El Diablode Los Numeros
Enviado por bahenasolorio • 27 de Marzo de 2013 • 336 Palabras (2 Páginas) • 311 Visitas
Introducción
A Robert no le gustan las Matemáticas, como sucede a muchas personas, porque no las acaba de entender.
Pero una noche él sueña con un diablillo que pretende iniciarle en la ciencia de los números. Naturalmente, Robert piensa que es otra de sus frecuentes pesadillas, pero en realidad es el comienzo de un recorrido nuevo a través del mundo de las Matemáticas.
Durante doce noches, Robert sueña sistemas numéricos cada vez más increíbles.
De pronto, los números cobran vida por sí mismos, una vida misteriosa que ni siquiera el diablo puede explicar del todo. Nunca las Matemáticas habían sido algo tan fascinante. Pronto, el diablo le hará abandonar los tópicos escolares y hará que acceda a niveles superiores: ¡y aun así los entiende!
Es como magia, y Robert quiere saber más y más basta que, al fin, el diablo le hace comprender que algunos problemas pertenecen a las altas esferas de la ciencia.
Capítulo 1
La primera noche
Hacía mucho que Robert estaba harto de soñar.
A menudo era tragado por un pez gigantesco. O se deslizaba cada vez más hondo por un interminable tobogán. A Robert le jugaban otra mala pasada cuando ansiaba mucho algo, por ejemplo una bici de carreras. Entonces soñaba que la bici, pintada en color lila metálico, estaba esperándolo en el sótano. En mitad de la noche Robert se despertaba, cogía medio dormido la llave de su estante, bajaba, en pijama y tambaleándose, los cuatro escalones y... ¿qué encontraba a la izquierda del botellero? Un ratón muerto
Con el tiempo, Robert descubrió cómo defenderse de tales maldades. En cuanto le venía un mal sueño pensaba a toda prisa, sin despertar: Ahí está otra vez este viejo y nauseabundo pescado. Sé muy bien qué va a pasar ahora. Quiere engullirme.
O pensaba: Ya vuelvo a escurrirme por el tobogán, no hay nada que hacer, no puedo parar de ningún modo, pero no estoy bajando de verdad.
Y en cuanto aparecía de nuevo la maravillosa bici de carreras Robert sabía que otr...
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