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Amanda Labarca


Enviado por   •  15 de Mayo de 2013  •  2.863 Palabras (12 Páginas)  •  679 Visitas

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Introducción

A través de un recorrido por la vida de la autora Amanda Labarca deseamos encontrar evidencias sobre sus ideas y el reflejo de éstas en el contenido de sus postulados educativos, para ello hemos recurrido a la información biográfica, histórica y educativa existente, encontrada en libros y paginas de Internet, en principio realizamos una biografía que contuviera los hitos más relevantes de su historia, luego sus concepciones educativas, para desde ahí extraer sus supuestos respectos a los ámbitos que intervienen al hombre en general. Por tanto el establecimiento de estos datos tiene como fin en primer termino el establecer los orígenes sociales y contexto cultural, que nos proporcione indicios de cómo comienza su inquietud por la tarea educativa y en segundo establecer sus orientaciones, supuestos de sociedad, individuo, y naturaleza del conocimiento además de metodologías, con lo cual al finalizar deseamos poder relacionar sus ideas sobre educación con los paradigmas tratados en clases, además de una amplia mirada respecto a una de los pensadores chilenos mas importantes del siglo XX.

AMANDA LABARCA

Su Biografía

Amanda Labarca nació el cinco de diciembre del año 1886 en Santiago bajo el nombre de Amanda Pinto Sepúlveda, creció en un hogar de clase media, su padre era comerciante de ideas liberales aunque no por este hecho dejaba de dar la razón o prefería a sus hijos varones por sobre Amanda, fueron este tipo de hechos y el constante confinamiento de su madre quien había tenido trece hijos de los cuales sobrevivieron cuatro lo que despertaron en ella la idea de modificar la situación de la mujer.

Asistió al colegio de la Señora Mercedes en la calle san Isidro, luego al Liceo Americano y terminó sus estudios en el Liceo Isabel Lebrun de Pinochet, allí tuvo como profesor de la asignatura de castellano al joven destacado Manuel Guzmán Maturana, con quien en años posteriores compartiría ideas sociales y una gran amistad que duraría por el resto de sus vidas. Fue por esos años que sintió un gran interés por las letras, le encantaba leer sobre todo autores españoles, fue en el año de 1902 en que rindió los exámenes para obtener el grado de bachiller en humanidades que en ese entonces era requisito para ingresar a la universidad. Veinticinco años antes de que Amanda realizara sus estudios las mujeres no tenían acceso ni autorización para continuar estudios superiores, Amanda Labarca estudió en el Liceo de Isabel Lebrun por que veinte siete años antes fue esta mujer quien elevó una solicitud al consejo de instrucción pública la validez de los exámenes rendidos en su liceo que era de niñas, para ello se comprometió a presentar ella misma a sus alumnas frente al consejo de la Universidad de Chile que en ese entonces era la sede del consejo de instrucción pública, quienes tenían directa autoridad con respecto a los estudios secundarios y superiores. Sin saberlo con esta petición la señora Lebrun dio origen al decreto Amunátegui dictado el 6 de febrero de 1887 por don Miguel Luis Amunátegui Aldunate quien presidía la cartera de instrucción publica durante el gobierno de Aníbal Pinto Garmendia.

Este documento decía “Se declara que todas las mujeres deben ser admitidas a rendir exámenes válidos para obtener títulos profesionales con tal que se sometan para ello a las mismas pruebas a las que están sujetos los hombres” esto fue un hecho que abrió la universidad para las mujeres pero para ello debían haber cursado sus estudios previos en un colegio reconocido por la Universidad de Chile lo que para la época era difícil, pues en ese entonces existían establecimientos fiscales y particulares para hombres los primeros regidos por el consejo de instrucción pública y los particulares con la posibilidad de rendir exámenes válidos ante las comisiones designadas por Universidad de Chile, para las mujeres por otro lado sólo se reservaban escuelas primarias fiscales e instituciones secundarias particulares las cuales presentaban planes incompletos comparados con los de los hombres, esto las excluía de ser evaluadas por la Universidad de Chile y por tanto de los estudios universitarios de ahí la petición de Isabel Lebrun.

Con el tiempo el avance y efecto del decreto Amunátegui se vieron frenados por los grupos conservadores quienes no veían con buenos ojos la integración de una mujer a la educación superior, además fue la época en donde se desarrolló la guerra del pacífico, por todo esto el decreto sólo se puso en ejecución a partir del año1894. Producto de los hechos antes enumerados en 1894 se crea el liceo n°1 de niñas “Javiera Carrera”

Amanda Labarca tuvo conflictos vocacionales entre la carrera de medicina u otra de humanidades pero en 1903 decidió ingresar al Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile a estudiar pedagogía en castellano eligió esta carrera más por su gusto por la escritura y la lectura que por ser profesora, luego quiso aprender inglés por lo que se fue a vivir por un largo período al colegio norteamericano Santiago College, esto lo hizo por su necesidad de tener experiencias en otros países que contribuyera a su formación, también tuvo que ver con los constantes problemas que le causaba poner de manifiesto las diferencias que hacía la familia entre ella y sus hermanos varones. Estudió en la

Universidad de Columbia y La Sorbona, donde se impregnó de las ideas feministas vigentes en Europa, rescatando la responsabilidad y la conciencia que la mujer debía tener de su propia historia. Convencida de lo que creía correcto, participó activamente

a través de la educación como herramienta insustituible, impulsando reuniones de conversación femeninas en el Palacio Urmeneta.

Este es el origen del Círculo Femenino de Estudios, en 1919, en 1915 funda el Círculo de Lectura, su objetivo era lograr un mayor acceso y progreso cultural a través de la literatura, reuniendo a mujeres laicas e intelectuales de la clase media en afanados debates. “No fui en el colegio una alumna brillante, creo que por ser muy pequeña para el curso en que me hallaba; en segundo término, porque mi desenvolvimiento fue tardío y, por último, porque todo mi tiempo lo gastaba en leer cuanta cosa impresa caía en mis manos. Los estudios estaban estructurados como ahora, pero con menos ramos y menos profesores. A mí, como a las otras niñas, me llevaban escoltada al colegio. No teníamos más posibilidad de vida social que nuestra casa y el colegio. ¿Eramos felices? Yo creo que sí, porque no había otra cosa a qué optar, a qué aspirar'”.

A

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