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Antropologia III


Enviado por   •  25 de Junio de 2014  •  8.795 Palabras (36 Páginas)  •  206 Visitas

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Tchambuli Mundugumor Arapesh

Rol Femenino - La mujeres son las proveedoras (cazan, recolecta, tejen, comercializan, etc)

- Ellas son las que organizan y dirigen la familia y a la comunidad.

- En las relaciones sexuales son ellas las que dominan la situación.

- Cuidar y educar a sus hijos entregándoles amor y seguridad.

- Los papeles que ejercen hombres y mujeres son iguales, son muy pacíficos, cariñosos con los niños, poco agresivos.

- Las relaciones ambos tienen el mismo rol son sensibles e interesados por lo erótico.

Rol Masculino - El hombre está dedicado a las representaciones artísticas,

- Son los encargados de mantener la alegría, representación en sus comunidades

- En el sexo cumplen un rol secundario. Se someten a sus mujeres y son dependientes de ellas. - El hombre es de carácter fuerte y agresivo al igual que su esposa.

- Preocupado de mantener su descendencia (rope)

- Ambos son los encargados de la organización social y familiar creando dos grupos familiares el de la esposa y la del esposo en una lucha constante.

- Los hombres son los encargados de la organización familiar y de la comunidad, aunque para ellos es una obligación, que entregan gustosos cuando apenas pueden desligarse de ella,

- Son los proveedores , son alegres y solidarios cazan para los demás su cultura no les permite comer de lo que han cazado ellos mismos.

- Junto a sus mujeres educan con mucho entusiasmo y amor a sus hijos

Rol de los niños - Se crían en un mundo agresivo, de competencia constante, de una lucha incansable por sobrevivir en su ambiente de enojo y desagrado familiar y de la comunidad.

- La niñas son cambiadas entre las familias designadas a un esposo, con el cual deberá luchas para mantener su espacio criadas en una hostilidad constante.

- Los niños son educados para sentirse incomodos ante los mayoress se educan de forma muy dura, son muy violentos, desde el mismo nacimiento estan predispuestos a la hostilidad y los conflictos. - Su deber principal es crecer, sus familias piensan que lo más importante es el sentimiento de confianza y seguridad en sus niños.

- Desde muy niños son prometidos al matrimonio, los novios- niños deben trabajar para mantener a su novia-niña

- Se acostumbran a aceptar todo pasivamente a cambio de sentirse seguros en la vida.

Sexo y temperamento en tres sociedades primitivas.

Sexo y temperamento en tres sociedades primitivas.

por Margaret Mead

A lo largo de este estudio hemos analizado detalladamente la personalidad que se asigna a cada sexo en tres pueblos primitivos. Hemos descubierto que los arapesh, sean hombres o mujeres, desarrollan una personalidad que nosotros, desde nuestro punto de vista históricamente limitado, llamaríamos “maternal” en lo relativo al cuidado de los niños y “femenina” en los aspectos sexuales. Allí los individuos son educados para que sean pacíficos, cooperativos y atentos con las necesidades de los otros, independientemente de su sexo; ademas, ni los hombres ni las mujeres arapesh consideran la sexualidad como una fuerza demasiado motivadora. En marcado contraste con estas actitudes, los mundugumor de ambos sexos son mucho más agresivos, afirman su sexualidad con más fuerza y en su personalidad encontramos poca ternura maternal; son lo que en nuestra cultura consideraríamos personas violentas e ingobernables. Sin embargo, ni los arapesh ni los mundugumor han desarrollado un contraste de personalidad entre uno y otro sexo. El ideal de varón arapesh es el de un hombre pacífico y comprensivo que está casado con una mujer como él; el de los mundugurnor el de un hombre violento y agresivo, con una mujer de carácter similar. Pero en la tercera tribu que hemos estudiado, la de los tchambuli, encontramos unas actitudes en relación al sexo que son precisamente el reverso de las que predominan en nuestra cultura: allí la mujer es la que domina, ordena y es fría emocionalmente, mientras que el hombre se muestra sometido y dependiente. Con estos datos, la conclusión es evidente: si esas actitudes que consideramos aquí típicamente femeninas (la pasividad sexual, la sensibilidad y la disposición para cuidar cariñosamente a los niños) son asignadas al sexo masculino en una tribu y tanto a los hombres como a las mujeres en otra, no existe ninguna base para relacionar tales actitudes con el sexo. (…)

Los datos que hemos reunido nos indican que la mayoría de los rasgos de personalidad que en occidente consideramos masculinos o femeninos, están unidos al sexo biológico de modo tal laxo como lo pueden estar la vestimenta, los modales o el peinado asignado a cada sexo, según la sociedad y la época. (…) No tiene sentido acudir a otros factores (la dieta, la raza o la selección natural) para explicar estas diferencias, de modo que nos vemos obligados a concluir que la naturaleza humana es increíblemente moldeable y se conforma de modos muy diferentes dependiendo de las condiciones culturales vigentes.(…)

Pero si estamos de acuerdo en esta maleabilidad de la naturaleza humana, ¿cual es el origen de las diferencias de personalidad que dictan las diversas culturas, o bien para todos sus miembros, o bien para los de un sexo en contraste con los del otro sexo? Si es cierto que tales contrastes son de origen cultural, como indican nuestros datos, de forma que cualquier bebé puede convertirse potencialmente en un pacífico arapesh o en el agresivo mundugumor ¿por qué existen estas diferencias tan sorprendentes? Si no podemos atribuir a la constitución biológica de uno u otro sexo el hecho de que entre los tchambuli (y entre nosotros, los occidentales) se asignen diferentes rasgos de personalidad a los hombres y a las mujeres ¿dónde se originan estos modelos con los cuales los arapesh, los mundugumor y los tchambuli forjan el temperamento de sus miembros?(…)

Aceptemos que existen ciertas diferencias de temperamento entre los humanos que son hereditarias, o que tienen una base hereditaria y se establecen poco después del nacimiento. La cultura trabaja sobre estas cualidades innatas, propiciando ciertos rasgos considerados como deseables e incorporándolos al tejido social a través de sus manifestaciones: la crianza, los juegos infantiles, las canciones, la organización política, las ceremonias religiosas, las creaciones artísticas, la filosofía, etc. (…)

¿Que conclusiones sacamos al comprobar que una cultura puede elegir unos pocos rasgos, de entre la amplia gama de cualidades humanas, con objeto de implantarlos como deseables para cada uno de los sexos o para la comunidad entera? Antes de ofrecer una respuesta, es necesario que discutamos la posición

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