Simon Bolivar
Enviado por yorwin06 • 21 de Abril de 2014 • 5.669 Palabras (23 Páginas) • 306 Visitas
Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacio .Nació como cualquier niño rico de la época, el 24 de julio de 1783, en una espaciosa mansión heredada por su padre, entre las esquinas de Traposos y San Jacinto, en caracas. Cuando seis días más tarde lo bautizaron en la catedral. Se dice que lo bautiza como Simón diciendo que sería el Simón Macabeo de las Américas. Era hijo del Coronel de las Milicias de Aragua Juan Vicente Bolívar y Ponte y de Doña María de la Concepción Palacios y Blanco. Don Juan se había casado ya entrado en años, a los 47 años de edad, en tanto que doña María apenas contaba 15 años para el momento del matrimonio. De esta unión nacieron dos hembras y un varón mayores que Simón: María Antonia, Juana y Juan Vicente. Y una niña póstuma, es decir, que nació después de muerto el padre, y se llamó María del Carmen. Murió a las pocas horas de nacida.
Cuando Simón nació su mamá estaba muy delicada de salud, por lo tanto, habían pensado en la negra Hipólita que trabajaba en la hacienda de los Bolívar, en San Mateo, para que amamantara al niño.
Nunca sintió diferencia, era un niño que corría y sin duda cuantas travesuras hacia. El se dio cuenta la diferencia entre las casas de los mantuanos con la de las clases más desprotegidas. Con sus hermanitos gozaba de la libertad de correr por los grandes corredores de su casa y disfrutaba de los regalos extravagantes de su tío Esteban; hermano de su madre y próximo padrino de confirmación. El pequeño Bolívar era un niño inquietante, fascinante, impetuoso, travieso, no le gustaba que fuera duros con él y hasta cierto momento era respondón. Tomaba decisiones, solía correr con sus hermanos y amiguitos siempre dirigiéndolos en los juegos que inventaba.
Le encantaba la naturaleza, teniendo para su cuidado la negra Matea que tenía un arduo trabajo al seguir al travieso niño tratando de que se aquietara. El chiquillo sentía un gran amor por otra negra llamada Hipólita que era la que se había encargado de amamantarlo y de vigilar sus primeros movimientos debido a la penosa enfermedad que ya en esa época se le manifestaba a su madre. Con las negras Hipólita y Matea compartió sus tristezas, sus alegrías, aprendió lo que era la vida de los esclavos comprendiendo el sufrimiento de los demás. Pensándolo en silencio y al pasar los años lo compartiría con otro negro que no era esclavo, sino Presidente de una nación soberana como fue el presidente Petión, que lo ayudaría para dar la libertad de Venezuela.
Nuestro pequeño amigo Bolívar sabía de dónde provenía, conocía la importancia de su familia pero el siempre fue sencillo y sensible siendo tan observador que le llamaba la atención en su casa el mundo de servidumbre y esclavos pero siempre había un gesto de cariño para con ellos, corría en su sangre la bondad y la necesidad que todos estuvieran bien, desde su negra Matea hasta sus tíos los Palacios. El era tan diferente a la sociedad de los criollos que demostraban su gran soberbia, el niño trasmitía la sencillez y hasta a veces le inquieto el comportamiento de sus iguales al ver el desprecio con que miraban a los que no eran de su clase. Simón empieza a leer y a escribir y hacia muchas preguntas cuando algo le llamaba la atención. Le gustaba el olor al campo a las flores, desarrolla toda su sensibilidad y se queda en silencio en los miles de pensamientos que le podían pasar por esa cabecita.
Adoraba los caballos y se dice que pasaba el tiempo con muchos muchachos que no eran de su clase, se cree que eso desarrollo en el pequeño las ganas de luchar por los pobres.
El pequeño Simoncito era un niño menudo de no muy alta estatura, pero lo que le faltaba de cuerpo lo compensaba con su gran energía y su espíritu. Su pelo negro, de nariz perfilada, de ojos azabaches penetrantes, sus manitas pequeñas que acariciaban a su madre y a las negras Matea e Hipólita. Nunca pensaría que serían las recias que conducirían en un futuro a parte de la América a la libertad. Sus piececitos tan pequeñitos nunca se imaginaron que iban a recorrer tantas tierras, caminos y ríos, tenía nuestro amiguito una sonrisa que causaba simpatía. Las comodidades del hogar paterno no le impedían al niño sentir los latidos del corazón del pueblo venezolano, que sonaban con amor en el pecho de la negra esclava Hipólita. La negra Matea le trasmitió el amor por su pueblo, el dolor por la esclavitud, la tristeza de sus amiguitos negros y le dio toda clase de cuidados, cariños y mimos
Fue un niño que desde muy temprana edad se caracterizo por su espíritu rebelde por esto su madre doña Concepción le puso en manos de Don Miguel Sáenz, hombre autoritario, que aunque contaba con treinta y cuatro años era un hombre demasiado severo e intransigente poco proclive a tratar con niños y el menos apropiado para entender el carácter de el infante.
Además la casa del Licenciado no era a lo que el pequeño estaba acostumbrado como la casa de San Jacinto, con su patio de granados, sus fuentes donde él jugaba con su hermano Juan Vicente con barquitos de papel. ¿Quizás el niño añoraba sus hermanos, jugar con ellos, correr y planificar travesuras?
Añoraría los cuentos de la negra Hipólita, sus cuidados, sería para el muy duro encontrarse en la casa del Licenciado. En ella no hay otros niños, reina un silencio sepulcral, eso para él es el peor de los castigos. Al Licenciado Sáenz más le preocupaba sus pleitos judiciales y su carrera, pero acepto sin ningún entusiasmo el encargo de la madre de Bolívar de disciplinar al rebelde muchacho. El mentor se dedico a hacer que el niño le tuviera temor, el traslado de el chiquillo a la casa del Licenciado no trajo ningún resultado.
Existen varias de anécdotas del muchacho con el severo maestro, anécdotas que describen por si solas las relaciones pésimas entre el pupilo y su mentor. El pequeño Bolívar trato de amargar la vida hasta ese momento tranquila del Licenciado.
Un día mientras almorzaban el impertinente chico se mezclo en la conversación que mantenía Sáenz con sus invitados.
"¡Cállese usted y no abra la boca!" Lo regaño molesto el abogado.
El niño dejo de pronto de comer.
"¿Por qué no come ¿ " Le pregunto furioso el Licenciado.
"Porque usted me dijo que no abriera la boca" Contesto el niño con insolencia.
Una vez lo llamo Sáenz "barrilito de pólvora" y Simón le respondió:
"Tenga cuidado, no se me acerque, puedo estallar."
Estas y otras anécdotas de enfrentamientos entre el futuro Libertador y el abogado convencieron a Sáenz la inutilidad de modificar el carácter
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