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Tres características de la crisis de la modernidad


Enviado por   •  13 de Septiembre de 2021  •  Tarea  •  1.412 Palabras (6 Páginas)  •  222 Visitas

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Tres características de la crisis de la modernidad:

El hombre como agente de la naturaleza.

Adquirió, poco a poco, dominio sobre ella, hasta alcanzar un enorme poder. Y empezamos a alarmarnos por su uso. En efecto, al mayor transformar a su imagen el mundo en torno, el hombre no creó una morada de mayor pulcritud y belleza, no convirtió la naturaleza en espíritu, como soñaron los renacentistas. Porque su obra obedeció a la codicia y al afán de dominio, más que al amor y a la inteligencia. La naturaleza fue transformada en servicio de nuestras necesidades, pero también fue socavada, expoliada, hasta inhabilitada como morada del hombre, fue sometida al capricho humano, reducida a simple instrumento de sus intereses. La destrucción de la naturaleza por la técnica obedecía una actitud más profunda: la degradación de los entes naturales en meros objetos. Al reducir el mundo a un material que debe ser dominado y transformado, las cosas dejan de tener un sentido intrínseco, sólo adquieren el sentido que el sujeto humano les atribuye. El hombre deja entonces después de escuchar lo que tengan que decirle las cosas para exigir que se plieguen al lugar que les señala en su discurso.

La sociedad racionalizada y el individualismo.

El racionalismo, que ineludiblemente separa el sujeto del objeto de su observación y análisis, profanó una visión del mundo que había prevalecido y operado exitosamente durante el pasado, y quebró la unidad que existía entre individuo, sociedad y naturaleza. Esta vez la visión secularizada, objetiva y científica de la realidad, prometió mitigar la angustia mediante una oferta tentadora: la construcción de un mundo pleno de satisfacciones, cómodo y seguro, donde quedarían satisfechas la mayor parte de las necesidades. La sociedad racionalizada es producto de la aplicación de una forma de racionalidad, pero también de la concepción individualista que constituye, según vimos, uno de los rasgos del pensamiento moderno. El individualismo fue inseparable del reconocimiento de la dignidad del hombre que proclamaron los humanistas del renacimiento. Más tarde, dio lugar la doctrina de los derechos humanos, inalienables, de todo hombre en sociedad.

Con el desarrollo de las sociedades capitalistas, el individualismo dio lugar a dos expresiones extremas. Por un lado la persona privada, ocupada en sus asuntos familiares, codiciosa de acrecentar sus pertenencias, que defiende a toda costa sus derechos frente a la comunidad y que solo se rige por intereses egoístas. En el otro extremo el hombre masa. Al debilitarse las asociaciones comunitarias que se integraban sus miembros para dar un sentido superior a sus vidas, al reducirse la sociedad a la suma de individuos, queda la persona individual sola frente al sistema abstracto que la regula y controla. Para la organización burocrática de las sociedades desarrolladas todos los individuos son homogéneos, intercambiables, esclavos de los mismos pequeños intereses personales, computables para las encuestas electorales o los pronósticos del mercado.

3. La crisis de los estados nacionales

La creación política más importante de la época moderna fueron los estados nacionales, entidades políticas arbitrarias que rara vez correspondían a unidades culturales o étnicas. Sus fronteras coincidieron, en unos casos, con los límites de ejercicio del poder efectivo de un monarca; en otros, fueron trazadas para servir a los intereses de los colonizadores. De cualquier modo sólo en casos excepcionales, los estados nacionales coincidieron con el ámbito geográfico de un pueblo. La mayoría fue resultado del arbitrio de un poder político y abarcó un conglomerado de etnias nacionalidades y regiones bajo la dominación de un centro. Pues bien, la noción de Estado nacional empieza a entrar en crisis. Por un lado, la conciencia creciente de la interdependencia entre naciones, la mayor complejidad de los problemas económicos, sociales y culturales, la constitución de un mercado mundial, el progreso y una cultura universal son tendencias que vuelven insuficiente el Estado nacional para hacerles frente. De allí los proyectos de construir unidades superiores que abarquen varios estados, en confederaciones regionales laxas. De ahí también la dirección final, aún lejana pero a la vista, hace la institución de formas de gobierno mundial. Si el Estado nacional es demasiado pequeño para resolver la complejidad de los problemas planetarios, resulta demasiado grande para hacer frente a las demandas diversificada

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