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Martin Fierro


Enviado por   •  30 de Agosto de 2011  •  2.408 Palabras (10 Páginas)  •  1.119 Visitas

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ANALISIS DEL MARTIN FIERROA

ALFREDO MOFFATT

Del capítulo Cultura Criolla del libro PSICOTERAPIA DEL OPRIMIDO

Debido a que la obra de Hernández constituye algo así como la ”Biblia Gaucha” tomaremos este relato como base principal para nuestro análisis del mito del gaucho. Este libro es, en realidad, una especie de enciclopedia de todo un mundo que se extinguía cuando Hernández lo rescata. Los otros dos testimonios importantes, el Santos Vega de Ascasubi y el Juan Moreira de Gutiérrez, serán analizados sólo en referencia al Martín Fierro. El vínculo emotivo principal de Fierro es consigo mismo; en cuanto a su dignidad personal, con quién realmente ”se casó” fue con su coraje, con su libertad. Además no tuvo otra salida pues a todos los demás vínculos los perdió: con su familia, con Cruz e, incluso con su pago. Debido a que las labores gauchescas no exigen tareas colectivas, la única comunidad existente no era de trabajo sino de diversión y eran los bailes de pulpería, el único momento social para una población aislada entre sí por la baja densidad. El Fortín es la otra área social, pero debido a sus características degradatorias y carcelarias no permitía la organización de una comunidad. Los bailes actuaban además como centro de informaciones y permitían la verbalización y comunicación entre sí, especialmente a través de formas prescriptas como, por ejemplo, ”la payada”. El gaucho forastero, introductor de información en el grupo, luego de pedirle la bendición a quien ”causaba” el baile, pedía permiso para cantar. La necesidad de un público, un grupo social que sea depositario de lo cantado, es fundamental y en el Martín Fierro aparecen diálogos entre el cantor y el grupo (en términos de psicodrama sería el ”público”) es decir, ”se cuenta cómo se cuenta”. El lenguaje simbólico es muy rico y todo el proceso de la narración está referido a un modelo ecológico del ciclo de la naturaleza. (Esto es especialmente hermoso en la payada final entre Fierro y el Negro). Desde el punto de vista literario, poético, existen descripciones de una belleza y una evocación trágica extraordinaria: el duelo en el desierto, la muerte de Cruz, la penitenciaría, la muerte de Vizcacha y el relato de la soledad cuando se interna en el pajonal como gaucho matrero. Pero la descripción tiene siempre en Martín Fierro un tono épico que le quita el colorido íntimo, a veces casi onírico, regresivo del Santos Vega de Ascasubi, escrito en un lenguaje mucho más arcaico y evocador. En esa obra aparecen situaciones erotizadas y, además, un tema que también está ausente en el Martín Fierro y que es el de la locura. Casi podemos decir que, a pesar de estar escrita en versos y en lenguaje arcaico, el Santos Vega es casi una novela moderna; incluso, a veces, las descripciones de situaciones extremas tienen un tono regresivo, onírico, al mismo tiempo que una descripción realista y minuciosa que hacen recordar a uno de los iniciadores de la literatura actual, a Franz Kafka. En la segunda parte, ”la vuelta”, Hernández incluye en su denuncia al sistema, consejos en boca de Fierro y Vizcacha, sumamente adaptativos al sistema de poder. Estos famosos consejos son los pilares donde el sistema se apoya para metabolizar la obra y hacerla inofensiva. Es curioso cómo Hernández mismo incluyó los elementos que permitieron traicionar su obra. En este sentido debemos recordar algo que nunca debemos olvidar: Hernández no era gaucho y, si denunciaba honestamente los atropellos de que eran objeto los parias rurales, había otra parte de sí mismo que permanecía dentro dei sistema liberal-burgués de donde provenía. El otro aspecto en que se percibe que no participa totalmente de la visión del mundo de quién defiende, es en su percepción irónica de la medicina mágica popular; visión irrespetuosa típica de quienes pueden acceder a curarse con la otra medicina, la ”civilizada”. En este sentido el folklore popular suburbano, la cultura del tango, puede llegar a ser más coherente con el grupo social del cual es expresión, pues allí las creaciones son más colectivas y no debieron pasar por un recopilador ”culto” como sucedió con la poesía espontánea de los payadores gauchos. En cambio recordamos que Ascasubi y Hernández eran hombres de una cultura urbana e europeizada. El ”aburguesamiento” final de Martín Fierro está simbolizado por el hecho de que no termina el ciclo de todo héroe popular: no es muerto por el sistema de poder. Por eso Juan Moreira, que literariamente es inferior, llegó a ser la obra gauchesca más representada pues, por su muerte final, se configura más como el héroe de la rebeldía a la autoridad injusta. Pero de todos modos Moreira, no es sabio como Fierro; Moreira es lo que se llamaría ahora ”una personalidad fáctica”, es decir una personalidad de acción, que tenía pocas ideas acerca de la injusticia social (era más ”tira bombas” que ideólogo, como en realidad era su compadre Fierro). En cambio, la diferencia de Fierro y Moreira con el gaucho matrero de Ascasubi (el mellizo Luis) es muy grande, porque en la obra de Ascasubi el gaucho matrero está percibido como un bandido y no como héroe. Es decir, está visto con la moral de autoridad y no desde el pueblo (Ascasubi era unitario y terminó el Santos Vega en París). Es posible establecer una línea que recorre el mito del gaucho matrero a través de nuestra historia: comienza con el Santos Vega donde el gaucho es malvado y culpable, continúa en el Martín Fierro donde es forzado por la autoridad injusta a matar y pelear a ”la partida”, pero se incorpora finalmente al Sistema. En cambio en Moreira, el gaucho matrero se convierte en un super-héroe que hace estragos entre las partidas mandadas a prenderlo y es temido mortalmente por la policía, muriendo finalmente en su ley. Todavía ahí no termina la línea del mito del héroe rebelde: encontramos, casi en la actualidad, al bandido-héroe Mate Cosido que, perseguido en el Chaco por la policía, es querido y protegido por los pobladores pues no roba a los pobres sino a las grandes empresas explotadoras (entre ellas a Bunge y Born) y se convierte, así, en una forma de vengador del oprimido. Respecto a su sistema instrumental, el gaucho era muy sencillo: caballo, facón, poncho, le cubrían el problema de transporte, trabajo, defensa y abrigo. Cada uno de los instrumentos tenía varios usos: el caballo era montura y compañía, además de que le servía en las peleas para guarecerse la espalda; el facón instrumento de trabajo y defensa, y el poncho servía para el frío y la lluvia, para dormir y, arrollado en un brazo, para pelear. Como alimentación, el asado se complementaba perfectamente a nivel dietético con el mate. Y, para alegrarse, la guitarra y luego el porrón de ginebra para ayudarse en ”un trance”. En cuanto

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