Estudio de la ciencia política
Enviado por daniela070295 • 19 de Mayo de 2013 • Tutorial • 6.294 Palabras (26 Páginas) • 392 Visitas
Se afirma, por lo general, que la ciencia política es una ciencia moderna. Maquiavelo es considerado, de hecho, como la primera obra que tiene por objeto la ciencia política. Esta afirmación choca de inmediato con una observación bastante obvia, o sea, que la historia del pensamiento, aun antes de Maquiavelo, conoce un gran número de obras expresamente dedicadas a la política. la política como ciencia, es evidente que se hace referencia no ya a un cierto modo de considerar los problemas (en este caso sería necesario incluir también a las nada escasas manifestaciones del pensamiento político oriental, tal y como logramos reconstruirlo al analizar las obras religiosas, filosóficas o literarias) ni tampoco a una exposición puramente sistemática de tales problemas (desde este punto de vista, pocas obras, como por ejemplo la Política de Aristóteles, tendrían derecho a una calificación científica).
Se trata de un estudio que lleva a la política a un sistema más general de problemas y que subordina, orgánicamente, las soluciones políticas a las soluciones religiosas, éticas o filosóficas.
Las obras políticas antiguas y las obras, digamos, posmaquiavélicas, hay una radical diferencia estructural. Trasilo de ninguna manera fue arbitrario al agregar a La República de Platón el subtitulo De lo justo; pero el comentador que repitiese algo semejante para obras como El Príncipe, El Leviatán, los Dos Tratados sobre el gobierno civil, el Contrato social o para cualquier manual moderno de ciencia política, aparecería simplemente como un espíritu extravagante. El subtítulo del Contrato social de Rousseau —Principios de derecho político—, a la inversa, resultaría completamente incomprensible para un griego o para un romano. Por lo demás, el "escándalo" que provocó por tanto tiempo El Príncipe de Maquiavelo, demuestra cuan largo y complicado fue el proceso mental a través del cual los modernos se han liberado de una concepción que mezclaba el manejo del Estado con la solución de los grandes problemas de la metafísica y de la ética.
Podríamos apreciar mejor la distancia que existe entre los antiguos y los modernos, por lo que toca a la concepción general de la vida asociada, bajo cualesquiera puntos de vista; llegaríamos siempre a la conclusión de que se trata de una distancia absolutamente abismal. Las grandes obras "políticas" de la Antigüedad, son para nosotros culturalmente tan lejanos, que la reconstrucción filológica de los términos se transforma en un instrumento indispensable a fin de identificar su alcance específico. Snell compara el trabajo del filólogo clásico con el del "restaurador de un cuadro antiguo", que con instrumentos precisamente filológicos debe eliminar la "pátina de polvo y barniz que los tiempos han acumulado y, de esta manera, dara los colores aquella luminosidad que tenían en el momento de la creación"
La Política de Aristóteles encontramos la célebre justificación de la esclavitud por naturaleza; lo que Aristóteles considera necesario afirmar por principio es algo que con toda exactitud los primeros grandes teóricos modernos creen necesario negar también por principio. El Primer tratado de Locke se opone diametralmente a la posición de Aristóteles, al iniciar a la letra: "La esclavitud es para el hombre una condición tan mísera y despreciable y contraria de modo tan directo a la naturaleza generosa y valiente de nuestra nación, que es difícil concebir que un inglés, con mayor razón si se trata de un gentil hombre, la defendiese."
Los ejemplos podrían multiplicarse: los modelos del moderno político (si se piensa, por ejemplo, en el Agatocles y en el César Borgiade Maquiavelo) no tienen nada que ver con la religión, con la ética, con la filosofía; su mundo está tan secularizado y pragmatizado que mientras que la más antigua utopía —la de Platón— preconizaba el gobierno delos filósofos, Ja más moderna —la tecnocracia— preconiza el gobierno de los técnicos. El mundo de la política, tal y como fue concebido por los antiguos, forma parte del mundo de la verdad; el de la política moderna prescinde de él.
Al contraponer la noción moderna de la política al entero curso ideal de la Antigüedad y dela misma Edad Media. No es casual, por lo menos, el que todo el Medievo haya mostrado el sello indiscutible de la Política de Aristóteles y que el Estagirita haya sido llamado durante siglos "el filósofo" por antonomasia.
Un interrogativo en otros campos no pasa de ser un interrogativo estrictamente filológico, a pesar de ser tan legítimo como en la política, en el campo de esta disciplina adquiere un alcance infinitamente preocupante.
El filólogo advierte que la identidad entre historia y filosofía no puede anular su específica diferencia, ya que para él la historia tiene las dimensiones irreductibles y vigorosas de organismos filológicos instrumentalizados como organismos reales, en los que el tiene que experimentar sus hipótesis conceptuales, del mismo modo en que lo hace el naturalista. El filósofo, como figura tradicional opuesta a la del científico, busca puntualmente la progresión de las ideas y la "superación de los errores y de los límites ideales, y deja al historiador —a la "degradante" filología— la localización de los elementos del sistema cultural griego, que en el "avance" del Espíritu vienen "superados", pero pierde, de ese modo, la estructura del mundo cultural griego que, aun cuando indudablemente se relaciona con la del nuestro, no se identifica con ella y muestra, por el contrario, un "todo sistemático", que es, en su conjunto, un universo ideal diferente y original
Advertencias como las anteriores son esenciales en la historia del pensamiento político, para evitar que el equilibrio de los varia dos elementos de un determinado complejo conceptual —por ejemplo el de la Política de Aristóteles— sea alterado por nuestra indagación interesada en verificar aquello en que ese complejo conceptual preanuncié el nuestro o aquello que podría ser considerado como mero "defecto", caducidad o falta respecto de éste, con lo que se nos escaparía el significado auténticamente histórico que aquel complejo conceptual tiene en un preciso contexto de la historia de la civilización.
Max Weber, que "la máxima expansión de la explotación de los esclavos coincidió, en el ámbito de la historia griega, con los períodos de florecimiento de la democracia". el problema sigue siendo el mismo, pues se trata do "restaurar" íntegramente un complejo de civilización, evitando conformarlo con criterios arbitrarios, tomado sin evitablemente del arsenal mental de nuestra cultura.
Es necesario reconocer,
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