Educar Mentes Curiosas

Educar mentes curiosas (síntesis)

El principio constructivo afirma que aprender no es un registro pasivo de conocimientos, sino un proceso de construcción individual que se basa en conocimientos y estrategias de aprendizaje preexistentes y que está influido por prioridades tanto específicas de la situación como a largo plazo. Es decir que el niño va adquiriendo conocimientos a través de situaciones en el que el día a día lo enfrente y esto puede ser medianamente a largo plazo.

Para que la enseñanza de la ciencia cumpla el reto de facultar a los estudiantes para manejar mejor la vida de cada día, tiene que encontrar una forma de enseñanza que garantice que lo que se ha aprendido en la escuela realmente ayuda en el mundo exterior, tan espontáneo, entrelazado y cargado de valores. De esta manera le permite al alumno tener mayor aprendizaje, pues se busca que se integre con lo cotidiano.

Gran parte de la rutina científica es de este tipo crítico; detectar fallos o ambigüedades en la literatura existente y someterlos a pruebas empíricas bien diseñadas o a refutaciones argumentadas con rigor.

La gente se siente amenazada por el aprendizaje y la respuesta racional ante una amenaza percibida es, en personas y animales, la defensa. En vez de abordar lo desconocido enfrentándose a él y dominándolo (eligiendo una estrategia de aprendizaje), las personas amenazadas consideran que la situación es demasiado peligrosa para explorarla y optan, en cambio, por una estrategia concebida para conservar o mantener lo que ya saben, lo que pueden hacer o lo que son.

La enseñanza debe estructurarse de tal manera que:

1.- Los estudiantes trabajen en un problema con las mini teorías y las estrategias de aprendizaje que ya poseen.

2.- Estos recursos que ya poseen resulten ser inadecuados.

3.- En esta situación de apuro se introduzcan informaciones y consejos con moderación.

4.- Se dé tiempo a los estudiantes para que averigüen por su cuenta si estos consejos e informaciones les van a servir.

5.- En posteriores ocasiones, se inste a los estudiantes a repasar sus propios recursos mentales en busca de ideas cuando se encuentren encallados.

Básicamente, la tarea del enseñante consiste en crear un entorno lo suficientemente variado y retador como para acelerar el crecimiento y el desencaje de aptitudes para el aprendizaje, ofrecer a los alumnos un modelo de estudiante hábil y con confianza en sí mismo, e interactuar con los estudiantes de manera que no se haga nada que mine su predisposición (la de los estudiantes) a aceptar retos de aprendizaje o su creencia en su propia capacidad para aprender.

Los enseñantes de ciencias no tienen que ser expertos en cada tema ni temer que se les planteen preguntas que no puedan responder. Todo lo que tienen que hacer es interesarse, junto con los estudiantes, en lo que

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