ser uno sin prejuicios, uno que “implica un continuo examen de los propios sesgos y prejuicios hacia otras culturas, así como una exploración en profundidad del propio “background” cultural” (Martínez, M.F.; Martínez, J. y Calzado , 2006) .A esto, se le ha dado por llamar Competencia Cultural y la podemos definir según Manuel F Martínez y V Calzado (2006)como el conjunto de conocimientos, actitudes, conductas, y en caso políticas y programas, que confluyen en una persona, organismo o sistema que le capacitan para trabajar con eficacia en contextos interculturales .
La Competencia Cultural es aplicable a cualquier ámbito humano que busque solucionar problemas, especialmente cuando se trata de minorías o sectores no dominantes (las mujeres, los envejecientes, las minorías étnicas, los discapacitados, la comunidad LGBTQ+, etc.) quienes a pesar de tener una mayor necesidad de prestación de servicios hacen menos uso de estos que los grupos dominantes Adquirir competencia cultural no es un proceso lineal, por el contrario, cada persona, institución o sistema progresa a su ritmo y puede ser que en un ámbito haya logrado competencia, pero en otras áreas se encuentre rezagado(Martínez, M.F.; Martínez, J. y Calzado , 2006).
Para lograr la competencia cultural cada profesional tiene que tener conciencia cultural. Esto es, tiene que tener claro que su herencia cultural puede llevarle a tener creencias y/o actitudes que afecten su interacción con miembros de grupos culturales distintos y continuamente debe estar examinando y descartando sus prejuicios para poder llegar a respetar los valores, creencias y estrategias para resolver problemas de la persona que viene a solicitar su ayuda. Esto debe ser así para evitar que acabemos imponiendo nuestros modos o preferencias culturales. La conciencia cultural debe llevar a cada profesional del etnocentrismo al etnorelativismo cultural, sin que esto conlleve a que han de ser aceptadas todas las prácticas culturales, un ejemplo de esto es la mutilación genital femenina (Martínez, M.F.; Martínez, J. y Calzado , 2006).
Otro de los requisitos para lograr la competencia cultural es el conocimiento cultural. Es necesario conocer la forma de ver la vida del otro. Para esto debemos aprender sobre su cultura, historia, estructura familiar y sistemas de apoyo, creencias, conocer cuáles son sus creencias sobre el origen de las enfermedades y sus síntomas. También debemos conocer las barreras y discriminaciones que sufre el grupo en cuestión (Martínez, M.F.; Martínez, J. y Calzado , 2006).
La conciencia y el conocimiento cultural debe llevarnos a tener prácticas profesionales culturalmente apropiadas a las características de los usuarios a los que servimos. A esto se llama tener habilidades culturales. Esto implica usar un lenguaje adecuado, desarrollar las entrevistas y los programas de intervención de manera sensible y respetando sus valores. Hay un dicho que dice que la primera impresión es la que cuenta y esto aplica en estos casos, pues esa primera impresión va a afectar la disponibilidad del usuario para seguir buscando la ayuda necesaria para resolver la situación que lo aqueja. Se debe conocer su nombre o como le gusta que lo llamen o identifiquen, mantener la distancia personal apropiada, el contacto visual o no dependiendo de lo apropiado para su cultura, los tipos de tratamientos que le parecen más adecuado y el rol de la familia en la solución del problema. Se debe tener habilidad para diferenciar entre los problemas que se derivan o tienen su causa en el usuario de los problemas que se derivan de la estructura social (Martínez, M.F.; Martínez, J. y Calzado , 2006)
Para poder desarrollar la conciencia cultural, el conocimiento cultural y las habilidades culturales es necesario que haya encuentro cultural. Esto es, el profesional debe comprometerse a tener interacciones con el mayor número de personas, con experiencias o bagajes diferentes, pertenecientes a ese grupo cultural en particular de manera que pueda obtener un conocimiento amplio de su cultura (Martínez, M.F.; Martínez, J. y Calzado , 2006).
Si la competencia cultural se mantiene a un nivel individual tendremos los problemas que las intervenciones realizadas de esta forma serán esporádicas y fortuitas pues dependen de la persona que brinde el servicio. Para evitar esto, es importante que las instituciones se comprometan y declaren su voluntad de trabajar para respetar la diversidad cultural. Esto declaración debería incorporarse a la misión de la institución e inicialmente debe hacer una autoevaluación inicial donde se establezcan los objetivos y los recursos que se necesitan y periódicamente reevaluar los objetivos alcanzados, que debieran incluir la integración de miembros de los sectores minoritarios entre sus empleados (Martínez, M.F.; Martínez, J. y Calzado , 2006).
Como había dicho anteriormente, la competencia cultural es un método aplicable a cualquier ámbito que se dedique a la solución de problemas. Esto es especialmente cierto en el campo de la prestación de servicios médicos debido a la continua ola de inmigrantes en todo el mundo. Tan es así, que Larry D Purnell en su artículo “The Purnell Model For Cultural Competence description and use in práctica, educación, administración and research”(1999) describe al Modelo Purnell de Competencia Cultural desarrollado en 1995 como uno pertinente para todos los proveedores de salud. Es precisamente en este ambiente de servicio que me gustaría conceptualizar este método. El verano pasado tuve la oportunidad de hacer trabajo voluntario en un hospital de San Juan. Durante ese periodo se hospitalizó una mujer transgénero diabética con una infección en un pie y que finalmente requirió amputación de la pierna. Esta paciente había estado deambulando, pero recientemente había conseguido un apartamento y había comenzado una nueva vida. La amputación limitaba su independencia e imposibilitaba su permanencia en el apartamento pues era requisito ser independiente para vivir allí. La paciente y el personal del hospital se enfrentaba a un problema de salud y a uno de carácter social. Si bien el personal hospitalario no estaba acostumbrado a brindar servicios a personas de este grupo minoritario, vi como en el “counter” de enfermería compartían su preocupación de no expresar algún tipo de prejuicio por medio de una palabra o gesto que hiciera sentir incómoda a la paciente o discriminada. A esto se le llama conciencia cultural. Un grupo de apoyo, perteneciente a la comunidad LGBTQ+, ayudó a la paciente en los trámites relacionados a su apartamento y al centro de rehabilitación a donde iría al salir del hospital. Este grupo le sirvió al personal para ampliar su conocimiento cultural sobre esta minoría (visión de mundo, sus necesidades, los prejuicios que los afectan, su modo de expresión, etc.) y además le sirvió para tener encuentros culturales con otros miembros de esa comunidad que han tenido experiencias de vida distintas a la de la paciente. La experiencia con este grupo hizo que el personal pudiera desarrollar habilidades culturales que le facilitaran la intervención con la paciente. Estos aprendieron con que nombre la paciente prefería que la llamaran, el uso de los intereses de la paciente para iniciar conversaciones y derribar barreras de comunicación, entre otras cosas. La paciente pudo ser referida a un centro de rehabilitación y antes de ser dada se comenzaron las gestiones para una prótesis que le daría independencia y le garantiza poder continuar en su apartamento.
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