Nota Carolina Santa Cruz
Enviado por Paula Montoto • 5 de Septiembre de 2019 • Biografía • 1.463 Palabras (6 Páginas) • 407 Visitas
Como la mayor parte de los deportistas que se destacan en alguna actividad, Carolina Santa Cruz pasó por varios deportes, como el vóley, el básquet, el tenis, también el patín, hasta que a los ocho años decidió ella misma dedicarse exclusivamente a la natación. Quizás fue porque esa actividad fue con la primera que tuvo contacto, ya que arrancó desde muy pequeña, a los cuatro años debido a, si se quiere, un caso de fuerza mayor: “Éramos tres hermanos muy seguidos y como mi mamá en el verano no podía estar en la pileta grande con los tres a upa, nos mandó a natación desde muy chicos”. Seguramente ni su madre ni ella imaginaron las alegrías que eso les traería en el futuro.
El fuerte de aquélla joven salida de la pileta del Club Los Andes de Villa Ramallo, eran los 100 y 200 metros en estilo pecho. Gracias a sus excelentes tiempos, a los once años ya era una nadadora federada, y fue en marzo de 1993 en Brasil cuando con sólo 14 años fue Campeona Sudamericana en 100, Subcampeona en 200 y también Campeona en posta 4x100 metros combinados.
A esa altura y con ese nivel de competencia, ¿cómo eran los entrenamientos?
A los 14, fue en Rosario donde empecé a tener buenos resultados (En enero de 1993 fue Campeona de la República categoría Juvenil A en 200mts) y ya empezamos a entrenar dos veces en el día, íbamos a la pileta a las 4 de la mañana. Yo iba a la escuela al mediodía, pero como mis compañeras que también entrenaban iban al colegio a la mañana, íbamos todas de las 4 hasta las 6 de la mañana, y después a la tarde de nuevo. Hacíamos doble jornada, eso más que nada para tener más metros.
Gracias a los resultados, Carolina fue convocada para ser parte del Seleccionado Nacional de Natación en forma permanente. Hacían entrenamientos en conjunto en Rosario o en Buenos Aires. Haciendo referencia al primer Campeonato Sudamericano en el que participó y fue protagonista, explica: “No tenía dimensión de lo que era, de a dónde iba, nunca me imaginé que iba a ganar. Iba con un buen tiempo, pasé a la final y estaba en el andarivel 7, no estaba tan cerca de las mejores, pero bajé mi tiempo y salí primera, no lo podía creer, miraba para todos lados y ninguna otra nadadora había llegado. Era todo impensado, no era que yo me decía ahora voy a salir primera. Estaba convencida del trabajo que había hecho, de los tiempos, de lo que había trabajado en la pileta, pero por ahí pensaba que las demás eran mejores, las veía como monstruos”.
Después de esa primera experiencia los éxitos continuaron durante tres años, lo que la llevó a formar parte de la Selección de Natación que competiría en los Juegos de Atlanta en 1996.
¿Cómo fueron los entrenamientos previos a los Juegos?
Nos juntamos en Buenos Aires, en el Centro de Alto Rendimiento Deportivo (CENARD) cuatro meses antes de viajar a Estados Unidos. El entrenador de la selección, Daniel Garimaldi era el entrenador de José Meolans y de Alicia Barrancos, que también formaban parte del grupo, teníamos una rutina de gimnasio, natación y el nutricionista. Yo no trabajaba la parte física fuera del agua porque no lo había hecho previamente. En cuanto a la comida, siempre fui de comer bien, pero en ese tiempo teníamos a un especialista, nos medían y pesaban todas las semanas, nos daban vitaminas y en mi caso, como no comía demasiada verdura, muchas veces me daban algo para reemplazar eso.
Carolina cuanta que la previa a esos Juegos no fue la mejor: “El entrenador y los entrenamientos eran terribles, muchas veces terminaba llorando, por distintas cosas, por ejemplo, estábamos entrenando en la pileta del CENARD en pleno mayo, junio sin la carpa porque la pileta no estaba cubierta y supuestamente no había plata para pagar una pileta climatizada, el agua estaba caliente, pero sacabas el brazo y se te congelaba. Nos ponían vacunas como a las vacas para que no nos enfermemos. Para mí eso fue torturante, encima el entrenador decía que eso, psicológicamente, nos iba a hacer madurar. Hasta que tanto discutí y renegué, llamaba llorando a mi casa, y nos consiguieron la pileta de River para qu entrenemos ahí. Además había muchas cosas que él hacía con sus nadadores, con los pechistas, que yo no estaba acostumbrada a hacer. Por darte un ejemplo, nos hacía hacer 3 series de 800 metros en pecho, yo hacia la primera y ya me quedaban las rodillas como dos pelotas. Eso me jugó en contra en la competencia y también cuando tuve que decidir si seguir nadando o no. Además a ninguno de los chicos les fue bien, ni siquiera a los que entrenaban siempre con él”.
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