Un Poco De Grasa Abdominal

Hace quince días, una de las Xipolitakis twitteó una foto y agregó que la lipo “le sienta bien”. Quien no haya visto esa foto todavía no sabe lo que es el verdadero terror, ése que te estruja la boca del estómago y te hace escapar un pedito de los que silban. No me vengan con películas gore de los setenta/ochenta, mucho menos con terror psicológico o fenómenos paranormales. Dos globos y una hielera por debajo de la piel abdominal alcanzan para que cualquiera que haya visto la foto tenga pesadillas por mucho, mucho tiempo.

Acostumbrados a percibir nuestro cuerpo bajo ciertos límites, cualquier cambio que se efectúe de repente produce un fenómeno de desajuste. Cuando un sujeto pierde un brazo, no es raro que el cerebro sienta un dolor fantasma por el miembro perdido. Cuando un adolescente crece tanto en tan poco tiempo, su cuerpo se entorpece y comienza lo que se conoce como la edad del pavo. Parecen boludeces, pero son dos caras de la misma moneda. ¿Qué pasa entonces con la grasa abdominal que se sacó la Xipolitakis?

La obsesión por la cintura perfecta produce monstruos. Sin dudas que la griega es una de sus víctimas. Me la imagino en una pista, en una fiesta del ambiente o en un evento empresarial. Están todos tomados, es tarde y suena el meneaíto. ¿Se la imaginan bailándolo? En pleno desajuste por buscar ponerse las manos en una cintura disminuída, la griega parecería un muñeco maldito con ataques epilépticos.

Y no sólo no podría bailar el meaníto con la gracia de antaño, sino que quien la posea a la usanza animal (cuatro patas en tierra) no tendría dónde agarrarse. Mientras pienso en ese pobre tipo al que le sirven tira de asado sin carne en los huesos, no puedo dejar de detenerme en el cuerpo de mi secretaria. La tengo ahí, cómo me calienta. Sus curvas tienen la forma del sol asomándose en el horizonte. Al verla agachada buscando un bibliorato que no existe, no puedo menos que agradecer el infinito azar al que le debo mi paso por este mundo.

Es que es real, está ahí. Se le ve esa raya irregular y la raya indica que estoy vivo. Quiero agradecerle por ese cuerpo que tiene, por mantener una relación saludable con su cabeza y por potenciar el sentido de realidad. Cuando alguien se toca los flotadores y dice que es lo que hay, muchas veces nos olvidamos de la cantidad enorme de pequeños hechos que configuraron eso que somos y sentimos. Y ya que estamos: ¡La lipo te queda como el ojete!

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