Vivir en silencio
Enviado por danielramirez86 • 28 de Noviembre de 2020 • Monografía • 469 Palabras (2 Páginas) • 121 Visitas
“VIVIR EN SILENCIO”
Cada mañana de camino al trabajo, al otro lado de la ciudad, veo los cuerpos andantes de una sociedad sumerja en el vaivén del día. Carpinteros, abogados, economistas, plomeros, soldadores, mecánicos, motorratones, carretilleros, ingenieros, vendedores ambulantes e incluso indigentes merodeando entre las basuras para encontrar algo de comer o de valor. Todos, absolutamente todos, son masas errantes en este castillo de cemento y acero, dispuestos a mantener viva la realidad que escogieron ya hace un tiempo, esa realidad que los exprime hasta la última bocanada de aire, veo el silencio en sus labios y la costumbre en sus hombros, aquella, que está marcada por la desigualdad, por la violencia, por la opresión, por la pereza, por la zozobra, aquella realidad infectada por los flagelos del estado y la barbarie cultural, aquella realidad fracturada por los brazos largos y fuertes de un polvo blanco vestido de corrupción y las ráfagas indiscriminadas de proyectiles que callan las voces que gritan ¡basta!. Veo, en este trayecto, aquellos cuerpos que viven en silencio, amoldados por las crisis y preparados para el final, veo los rostros fatigados por el látigo del verdugo que se hace llamar reforma y los cuerpos exhaustos del peso excesivo laboral, veo en cada mirada un fragmento de esclavitud por el poder egocéntrico de la oligarquía, veo la deplorabilidad de las zonas marginadas por el terror y sumidas en la miseria, veo los claveles del campo santo donde reposan los héroes patrios, veo un pueblo perpetrado por el caos. Pero, aun hay esperanza, cada mañana a pesar del abismo, veo sonrisas exhibidas detrás de cada lagrima, veo valientes que avanzan con la esperanza de materializar utopías, veo la determinación de una sociedad soñadora, veo el empuje de la prosperidad y la perseverancia, veo la obstinación de esos cuerpos al darlo todo una vez más, veo la apuesta fiel de aquellos que quieren un país mejor, veo el amor y el odio darse la mano bajo el mismo cielo donde durante años han jurado cegarse la existencia, veo la inocencia de aquellas almas diminutas y frágiles que juegan a ser héroes de una sociedad perdida, siento el orgullo a flor de piel por ser parte de la sociedad parida por esta tierra, donde la abundancia de sus frutos es suficiente para mantener un pueblo azotado por la inequidad. Sobre este terreno, hace falta más que proyectiles, violencia o desigualdad, para apagar los sueños de una multitud en busca de grandeza, que todos los días despierta con el deseo intenso de la estabilidad y la gloria.
De esta manera es como se construye día a día el progreso de un estado encadenado por las cicatrices de una guerra prolongada por los silencios de una comunidad y el hambre de poder de los patriarcas de este país.
(Daniel Ramírez. 2020)
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