Martín Fierro
Enviado por info1188 • 25 de Octubre de 2012 • Informe • 1.646 Palabras (7 Páginas) • 384 Visitas
Martín Fierro, el gaucho, nos va a contar con sincera nostalgia la vida feliz que antaño llevaba en la pampa y la inicia no con el grandilocuente verso homérico de "Canta musa, la cólera de Aquiles"… sino con un auténtico rapsoda del pueblo al que van destinadas sus cuitas y lamentos: "Aquí me pongo a cantar / al compás de la vigüela…" en el canto II comienza el relato propiamente novelesco del poema, concretamente al llegar la cuarta estrofa: la leva lleva al gaucho del hogar a "la frontera", a la tierra de indios.
En el canto III asistimos a la vida miserable que sufre nuestro protagonista en su nuevo destino. La guerra con el indio se halla erizada de peligros sin cuento, hasta el punto de que el gaucho decide huir (canto IV y V). La continua huída va a durar tres años, sembrado de penalidades sin cuento. Pobre y desnudo, regresa a su rancho, que ha sido destruido y ha de refugiarse en una cueva.
Las penalidades no han terminado: en el canto VII Fierro sufre persecución al ser considerado un vago. Entonces se revela y se torna "malo", frecuenta las "pulperías", se emborracha y, pendenciero, en una pelea mata a un negro. En el canto VIII, la policía lo persigue. Exhausto, pero valiente, lucha hasta la extenuación, hasta conseguir la admiración del sargento de policía Cruz, en el canto IX lo escucha con atención y, compadecido de él, le cuenta a su vez, su historia; y así ambos, por ser dos almas gemelas, deciden marchar a tierra de indios. Así se llega al canto XIII, con el que finaliza la primera parte. Hernández, por boca de su protagonista, anuncia "romper la guitarra para no volverla a templar". En la última estrofa se encierra toda la protesta y denuncia socio-política: "…que referí ansí a mi modo / males que conocen todos / pero que naides contó".
Metáforas:
La tierra no da fruto si no la riega el sudor.
Yo soy toro en mi rodeo y torazo en rodeo ajeno.
Sangra mucho el corazón del que tiene que pedir.
Tiene en la desgracia mía un espejo en que mirarse.
Siempre es bueno tener palenque ende ir a rascarse.
Si la vergüenza se pierde jamás se vuelve a encontrar.
Comparaciones:
El hombre que lo desvela una pena estrordinaria, como el ave solitaria, con el cantar se consuela.
Cuando puntiao me encuentro, me salen coplas de adentro como agua de la vertiente
Mi gloria es vivir tan libre como pájaro del cielo.
La ocasión es como el fierro, se ha de machacar caliente.
Estaba el ñato presente, sentado como de adorno.
A poco andar dispararon, lo mesmo que sabandija.
Personificaciones:
La miseria en su afán de perseguir de mil modos llama en la puerta de todos y entra en la del haragán.
En donde viven bramando los volcanes que echan fuego.
Son los secretos que las tinieblas esconden.
Son los ecos que responden a la voz del que da un grito
Es siempre, en toda ocasión, el trago el pior enemigo.
Los cielos lloran y cantan hasta en el mayor silencio.
Resume los consejos de Martín Fierro a sus hijos. Opina al respecto.
Tengan cuidado, porque nunca se sabe donde se oculta un enemigo. Tengan en cuenta que debe saber muy poco aquel que no aprendió nada. Es mejor que aprender mucho, aprender cosas buenas. No aprovechan los trabajos si no han de enseñarnos nada. Siempre deben conocer al momento cuando a alguien enfadan. En el mayor infortunio pongan su confianza en Dios; de los hombres, sólo en uno; con gran precaución en dos. Las faltas no tiene límites; aquel que defectos tenga, disimule los ajenos. Nunca abandonen a un amigo, pero no pretendan nada de él. Siempre el amigo más fiel es una conducta honrada. Ni el miedo ni la codicia es bueno que a uno le asalten. No se sobresalten por los bienes que pierdan. Al rico nunca le ofrezcan y al pobre jamás le falten. Bien lo pasa el que respeta a la gente. Sean prudentes para librarse de enojos: cautelosos entre los flojos, moderados entre valientes. El trabajar es la ley, porque hay que adquirir; es una triste situación el tener que pedir. Trabajen siempre para ganarse el pan, pues la miseria siempre alcanza al haragán. A ningún hombre amenacen, porque nadie se acobarda. Para salir de cualquier peligro, más vale la confianza en uno mismo que las armas. Nunca dejen pasar una oportunidad cuando esta se presente. Si la vergüenza se pierde, jamás se vuelve a encontrar. Manténganse unidos, pues si se pelean son vulnerables. Respeten a los ancianos. Tengan cuidado porque serán juzgados de acuerdo a la gente de la que se acompañen. Procuren cuidar de sus padres en su edad madura.
...