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El puerperio


Enviado por   •  17 de Abril de 2013  •  Ensayo  •  1.143 Palabras (5 Páginas)  •  495 Visitas

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El puerperio

Vamos a considerar el puerperio como el período transitado entre el nacimiento del bebé y los dos primeros años, aunque emocionalmente haya una progresión evidente entre el caos de los primeros días -en medio de un llanto desesperado- y la capacidad de salir al mundo con un bebé a cuestas.

Para intentar sumergirnos en los vericuetos energéticos, emocionales y psicológicos del puerperio, creo necesario reconsiderar la duración real de este tránsito. Me refiero al hecho que los famosos 40 días estipulados -ya no sabemos por quién ni para quién- tienen que ver sólo con una histórica veda moral para salvar a la parturienta del reclamo sexual del varón. Pero ese tiempo cronológico no significa psicológicamente un comienzo ni un final de nada.

Mi intención –por la falta de un pensamiento genuino sobre el “sí mismo femenino” en la situación de parto, lactancia, crianza y maternaje en general- es desarrollar una reflexión sobre el puerperio basándonos en situaciones que a veces no son ni tan físicas, ni tan visibles, ni tan concretas, pero no por eso son menos reales. Vamos a hablar en definitiva de lo invisible, del submundo femenino, de lo oculto. De lo que está más allá de nuestro control, más allá de la razón para la mente lógica. Intentaremos acercarnos a la esencia del lugar donde no hay fronteras, donde comienza el terreno de lo místico, del misterio, de la inspiración y la superación del ego. Para hablar del puerperio, tendremos que inventar palabras, u otorgarles un significado trascendental.

Para quienes ya lo hemos transitado hace tiempo, nos da pereza volver a recordar ese sitio tan desprestigiado, con reminiscencias a tristeza, ahogo y desencanto. Recordar el puerperio equivale frecuentemente a reordenar las imágenes de un período confuso y sufriente, que engloba las ilusiones, el parto tal como fue y no como una hubiera querido que sea, dolores y soledades, angustias y desesperanzas, el fin de la inocencia y el inicio de algo que duele traer otra vez a la conciencia.

Para comenzar a armar el rompecabezas del puerperio, es indispensable tener en cuenta que el punto de partida es “el parto”, es decir, la primer gran “desestructuración emocional”. Como lo he descrito en el libro “La Maternidad y el encuentro con la propia sombra”, para que se produzca el parto necesitamos que el cuerpo físico de la madre se abra para dejar pasar el cuerpo del bebé permitiendo un cierto “rompimiento”. Este “rompimiento” corporal también se realiza en un plano más sutil, que corresponde a nuestra estructura emocional. Hay un “algo” que se quiebra, o que se “desestructura” para lograr el pasaje de “ser uno a ser dos”.

Es una pena que la mayoría de los partos los atravesemos con muy poca conciencia con respecto a este “rompimiento físico y emocional”. Ya que el parto es sobre todo un corte, un quiebre, una grieta, una apertura forzada, igual que la irrupción de un volcán que gime desde las entrañas y que al despedir sus partes profundas destruye necesariamente la aparente solidez, creando una estructura renovada.

Después de la “irrupción del volcán” (el parto) las mujeres nos encontramos con el tesoro escondido (un hijo en brazos) y además con insólitas piedras que se desprenden como bolas de fuego (nuestros “pedacitos emocionales”, o nuestras partes desconocidas) rodando hacia el infinito, ardiendo en fuego y temiendo destruir todo lo que rozamos. Los “pedacitos emocionales” van quemando lo que encuentran a su paso. Miramos azoradas sin poder creer la potencia de todo lo que vibra en nuestro interior. Incendiando y cayendo al precipicio,

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