Desde los inicios de la raza humana, la sobrevivencia ha sido nuestro más relevante propósito, es por esto que hemos desarrollado la capacidad de alertarnos a cualquier clase de peligro que se encuentre a nuestro alrededor.
Enviado por Valentina Piñeros • 30 de Octubre de 2016 • Ensayo • 1.716 Palabras (7 Páginas) • 366 Visitas
Desde los inicios de la raza humana, la sobrevivencia ha sido nuestro más relevante propósito, es por esto que hemos desarrollado la capacidad de alertarnos a cualquier clase de peligro que se encuentre a nuestro alrededor. Para nadie es un secreto que el miedo es una sensación que se experimenta en situaciones para nada placenteras, sin embargo, esto no quiere decir que la reacción sea negativa; como se mencionó anteriormente, el miedo cumple una función de auto conservación, pero ¿Qué ocurre cuando estos miedos se salen de control? Es decir, ¿Qué pasa cuando un miedo se convierte en una fobia?
Para poder llegar a una posible respuesta es necesario que primero se comprenda qué sucede en el cerebro cuando se presenta el miedo. En primera instancia, en el momento en el que el cerebro recibe señales de peligro, se activa la amígdala cerebral, que es un conjunto de neuronas localizadas dentro del lóbulo temporal, esta es la encargada de los estímulos sensoriales del ser humano. La amígdala cerebral es conocida por ser la “mente primitiva”, ya que esta administra el instinto emocional que los seres humanos llevan consigo desde mucho antes de ser Homo sapiens, es decir, que esta amígdala está presente en todos los seres vivos, haciendo que estos tengan una reacción inmediata como:
En los pulmones se acelera la respiración, se hace más profunda, aportando más oxígeno a la sangre. En el hígado, ya que este sirve como depósito del azúcar de la sangre, se encarga de liberar esta glucosa en grandes cantidades dirigidas hacia el torrente sanguíneo, para dar energía extra al individuo. El corazón se acelera, ya que el impulso nervioso que la amígdala envía hacia las glándulas supra renales, hace que aumente la producción de hormonas que posteriormente son llevadas al músculo cardiaco. En el estómago, las arterias se contraen disminuyendo el suplemento de sangre en esta zona, haciendo que esta se dirija hacia los músculos y extremidades para lograr pelear o huir.
Sin embargo, lo que diferencia al ser humano de los animales es lo que sucede en el hipocampo, que es también llamado “mente lógica”. Este se encarga de analizar en cuestión de segundos al oponente, al entorno, y la situación. No obstante, la función de esta “mente lógica” puede fallar actuando de manera retrasada. Esta mala reacción se debe a la presión por la que pasa el individuo. Sin embargo, si después de pasar por el momento de amenaza el miedo persiste o continúa, se convierte en una fobia. ¿Pero hasta qué punto un miedo se transforma en una fobia?
El psiquiatra sudafricano Isaac Meyer Marks miembro fundador de la universidad de Reino Unido Royal College of Psychiatrists afirma que existen cuatro características que definían una fobia, diferenciándolas del miedo:
- El miedo es desproporcionado a la situación que el individuo desencadenaba.
- Para el individuo es imposible justificar o razonar el miedo.
- El control de la situación o del miedo está fuera de las acciones voluntarias del individuo
- El individuo intenta evitar la situación a la que le teme desmedidamente.
Asimismo existen muchos tipos de fobia que se clasifican dentro de las dos categorías anteriores: Las fobias como la aracnofobia (fobia a las arañas), acrofobia (fobia a las alturas), micofobia (fobia a los hongos), nictofobia (fobia a la oscuridad), selacofobia (fobia a los tiburones), entre otras, son principalmente desarrolladas en la amígdala en donde se desarrollan los miedos primitivos (aquellos que cumplían la función de auto conservación) que persistieron y se convirtieron en fobias. Y las fobias como: la homofobia (fobia a los homosexuales), la glosofobia (fobia a hablar en público), la metrofobia (fobia la poesía), la peniafobia (fobia a la pobreza), y más, pertenecen a la mente lógica o hipocampo, ya que esta fobias no son para el auto cuidado sino, son fobias “absurdas” aprendidas por experiencia o situación traumática para el individuo.
Tomando como ejemplo la aracnofobia (fobia primitiva) presente en niños de cuatro a diez años de edad, la amígdala desempeña un papel fundamental, ya que recibe información de todas las áreas sensoriales, proyecciones por parte de la corteza orbifrontal, de las estructuras olfatorias y núcleo del tracto solitario. “La amígdala se ha constituido como una región clave para la formación de asociaciones entre estímulos y refuerzo“ (Sánchez-Martínez, 2009, pág. 49) Provocando así reacciones como la sudoración, la aceleración del músculo cardiaco junto con la respiración, entre otros.
Este fenómeno se encuentra a cargo de las conexiones que hace cada segundo nuestro cerebro. El cuerpo amigdalino es aquél que maneja la totalidad de los miedos y/o fobias, este, a su vez está conectado con la corteza cerebral visual, encargada de procesar lo que vemos y enfocarnos en imágenes específicas, dejando de lado aquellas que no son tan relevantes dentro de nuestra visión. Cuando detectamos el objeto causante de nuestra fobia, o que simplemente no es del todo de nuestro agrado, el cerebro manda alertas a todo el cuerpo provocando reacciones de diferentes tipos. Sin embargo, ¿Por qué unos niños son más propensos a desarrollar la aracnofobia que otros?
Desde el ámbito social, un niño que posee un ambiente sociable es menos propenso a contraer fobias en comparación a otro que tiene un núcleo social escaso. Del mismo modo, unos progenitores que posean esta fobia, lograrán que el niño al verlos como un modelo a seguir, adquiera casi inevitablemente la misma, por otro lado unos padres paranoicos y sobre-protectores hacen que el niño esté mayormente expuesto a adquirir una fobia, haciéndola evolucionar hasta la edad adulta, ya que con el crecimiento el cerebro puede efectuar cambios físicos adaptativos. Es decir, el desarrollo de fobias, en específico la aracnofobia puede estar ligada con la manera en que cada padre enseña a su hijo, debido a que los padres transmiten emociones, sentimientos y acciones tanto positivas con (indirectamente) negativas.
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