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Vivienda, tejido residencial y vida doméstica


Enviado por   •  4 de Septiembre de 2023  •  Ensayo  •  3.148 Palabras (13 Páginas)  •  53 Visitas

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8. Vivienda, tejido residencial y vida doméstica

8.1 La casa

En las estrictas coordenadas de un lote —en la mayoría de los casos— de forma rectangular, se desarrolló en Barranquilla, hasta bien entrados los años setenta del s. XX, la vivienda moderna, la casa, ámbito doméstico de la nueva vida familiar. Esta forma de habitar sería usual y común en estos años, tanto para las residencias de los estratos altos, como para las casas unifamiliares de la clase media y las urbanizaciones obreras promovidas por el Instituto de Crédito Territorial[1].

La casa fue un instrumento de modernización de la vida doméstica para los que decidían residir en Barranquilla, ciudad que, para integrarse a la modernidad, quiso seguir a pasos forzados el ejemplo de la vida norteamericana, no obstante que el empuje del desarrollo industrial y portuario se le estaba agotando[2]. Particularmente, las clases altas y medias altas, con algunos recursos para imitar lo que veían en el cine[3], o que viajaban a Miami y Nueva York con frecuencia[4], intentaron adoptar formas de vida, hábitos, estilos y la casa norteamericana, aunque su estructura de valores estuviese ligada a un modelo de familia patriarcal, o la mujer aún fuese ciudadana de segunda clase, como era descrito en los cuentos de la escritora barranquillera Marvel Moreno[5].

En especial, tuvieron una marcada influencia para estas clases los modelos diseñados en California por arquitectos como Richard Neutra, Raphael Soriano, Craig Ellwood, Pierre Koenig, Charles Eames y Eero Saarinen, a raíz de la convocatoria que hiciera en 1945 John Entenza, editor y propietario de la revista Arts & Architecture, para el “Case Study House Program” (Gamboa, 2007), en el estado de California, región que por su dinámica poblacional y económica marcara pautas para la cultura norteamericana.

En efecto, durante y después de la Segunda Guerra, aumentó considerablemente la población por los procesos de relocalización de la industria, y en particular el desarrollo de la industria cinematográfica, en California. Estas circunstancias la convirtieron en el marco apropiado para materializar el ideal de vida doméstica americana surgido del baby boom. Además, como el clima es más favorable se prestaba para desarrollar un estilo de vida relajado e informal: el Californian Living, (Esguevillas, 2009) una filosofía existencial, apoyada por las corrientes filosóficas del pragmatismo y el hedonismo, que promovería cambios en la concepción del hábitat, y una búsqueda de integración con el entorno natural. Una de las principales características de los modelos del programa “Case Study House”, se encuentra precisamente en la integración con el paisaje a través de espacios exteriores que complementan las diferentes estancias, matizados por elementos de transición que desdibujan el perfil de la edificación en el entorno (Esguevillas, 2009). Por lo tanto, el tratamiento de este fragmento inmediato de naturaleza que rodea la vivienda revestiría gran importancia en la concepción global de los proyectos.

Estas propuestas de integración ambiental acordes con las dinámicas culturales de informalidad hedonista, que se publicitan en revistas norteamericanas como Arts & Architecture o Sunset Magazine (Esguevillas, 2009), las reproducen e imitan arquitectos y promotores en muchas partes del mundo, particularmente, donde existían algunos rasgos ambientales y culturales parecidos. En los años cincuenta, uno de esos ejemplos fue Barranquilla, pues como el clima lo exigía, se valoraba la vida al aire libre. La informalidad se afianzaba en una urbe que había surgido de un sitio de libres, habitada por pobladores provenientes de diferentes regiones del país y del mundo[6], y donde la cultura del confort era promovida por el desarrollo de la industria de los electrodomésticos.

8.2 Nuevos elementos del programa de la casa

Como era el principal promotor inmobiliario de la ciudad —desde la construcción del barrio el Prado—, el norteamericano Karl Parrish siguió insistiendo en su modelo de urbanización tipo suburbio descentralizado donde se sustentaba el modelo de casa americana. La ciudad entonces se expandió del centro hacia todos los costados, y se tipificó el estilo de vida en el que: “El empleado de la city estaba fuera de la casa todo el día, mientras que su mujer permanecía en el hogar trabajando en las labores domésticas y en la educación de los hijos”. (Gamboa, 2007, p. 11)

Este tipo de hábitat residencial implicaba el incremento masivo del automóvil, puesto que el modelo urbano de baja densidad, como los suburbios, se localiza lejos del centro generando largos desplazamientos diarios para volver a casa. Arquitectos influyentes, como Richard Neutra, teorizaban a favor de esta tendencia expansionista en el territorio:  

La inevitable masificación durante las horas de trabajo [...] así como la densa cooperación entre muchas personas en su oficina, en la fábrica, impulsa al deseo contrario: vivir con libertad de acción y aceptar un largo recorrido diario para vivir en el campo, antes que vivir en un espacio mínimo con falta de zonas verdes libres. El medio [...] será la posesión de un coche familiar barato con garaje en el mismo terreno de la vivienda. (Neutra, en Aymonino, 1976, p. 246)

El garaje se convirtió, así, en un componente fundamental del nuevo programa arquitectónico de una “casa moderna”. Su presencia determinó una espacialidad y/o un volumen básico en la composición arquitectónica de la casa, y en una instancia de su funcionalidad. A diferencia de las casas colonial-californianas de los años treinta y cuarenta, en que el garaje o portón se ubicaba al lado de la vivienda, en el retiro o caja de aire, después de la segunda mitad del s. XX, pasó a ser concebido como parte de la fachada. Su presencia determinaba niveles y condicionaba la espacialidad exterior en su articulación con la malla urbana.

La cocina venía ajustándose a una nueva cotidianidad doméstica que se estaba estructurando con el surgimiento de clases medias, que, como familias nucleares, se multiplicaban en las ciudades en proceso de crecimiento urbano. En particular, en Estados Unidos la modernidad racionalista de la cocina tuvo origen, a mediados del siglo XIX, en las recomendaciones que mujeres formadas en la disciplina calvinista sugieren para impulsar la formación de “hogares cristianos”.

En efecto, las hermanas Catharine (1800-1878) y Harriet Beecher (1811-1896), hijas del ministro presbiteriano y activista abolicionista Larry Beecher, desarrollarían tratados y propuestas para afincar los principios morales victorianos en la sociedad norteamericana. Catharine, que ayudó a fundar el Hartford Female Seminary en 1823, escribiría su popular obra A Treatise on Domestic Economy for the Use of Young Ladies at Home and at School, (Beecher, 1823) con el propósito de estandarizar las costumbres del hogar reforzando la creencia de que el lugar apropiado para una mujer era la casa.

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