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Un recuerdo recompuesto entre realidad y memoria


Enviado por   •  11 de Agosto de 2021  •  Ensayo  •  1.230 Palabras (5 Páginas)  •  136 Visitas

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Un recuerdo recompuesto: entre realidad y memoria

Durante los últimos meses hemos vivido con pasmo un cambio profundo en la manera en que nos relacionamos, subsistimos, y habitamos y recorremos distintos espacios. La velocidad con que se extendió el contagio del nuevo virus a lo largo del mundo nos tomó por sorpresa a una inmensa mayoría, que hasta los primeros meses del año apenas si comprendíamos el fenómeno y las dimensiones que podría tomar.

Hoy, mientras algunos sectores de nuestra población ponen en duda la existencia del virus o desestiman su letalidad, la incertidumbre sobre el devenir de esta pandemia sigue presente entre muchos de nosotros.

Ocurrió muy rápido, en un abrir y cerrar de ojos todo había cambiado. No hubo tiempo para prepararse, todo parecía tan drásticamente diferente y cada corazón se acostumbró a ir dos compases más acelerado. Fue un momento de cambios indispensables implementados de manera abrupta, otros necesariamente vendrán de forma progresiva en las fases sucesivas. Una vez identificada la gravedad del virus, la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió como acciones prioritarias el confinamiento en los hogares y el distanciamiento social con miras a reducir el contagio. Desde la arquitectura, estas dos acciones intervienen en la nueva composición y habitabilidad del espacio interior, en la interacción física en el espacio público y en los desplazamientos en cortas y largas distancias.

En su publicación de 2019 The Power of Cities: Tackling Noncommunicable Diseases and Road Safety, referida al COVID-19, la OMS plantea dos aspectos importantes a tener en cuenta en las ciudades a raíz de la crisis. De una parte, la necesidad de crear ciudades y comunidades sostenibles que fomenten “una mejor planificación urbana que priorice el acceso a sistemas seguros, mejore el acceso a los espacios verdes o públicos y mejore la calidad del aire”. Y, de otra parte, “crear calles peatonales, aptas para bicicletas y dignas de ser recorridas”, con el propósito principal de conectar las ciudades en condiciones seguras para caminantes y ciclistas, “(…) garantizar acceso seguro y equitativo a los servicios, y promover la caminata y el ciclismo para la recreación y el transporte”. Esto implica recrear las ciudades en términos de conciencia ambiental y de salubridad. Una semana antes de que el gobierno decretara en el norte de Italia el cierre de escuelas de todo grado y orden (desde los jardines de los niños más pequeños hasta las universidades), la idea de un virus que rondaba por Asia se hacía bastante ajena y lejana. De repente, en el norte de Italia ocurrió lo insólito: se cancelaron los eventos deportivos (no jugarían la Juventus, el Milán, el Inter, la Atalanta); se cerraron los museos, se cancelaron los eventos culturales (conciertos, ópera, teatro y carnavales); incluso el Carnaval de Venecia concluyó dos días antes. La petición con obligatoriedad era no salir de la casa sino para lo estrictamente necesario.

La medida se llamaba: #IoRestoaCasa [#YoMeQuedoenCasa]. Una medida sin duda extraña para ese momento, drástica. ¿Exagerada? Sí, se llegó a pensar. En especial porque al inicio todo indicaba que eran medidas preventivas y pasajeras. Al no imaginar ni conocer la gravedad de la situación, como en un acto de supervivencia humana, se guardaba la ilusión de que la siguiente semana, o la siguiente, las cosas volverían a la normalidad. Era cuestión de paciencia. Se habilitó una página especial de la región del Piamonte para seguir hora a hora lo relativo al virus. Los casos se contaban aún en los dedos de una mano. La propuesta del ministro de Salud parecía haber funcionado, así que se retomó la idea de reabrir museos, cines, actividades deportivas, artísticas y eventos en general; además de reabrir escuelas y universidades: primero para una limpieza y desinfección profunda, que duraría dos días, y luego reiniciar. Pero no fue así: jardines, escuelas y universidades continuaron cerrados, viajes cancelados, tiquetes reembolsados, restricción de trenes, aviones y de la movilidad en general. Después de haber cerrado el norte de Italia y sus confines, las medidas se extendieron a todo el país. Se cerraron fronteras como una manera de aislarse y protegerse. Se cerraron las tiendas comerciales, y muchas de ellas decidieron hacerlo por decisión propia antes de la comunicación oficial. Un gesto que no pasa desapercibido si se piensa que para la economía italiana el turismo histórico-cultural y el comercio tienen un peso muy importante. Es un país atractivo por la moda, las tiendas, los diseñadores, y se veía en la necesidad de cerrar indefinidamente.

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