Cancer Infantil
Enviado por Lorenzo03 • 9 de Mayo de 2013 • 3.398 Palabras (14 Páginas) • 684 Visitas
Efectos psicológicos: En el niño con cáncer y el entorno familiar.
El impacto que produce la palabra cáncer sobre el enfermo y su entorno familiar-social es
Enorme. Este impacto puede llegar a ocasionar graves trastornos psicológicos, emotivos,
Afectivos.... que son, en ocasiones, tan importantes como la enfermedad que los ha
Producido. (Cirera, 1997).
Impacto psicológico en el niño:
El cáncer infantil tiene características propias que le diferencian del cáncer en los adultos, por lo que exige un tratamiento específico, (Polaino-Lorente A, Del Pozo A. Programas de intervención en niños cancerosos. En: Buceta JM, Bueno AM, coordinadores. Modificación de conducta y salud: perspectivas actuales en la aplicación de tratamientos de psicología. Madrid: Eudema; 1990. p. 341-61.) Los tipos de cáncer que más afectan a los niños son la leucemia, el linfoma, el tumor cerebral y los sarcomas de hueso y de tejidos blandos. La enfermedad y su tratamiento tienen fuertes implicaciones emocionales en los niños. Los tratamientos oncológicos son muy intrusivos, largos e intensivos y requieren continuas visitas hospitalarias y numerosos cuidados en el hogar.
El enfermo oncológico siente los síntomas físicos de la enfermedad y del tratamiento, como son los vómitos, náuseas, pérdida de peso o fatiga, pero también se ve afectado por sus repercusiones psicológicas.
El niño al que se diagnostica una enfermedad como el cáncer se enfrenta a un amplio espectro de emociones: miedo, ira, soledad, depresión o ansiedad. Su nivel de desarrollo va a determinar la naturaleza del impacto emocional del cáncer y las estrategias que empleará para afrontar la enfermedad.
Al conocer el diagnóstico, los niños suelen preguntarse si van a morir y, en función de su edad, lograrán comprender en mayor o menor medida la enfermedad y verbalizar sus sentimientos y sus miedos. Según los resultados de un estudio prospectivo, inmediatamente después del diagnóstico los niños con cáncer experimentaron más ansiedad, dependencia, llantos y problemas de sueño, y sus padres más ansiedad, tensión e insomnio que la población general.(Sawyer M, Antoniou G, Toogood I, Rice M. Childhood cancer: a two-year prospective study of the psychological adjustment of children and parents. J Am Acad Child Adolesc Psychiatry 2000; 36: 1736-43.)
El dolor es una de las inquietudes principales del paciente oncológico. La sensación de dolor es un mecanismo protector del organismo que alerta a la persona que lo padece de que algo funciona mal y le incita a llevar a cabo alguna acción para disminuir o eliminar ese dolor.
( Guyton AC. Tratado de Fisiología Médica. 8ª edición. Madrid: McGraw-Hill-Interamericana de España; 1994.) Las conductas de dolor son las que lleva a cabo la persona para recuperar su bienestar y la mayoría se adquieren durante el proceso de socialización. Por ello, los niños muy pequeños cuentan con un repertorio limitado de conductas de dolor; no saben expresar verbalmente las sensaciones dolorosas y, cuando adquieren la capacidad de expresaro reconocer la fuente de dolor, no tienen autonomía suficiente para llevar a cabo acciones para eliminarla.
Los niños con frecuencia son submedicados en relación con los adultos, debido a sus dificultades para expresar los síntomas dolorosos, generalmente relacionados con el tratamiento o los procedimientos, con el fin de evitar los procedimientos médicos, no preocupar a sus padres o tener un sentido de culpabilidad por ser responsable de alguna manera del dolor. Los padres también pueden minimizar o negar la magnitud del dolor del niño, ya que simbólicamente anuncia un pronóstico más ominoso para el cáncer. La negación también los protege de experimentar el impacto de su dolor.( Slater JA. Psychiatric aspects of cancer in childhood and adolescence. In: Lewis M, editor. Comprehensive textbook of child and adolescent psychiatry. Baltimore (MD): Williams
and Wilkins; 2002. p. 1035-46.), (Apter A, Farbstein I, Yaniv I. Psychiatric aspects of pediatric cancer. Child Adolesc Psychiatr Clin N Am 2003;12(3): 473-92.)
La evaluación del dolor es el primer paso en el alivio. Frager y Shapiro (1998) recomiendan las siguientes directrices:
a) incluir a toda la familia en la intervención para el dolor;
b) visualizar el dolor como una “emergencia”;
c) hacer frente a los efectos fisiológicos, emocionales y sociales del dolor;
d) facilitar la participación de los padres en el manejo del dolor
e) calcular el dolor y con frecuencia el éxito de intervenciones;
f) utilizar estrategias farmacológicas y no farmacológicas
g) estar atento para el manejo del dolor asociado tanto previo al tratamiento como durante el mismo.
Esto no es una tarea fácil, porque el dolor es un fenómeno complejo y subjetivo que carece de una clara base teórica, y en los niños las limitaciones cognitivas y de lenguaje pueden impedir la comprensión y el auto informe. El tratamiento, además de medidas farmacológicas, incluye otras no farmacológicas, en las que están presentes métodos como la psicoeducación, el biofeedback, la hipnosis, la distracción de comportamiento y la relajación. (Kuttner L. Mind-body methods of pain management. Child Adolesc Psychiatric Clin North Am 1997;6:783-96.)
En Oncología infantil se diferencia entre el dolor procedente de la propia enfermedad y el dolor causado por los procedimientos de diagnóstico o el tratamiento médico.( Jay SM, Elliott CH, Varni JW. Acute and chronic pain in adults and children with cancer. J Consult Clin Psychol 1986, 54: 601-7.) La enfermedad puede causar dolor al niño debido a que afecta a los tejidos blandos, por ejemplo cuando el tumor presiona un nervio. Para identificar el tipo de cáncer y determinar el mejor tratamiento se llevan a cabo numerosas pruebas diagnósticas que resultan dolorosas para el niño.
A lo largo del tratamiento, el niño con cáncer debe exponerse a procedimientos potencialmente estresantes, como la radioterapia, quimioterapia o extracciones de sangre, que en ocasiones se han considerado incluso más dolorosos que la propia enfermedad. Por ello, también es común que se generen en ellos comportamientos Negativos extremos, gritos, oposición, resistencia general y poca colaboración con el personal sanitario, lo que puede dificultar la adherencia al tratamiento. Los trastornos del sueño y/o la fatiga son frecuentes en niños que padecen la enfermedad del cáncer. El dolor puede alterar su ritmo de sueño, como también las preocupaciones y el miedo por la enfermedad o la ansiedad por su futuro. La fatiga puede deberse
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