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Enfoques Del Trabajo Social


Enviado por   •  24 de Abril de 2013  •  2.871 Palabras (12 Páginas)  •  2.962 Visitas

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ENFOQUES EN EL TRABAJO SOCIAL

1. Algunas orientaciones teóricas que han influido en el Trabajo Social con Familias

Dar cuenta de todas las teorías que han tenido influencia en el desarrollo del Trabajo Social con familia, excede en mucho, los límites de esta exposición.

Nuestra opción, es por tanto, describir sucintamente tres enfoques enfatizando sus rasgos principales ya analizando la forma en que Trabajo Social los ha incorporado particularmente, en nuestro país.

• Enfoque Psicosocial: Se designa así a aquel modelo que otorga importancia a la interacción persona-ambiente. Al hablar de persona dice preferencia, especialmente, al sistema psíquico el cual define como una organización dinámica de las funciones mentales que recibe estímulos tanto de fuerzas internas como externas (ambiente)

Consiste en tres sistemas básicos; el ego, el id y el superego. Cada una de estas estructuras tiene funciones y roles específicos.

Por tanto, el funcionamiento psicosocial es el resultado de las interrelaciones de cada una de estas partes en sus particulares responsabilidades con respecto al ambiente.

El asumir que la persona y su ambiente es un campo de acción integral, sugiere que factores tanto en el individuo como en el ambiente afectan al sistema psíquico y por lo tanto, su funcionamiento social.

La teoría psicoanalítica, Teoría de Ego de Erick Erikson, reelabora las fases orgánicas de Freíd, de modo que éstas pierden muchas de sus connotaciones psicosexuales. Para Erikson la motivación inconsciente sigue siendo un hecho aceptado y por lo mismo, asigna una mayor importancia al estudio de los procesos de socialización.

A diferencia de Freud, revela la importancia del egos más que del id, refutando el supuesto de Freud en el sentido de que el id en sus variadas transfiguraciones en el curso del desarrollo psicosexual del individuo, altera el contenido del ego y del superego. Erikson modifica este supuesto atribuyendo más importancia al ego como instancia capaz de efectuar la síntesis de la experiencia anterior y presenta.

Es el ego el que permite al hombre reunir los dos grandes desarrollos evaluativos, su vida interior y su proyecto social. Así, la dirección de la conducta individual está determinada por la capacidad del individuo de desarrollar y utilizar sus procesos yoicos. Los mecanismos de la defensa freudianos dejan de tener importancia para el manejo de los procesos del id; el eje fundamental es ahora la naturaleza de los procesos de “yo”, el juego, el lenguaje, el pensamiento y los actos.

Estas son las maniobras de adaptación, frente a las influyentes fuerzas internas y externas.

De este modo, las influencias del ambiente físico, social e ideacional corren parejos en los procesos biológicos y psicológicos innatos que plasman el desarrollo de la personalidad.

Erikson acepta el modelo freudiano, la idea de un organismo cargado de energía psicosexual. Esta energía o impulso existe desde el nacimiento y genera todos los procesos psicológicos. Abarca dos inclinaciones humanas que se oponen dinámicamente y crean una polaridad básica. Está en primer lugar, el impulso de vivir, de gratificarse. En segundo lugar está el impulso opuesto de incitación a retornar a una fase previa de menor complejidad. Este deseo de retornar entraña otro: el de autodestrucción, el deseo de deshacer todo vínculo con la vida.

Estos dos impulsos contrario están siempre presentes y crean una polaridad que estimula la conducta en todas y cada una de las fases de desarrollo de la vida.

Dado que todas las formas de conducta tienen su origen en el interflujo de las polaridades, Erikson sugiere que el conflicto y la recurrencia de las crisis son componentes esenciales de la vida.

Entiende el desarrollo de las personas como “un proceso evolutivo que se funda en una secuencia de hechos biológicos, psicológicos y sociales experimentada universalmente e implica un proceso autoterapéutico destinado a curar las heridas provocadas por las crisis naturales y accidentales inherentes al desarrollo del individuo”

El “Principio Epigenético” de su teoría establece que cada etapa del desarrollo humano está orientada por un orden natural interno que actúa como programación biológica que interactúa en el medio ambiente, tanto físico como social. Es decir, la evolución del individuo se da paso a paso en una secuencia predecible.

Las etapas del desarrollo constituyen el calendario del “yo”. Un individuo pasa a la etapa siguiente tan pronto está preparado biológica, psicológica y socialmente.

Las distintas fases de Erikson se organizan en torno a una tarea evolutiva crucial para el individuo en relación con el mundo social. La tarea es descrita a través de dos opuestos ya mencionados entre los cuales existe una tensión creativa que implica para cada individuo una mezcla o conjunción de sentimientos única (Erikson 1976). Esta crisis vital o tensión entre opuestos si se enfrenta con un desenlace exitoso posibilita el avance, o bien, su fracaso conlleva a un estancamiento del crecimiento individual. Las crisis del desarrollo son universales, pero su desenlace particular se define culturalmente.

La crisis puede ser entendida como el quiebre de los soportes habituales de respuesta de la persona ante los requerimientos en momentos de cambio o de decisión, entre progreso y regresión o bien, entre integración o retardo.

Así la familia a través de sus funciones particularmente de socialización familiar, intenta satisfacer las necesidades de sus miembros y apoyarlos en la superación positiva de la crisis y en la realización de las tareas que debe enfrentar la persona en cada etapa de desarrollo.

El autor distingue ocho etapas en el proceso evolutivo o de desarrollo individual.

• Enfoque de Solución de Problemas: En Trabajo Social se considera a Helen Harris Perlman como la iniciadora del modelo de Solución de Problemas.

Tanto Perlman como sus seguidores, entre los cuales destacan Compton y Galaway, autores del Modelo, han basado sus formulaciones inicialmente en la teoría del Ego y en la filosofía de John Dewey (1859 – 1952), defensor de la lógica de la investigación y uno de pedagogos más sobresalientes de su época.

La filosofía de Dewey se mueve dentro de los cauces del pragmatismo y se sitúa en el seno de la tradición empirista. Llamó a su filosofía “Instrumentalismo”, diferenciándolo del empirismo clásico en lo que se refiere al concepto fundamental de “experiencia”

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